El primer laboratorio científico de la historia

Un récord milenario en peligro de caer



Según los climatólogos, Norteamérica experimentó en el periodo medieval, entre los años 900-1400 de nuestra era, una serie de sequías severas de larga duración. Sequías tan prolongadas que Richard Seager, Celine Herweijer y Ed Cook del Lamond-Doherty Earth Science Laboratory de Columbia University, consideran que es más apropiado pensar que dicha época medieval simplemente fue más árida que la época que le siguió.

Como un dato interesante, Seager y colaboradores hacen notar que el número de huesos de bisonte encontrados en la región de Norteamérica con una antigüedad de alrededor de un milenio es pequeño en comparación con aquellos que se encuentran con antigüedades mayores o menores. Una explicación a este hecho es que hace mil años la aridez del terreno era tal que no existían las condiciones para sustentar una población mayor de bisontes.

Una evidencia de las mega-sequías que asolaron al sureste de los Estados Unidos en la época medieval son los restos de árboles de esa antigüedad –revelada mediante datación con Carbono 14– que es posible encontrar en la actualidad en lechos de ríos y lagos. En el periodo de sequía medieval dichos ríos o lagos estaban secos, lo que permitió que los árboles crecieran. Al terminar la sequía, no obstante, lagos y ríos fueron inundados y los árboles murieron.

Una sequía prolongada habría tenido un fuerte impacto en la producción de alimentos y, según algunos especialistas, habría provocado el colapso de civilizaciones en el sureste de los Estados Unidos, lo mismo que de civilizaciones en Mesoamérica.

En un artículo aparecido esta semana en el número inaugural de la revista en línea “Science Advances” –producida por la “American Association for the Advancement of Science” – publicado por un grupo de investigadores encabezado por Benjamin Cook del NASA Goddard Institute for Space Studies, se predice para la segunda mitad del presente siglo una sequía severa que afectará a la región de Norteamérica, incluyendo a nuestro país. La magnitud de esta sequía sería aun mayor que la del periodo medieval y no tendría parangón con ninguna otra desde esa época. Representaría, así, un cambio climático sin precedentes en los últimos mil años, con periodos de sequías severas que podrían durar décadas.

Para hacer su predicción, Cook y colaboradores emplearon complejos modelos del clima de la Tierra. Hicieron, igualmente, uso de los datos del clima de nuestro planeta a lo largo de los últimos dos mil años. En este respecto, es posible saber acerca del clima en el pasado a partir del estudio de los anillos del tronco de un árbol, cada uno de los cuales se sabe a corresponde a un año de vida del mismo. Un año con clima favorable es revelado por un mayor espesor del anillo correspondiente, al mismo tiempo que un espesor más pequeño revela un año difícil.

La sequía por venir, a diferencia de la sequía medieval, no tendría causas naturales sino que sería producto del calentamiento global que está experimentando nuestro planeta. Este calentamiento, a su vez, es producto de la emisión de gases de invernadero a la atmósfera por la quema sin control de combustibles fósiles, misma que estamos llevando a cabo de forma continua desde el inicio de la Revolución Industrial.

Aunque Cook y colaboradores en su artículo sólo consideran de manera explícita al sureste de los Estados Unidos y a la región de las planicies centrales de este país al este de las Montañas Rocallosas, en la página de internet de la NASA es posible encontrar animaciones en donde se muestran las proyecciones de la sequía en Norteamérica a lo largo del presente siglo, según los datos del Goddard Space Flight Center. En dichas animaciones podemos ver que las predicciones de sequía para gran parte de nuestro país al final del siglo XXI –incluyendo al Estado de San Luís Potosí– son tan alarmantes como las correspondientes predicciones para las planicies centrales de los Estados Unidos.

Podemos esperar entonces que, de ser correctos los cálculos de Cook y colaboradores, en las décadas por venir nuestro país sufrirá los efectos de una sequía que superaría en intensidad a todas aquellas ocurridas a lo largo de los últimos mil años. Esto incluso si hay una reducción en la emisión de gases de invernadero a la atmósfera a nivel global, la cual, si bien reduciría magnitud de la sequía, lo mismo que sus efectos adversos, no impediría que el presente siglo supere un récord que tiene cuando menos un milenio de existencia.

Comentarios