El primer laboratorio científico de la historia

Agua de las verdes matas



Según reportes científicos de los últimos meses, nuestro mexicanísimo maguey, además de su papel como materia prima para la producción de tequilas y mezcales –papel muy apreciado por muchos, por cierto–, tiene potencial para la fabricación de combustible para automóviles –con lo irreverente que esto pueda sonar–. En efecto, según los expertos, el agave presenta muchas virtudes que podrían ser aprovechadas para mitigar la crisis energética y climática por la que atraviesa el mundo.

Se argumenta, por ejemplo, que un incremento en la producción de agave no desplazaría tierras agrícolas destinadas a la producción de alimentos, situación que, según sus críticos, sí ocurre con la producción de alcohol a partir del maíz –que representa en los Estados Unidos un 10% del total de combustible para automóviles que se consume en el país–. El agave, en efecto, está adaptado a climas secos, poco propicios para la agricultura y un incremento en la producción de esta planta podría llevarse a cabo en tierras que de otro modo no estarían bajo cultivo. Así, según se argumenta, el uso del agave como materia prima para fabricar combustibles no entraría en conflicto con la producción de alimentos.

Además, puesto que el agave no es un alimento de la misma importancia que el maíz –excepción hecha de aquellos que aseguran que al pulque le falta un grado para ser carne–, su uso como energético estaría relativamente libre de las críticas que se hacen por el uso del maíz para la producción de energéticos en lugar de dedicarlo al consumo humano.

Otra ventaja clave del agave es su baja demanda de agua durante el crecimiento, que no pone presión sobre las reservas de este líquido del planeta. Los altos requerimientos de agua y la contaminación del suelo por fertilizantes son argumentos que se esgrimen en contra de los biocombustibles.

Aunado a todo lo anterior, según un artículo publicado el pasado 28 de julio en la revista “Energy and Enviromental Science” por científicos de la Universidad de Oxford en el Reino Unido: “el alcohol obtenido del agave es superior o al menos comparable al del maíz y al de la caña de azúcar en términos de energía y balance de gases de invernadero”.

Tomando en cuenta lo anteriormente expuesto, parecería que un recurso para el desarrollo económico de las zonas áridas en nuestro país sería el cultivo del agave como materia prima para fabricar biocombustibles. Las ventajas aparentes de dicha planta para este propósito no son, sin embargo, suficientes para asegurar su desarrollo en esta dirección, el cual depende de manera crucial de factores económicos. Al respecto, la factibilidad económica para la producción de alcohol combustible se analiza en un artículo recientemente publicado en línea en GCB Bioenergy, por investigadores de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign encabezados por Héctor M. Núñez.

Estos investigadores encuentran, desafortunadamente, que tomando como base los costos asociados al cultivo de agave tal como se hace en México para la fabricación de tequila y mezcal, resultaría demasiado caro producir alcohol combustible a partir de esta planta. Esto en comparación con los costos para producirlo a partir del maíz o la caña de azúcar –producción esta última que se hace ya por varias décadas y con gran éxito en el Brasil–. Para aprovechar todas las ventajas que promete el agave se tendrían entonces que hacer más eficientes tanto su cultivo como el proceso de producción de alcohol.

Por otro lado, Núñez y colaboradores señalan que durante la producción de tequila se aprovecha solamente el 62% de la piña del agave, además de que no se usan otras partes de la planta, incluyendo las raíces, las hojas y los desechos de la piña. Aprovechar íntegramente la planta de agave constituye entonces una vía para reducir los costos de producción de alcohol combustible.

Estamos, así, en una situación que guarda cierta semejanza con la que encontró Brasil en la década de los setentas cuando decidió desarrollar la tecnología para la producción de biocombustible a partir de la caña de azúcar, algo que consiguió hacer con éxito notable. Brasil en esa ocasión fue presionado por el alza desmesurada que sufrieron los precios de petróleo por el embargo de los países árabes. México, que en estos momentos sufre una disminución de su producción petrolera, podría encontrar una fuente de riqueza en regiones áridas que poco ofrecen en materia de agricultura convencional.

Faltaría por ver si cristaliza la oportunidad. De darse el caso, descubriríamos que los magueyes sirven para otra cosa aparte de hacernos andar a gatas.

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