El primer laboratorio científico de la historia

Hechos alternativos



La mañana del 1 de septiembre de 1923 un terremoto de magnitud 7.9 destruyó la ciudad de Tokio con un saldo de más de 100,000 muertos. La devastación fue producto tanto del terremoto mismo como de los incendios que provocó. En las horas y días que siguieron corrieron rumores falsos, originados en cuerpos militares y policiacos, según los cuales los coreanos residentes en Tokio estaban llevando a cabo robos y provocando desmanes armados con bombas. Habrían incluso envenenado los pozos de agua potable de la ciudad; esto, de acuerdo con notas aparecidas en periódicos locales de la época.

Como resultado de la campaña de información falsa, 6,000 coreanos fueron linchados, algunos de manera atroz, tanto por grupos organizados de la población civil como por militares y policías. Entre las víctimas se encontraron incluso japoneses que fueron confundidos con coreanos en medio del desorden.

Los comportamientos irracionales producto del esparcimiento de rumores y noticias falsas no son algo fuera de lo común. Así, aunque en un contexto diferente, se han lanzado campañas de desinformación e información falsa que buscan desprestigiar hechos científicos y provocar respuestas irracionales en el público. Estas campañas, si bien no llevan a acontecimientos tan dramáticos como las de Tokio en 1923, pueden tener consecuencias de gran envergadura.

En esta categoría se incluye la campaña de desinformación que se ha montado en torno al problema del calentamiento global y el cambio climático. Como sabemos, existe consenso entre los científicos del clima que el planeta se está calentando de manera paulatina, en buena medida debido a la emisión a la atmósfera de gases de invernadero por actividades humanas. No ha faltado, sin embargo, quien ponga en duda este hecho.

Con relación a esto último y para ser precisos, habría que notar que está fuera de toda duda que la concentración de dióxido de carbono –el principal gas de invernadero– en la atmósfera está creciendo año con año. En efecto, las mediciones de dicha concentración que el Observatorio de Mauna Loa, Hawaii, ha llevado de manera continua desde el año 1958 a la fecha –disponibles en Internet– lo demuestran de manera contundente. Es claro, también, que dicha concentración está ligada a actividades humanas desarrolladas a partir de la revolución industrial.

Igualmente, es claro –por más que hubo quien en los pasados años estuviera en desacuerdo– que la temperatura de la superficie de nuestro planeta está aumentando de manera progresiva pues las mediciones de la misma –también disponibles en Internet– así lo demuestran.

Por otro lado, ligar el aumento de temperatura de la Tierra con el aumento en la concentración de gases de invernadero en la atmósfera y con las actividades humanas es un asunto técnico sólo abordable por especialistas. Con respecto a este punto, sin embargo, un 97% de científicos del clima está de acuerdo con que dicha liga existe. En contraste, para los escépticos del cambio climático, el aumento en la temperatura de la Tierra –si es que existe– es debido a causas naturales y no a causas humanas. Y para apoyar a esta tesis han lanzado una campaña de desinformación e información falsa con el fin de neutralizar la opinión de los especialistas.

Para investigar la efectividad de dicha campaña y la forma de neutralizarla, un grupo de especialistas de universidades en Gran Bretaña y los Estados Unidos, encabezado por Sander van der Linden de la Universidad de Cambridge en el Reino Unido, llevó a cabo un estudio con más de 2,000 participantes a través de Internet. Los resultados de la investigación se publicaron el pasado mes de enero en la revista “Global Challenges”. En una parte del estudio los investigadores se propusieron determinar que mensajes falsos tenían una mayor efectividad entre el público y para esto tomaron ejemplos de una campaña real de desinformación. En otra fase de la investigación, se propusieron determinar la efectividad de posibles “vacunas” contra la desinformación y las afirmaciones falsas.

Como resultado de su trabajo, van der Linden y colaboradores encontraron que si bien los mensajes de desinformación tienen un efecto adverso sobre la percepción del cambio climático, es posible “inocular” al público en contra de las afirmaciones falsas mediante mensajes que alerten sobre la existencia de grupos interesados en desprestigiar las opiniones científicas. Es decir, en lugar de reaccionar en contra de un mensaje falso una vez difundido, habría que alertar a priori al público sobre la futura difusión del mismo, dando detalles de su posible contenido.

Las campañas de desinformación y noticias falsas tienen propósitos definidos que en el caso de la masacre de coreanos en Tokio quizá no sean completamente claros. Si lo son, en cambio, los propósitos detrás de las campañas en contra del cambio climático. Aquí los científicos del clima exponen un problema de urgente solución que demanda grandes cambios en la manera como usamos las fuentes de energía del planeta. Esto afecta intereses y de manera natural genera grandes resistencias y campañas desinformativas.

En estas circunstancias y en contra de las noticias falsas y los hechos alternativos –tan de moda hoy en día– sólo nos queda vacunarnos y defendernos en la medida de lo posible.

Comentarios