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Un artículo aparecido esta semana en la revista “Space Weather” discute posibilidades para dar la vuelta a uno de los múltiples obstáculos que enfrentarían los astronautas de una hipotética misión al planeta Marte: las radiaciones de alta energía que permean el espacio. Dicho artículo fue publicado por un grupo internacional de investigadores encabezado por Mikhail Dobynde del Instituto Skolkovo de Ciencia y Tecnología, en Moscú, Rusia.

En la Tierra estamos protegidos de las radiaciones del espacio por el campo magnético terrestre. En contraste, en el transcurso de un viaje a Marte los astronautas no contarían con esta protección. Una exposición del viajero a dichas radiaciones más allá de cierto límite podría provocarle cáncer y eventualmente la muerte.

Se sabe que los astronautas de una futura misión tripulada a Marte se enfrentarían a dos tipos de radiaciones de alta energía: los rayos cósmicos provenientes del espacio interestelar y las radiaciones generadas por la actividad del Sol, cuya intensidad varía de manera periódica siguiendo un ciclo de once años. En el pasado, la duración de las misiones a la Luna del programa Apollo se midió en días, y el riesgo que corrieron los astronautas por la exposición a las radiaciones de alta energía fue relativamente pequeño. En contraste, la duración de una misión a Marte se mide en años, lo que incrementa de manera sustancial el riesgo por las radiaciones del espacio.

La nave que transportaría a los tripulantes de una hipotética misión a Marte tendría entonces que estar adecuadamente protegida contra las radiaciones del espacio. Cómo protegerse de estas radiaciones es el tema abordado por Dobynde y colaboradores en el artículo referido anteriormente.

Como señalan Dobynde y colaboradores, las radiaciones solares a las que estarían expuestos los astronautas en su viaje a Marte, crecerían y disminuirían en concordancia con los máximos y mínimos de la actividad solar. Por el contrario, la intensidad de la radiación cósmica que experimentarían disminuiría al incrementarse la actividad del Sol y aumentaría cuando ésta disminuyese; esto, por efecto del viento solar. La radiación cósmica, por otro lado, contiene mayores números de partículas de muy alta energía en comparación con la radiación solar que está compuesta mayormente de partículas de menor energía.

Basados en todo lo anterior, y tomando en cuenta que es más difícil protegerse de las partículas de más alta energía -pues más fácilmente penetrarían el blindaje de la nave espacial-, Dobynde y colaboradores determinan, a partir de cálculos de computadora, los mejores momentos para llevar a cabo el viaje a Marte. Así, dicho viaje debe iniciarse durante un máximo de actividad solar, cuando la intensidad de la radiación cósmica es menor. Además, de acuerdo con los cálculos de los investigadores, aun con estas precauciones, la duración total del viaje de ida y regreso a Marte de no debe exceder los cuatro años. Establecen también que las dos próximas fechas para emprender un viaje tripulado a Marte son los años 2030 y 2050.

Calculan también Dobynde y colaboradores cuál sería el espesor del blindaje de aluminio de la nave espacial. Podríamos quizá pensar que entre mayor fuera dicho espesor, mayor sería la protección. Esto, sin embargo, no resulta del todo cierto, pues al absorberse en el blindaje la radiación de alta energía se produciría una radiación secundaria que penetraría al interior de la nave, aumentando la radiación absorbida por los astronautas. De este modo, el espesor del blindaje debería ser suficientemente grande para proteger el interior de la nave de las radiaciones del Sol, sin exceder, sin embargo, un cierto valor para minimizar la producción de radiación secundaria.

Dobynde y colaboradores ofrecen recomendaciones para minimizar la exposición a las radiaciones de alta energía de los tripulantes de una futura misión a Marte. Concluyen que, si bien la radiación del espacio impone limitaciones estrictas y presenta dificultades técnicas, una misión tripulada a Marte es aún viable.

Por lo demás, podríamos quizá concluir que los planes -que de vez en cuando se publicitan- sobre un inminente viaje tripulado a Marte son solamente trucos publicitarios o de relaciones públicas; y que de darse dicho viaje, no se llevará a cabo en un futuro cercano. Después de todo, las radiaciones del espacio son completamente ajenas a nuestro hábitat natural.

Comentarios

  1. Interesante sorpresa!! Hace poco en un programa de NatGeo presentaron una modelación de las aisladas zonas de Marte en las que hay algo de protección. Aún sin contar los riesgos del viaje y la lejanía en el tiempo, enn realidad no queda más que pensar en la propuesta del chispazo de publicidad,,

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