El primer laboratorio científico de la historia

Monstruo sin escrúpulos



Así como una golondrina no hace verano, un solo evento climático extremo no constituye una prueba de que nuestro planeta esté experimentando un cambio climático a nivel global. Muchas golondrinas, no obstante, sí anuncian la llegada de la primavera. De la misma manera, según algunos expertos del clima, numerosos eventos extremos de frío o calor, lluvia o sequía, serían una indicación de que nuestro planeta está experimentando un cambio climático paulatino.

Es una tesis aceptada por numerosos investigadores que el clima de la Tierra está efectivamente cambiando; esto debido al aumento en la concentración de gases de invernadero en la atmósfera que ha ocurrido desde el inicio de la revolución industrial hace dos siglos. Dicho aumento ha llevado a un incremento de la temperatura promedio de la superficie del planeta que, aunque pequeño e inferior a un grado centígrado, sería suficiente para generar episodios climáticos extremos de una mayor severidad y frecuencia.

Como sabemos, nuestro país está sufriendo actualmente un episodio de sequía que asola a varios estados del centro-norte –incluido San Luis Potosí–, y que se reporta como el más grave en los últimos 50 años. No es claro si esta sequía es causada por el cambio climático, pues un evento extremo aislado como el que estamos padeciendo pudiera obedecer a otras causas. Estaría, no obstante, de acuerdo con aquellos que predicen eventos climáticos extremos con una mayor frecuencia y severidad por efecto del calentamiento global.

Por su lado, de acuerdo con la “Nacional Oceanic and Atmospheric Administration”, los Estados Unidos han sufrido el inicio de año –enero a mayo– más caliente desde que se iniciaron los registros del clima en 1895. Así, el promedio de temperatura registrado en los meses de primavera –marzo-mayo– fue casi 3 grados centígrados más alto que el promedio de temperatura en el periodo 1900-2000. Fue también superior en más de un grado centígrado al récord anterior, vigente desde 1910.

Al igual que México, los Estados Unidos están sufriendo de un episodio de sequía y los primeros cinco meses del año han tenido en promedio menos precipitaciones que lo normal. Hay, además, contrastes a lo largo del país y hay estados como Óregon y Washington en la costa oeste que han tenido más precipitaciones de lo usual.

El calentamiento global, aparte de los esperados efectos climáticos, pudiera tener también impactos menos obvios. En este respecto, en un artículo publicado el pasado 3 de junio en la revista “Nature Climate Change”, un grupo de investigadores europeos y norteamericanos encabezados por Michelle van Vilet de la Universidad Wageningen en Holanda, analizaron el impacto que el calentamiento global pudiera tener en la industria de generación de energía eléctrica de Europa y los Estados Unidos.

Aproximadamente un 80% de la energía eléctrica que consume el mundo se genera en centrales termo-eléctricas y nucleo-eléctricas. Si bien ambos tipos de centrales operan a partir de fuentes de energía primaria muy diferentes, comparten la última etapa del proceso de producción del fluido eléctrico. Es decir, tanto las plantas termo-eléctricas como las núcleo-eléctricas producen su energía empleando generadores accionados por turbinas, que son a su vez movidas por vapor a alta temperatura. En el caso de las plantas termo-eléctricas, el vapor se produce quemando combustibles fósiles, mientras que las plantas nucleo-eléctricas emplean la fisión del átomo para el mismo fin.

Por otro lado, una vez que el vapor deja la turbina tiene que ser enfriado para ser reutilizado y para este propósito es necesario emplear agua de enfriamiento, que es también indispensable para evitar el sobrecalentamiento de las plantas. El agua es de este modo un elemento indispensable para la industria de generación de electricidad, la cual de hecho consume una buena parte del agua dulce disponible –alrededor del 40% en Europa y los Estados Unidos–. No es de este modo difícil entender que dicha industria pueda ser afectada de manera adversa por la escasez de agua derivada de sequías u otros fenómenos climáticos.

Aun más, van Vilet y colaboradores encontraron que la generación de electricidad puede ser afectada no solamente por la escasez de agua de enfriamiento sino también por el incremento en la temperatura de la misma en ríos y lagos debido al calentamiento global. Es decir, a mayor temperatura del agua de enfriamiento por un evento climático extremo, mayor será el volumen de la misma necesario para lograr el mismo efecto.

La conclusión del estudio de van Vilet y colaboradores es que, como resultado del cambio climático, en el periodo 2031-2060, los Estados Unidos y Europa probablemente enfrentarán durante los meses de verano reducciones en su producción de energía eléctrica de 4-16% y 6-19%, en forma respectiva.

El calentamiento global del planeta muestra así una nueva faceta. No solamente será responsable de eventos climáticos extremos más frecuentes y con mayor intensidad, o bien de la fusión del hielo en los polos lo que conducirá a un incremento en el nivel de los océanos, lo mismo que de cambios climáticos permanentes en el mundo. Además de todo esto, el monstruo que representa el calentamiento global bien pudiera volverse en contra de las plantas termoeléctricas generadoras de gases de invernadero. A las que, no obstante, en buena medida debe su existencia.

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