Hogar, dulce hogar

Una conclusión sorprendente



Como fue ampliamente difundido por los medios de comunicación, en días pasados, la ciudad de Chicago fue invadida por una masa de aire polar que hizo descender la temperatura ambiente a niveles muy por debajo de los habituales en esta época del año. Si bien la temperatura ambiente mínima no alcanzó el récord de menos 33 grados centígrados del 20 de enero de 1985, los menos 30 grados centígrados sufridos por Chicago el pasado miércoles no es tampoco que hayan estado demasiado lejos. Hay que tomar en cuenta, además, que la velocidad del viento provoca una sensación una temperatura más baja que la que marca el termómetro y que Chicago se caracteriza por ser una ciudad ventosa.

En estas circunstancias, no fue bien recibido el tuit del presidente norteamericano del pasado lunes 28 de enero en el que se refiere a la inminente ola de frío que golpearía al norte de los Estados Unidos, pidiéndole al calentamiento global que por favor regrese pues lo necesitaban.

Las bajas temperaturas que afectaron el norte de los Estados Unidos fueron debidas al desbordamiento de la masa de aire frío circulante, el llamado vórtice polar, que normalmente está contenida en una región alrededor del polo norte. Cuando las fuerzas que mantienen confinado al vórtice polar se debilitan, éste se desplaza hacia el sur. Si bien es una idea controvertida, hay científicos que piensan que el calentamiento global -que afecta de manera amplificada a la región ártica- debilita el confinamiento del vórtice polar. De ser así, el presidente norteamericano estaría invocando al ente equivocado. Aunque, a decir verdad, no es claro si genuinamente piensa que el calentamiento global es una patraña o si sus comentarios son interesados.

Lo que sí está claro es la emisión de gases de invernadero a la atmósfera por las actividades industriales ha producido cambios en el medio ambiente a nivel global que, entre otros efectos, ha llevado a un incremento sostenido en la temperatura del planeta, y que ha alcanzado alrededor de un grado centígrado por arriba de sus niveles preindustriales.

En este contexto es interesante comentar un artículo aparecido en el último número del presente año de la revista Quaternary Science Reviews, en el que se presenta un estudio del impacto que tuvo la conquista europea del continente americano, llegando a una sorprendente conclusión: el colapso de la población indígena después de la conquista fue de tal magnitud que afectó al clima del planeta.

Pero vayamos por partes. Mencionaremos primeramente que el artículo de referencia fue publicado por un grupo de investigadores de universidades británicas encabezado por Alexander Koch de University College London y que en el mismo se analiza el abandono de tierras de cultivo después de la llegada de los europeos. Este abandono fue debido al colapso de la población indígena, que se habría reducido hasta en un 90%, por las guerras de exterminio, por la esclavitud a la que fueron sometidos o por la introducción por los conquistadores de patógenos que no existían en el continente y para los cuales los nativos americanos no tenían defensas.

Al abandonarse las tierras de cultivo -que a nivel continental constituyeron un área aproximadamente igual a un cuarto del territorio de México- fueron reforestadas por la flora original que había sido en su momento desmontada para preparar dichas tierras para la agricultura. Esto provocó una mayor área verde que incrementó la velocidad de remoción de dióxido de carbono -el principal gas de invernadero- de la atmósfera. Aquí hay que recordar que durante el proceso de fotosíntesis las plantas toman dióxido de carbono para fabricar materia orgánica.

Como resultado, se produjo una reducción de la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera que Koch y colaboradores estiman fue de 3 partes por millón. Como apuntan estos investigadores, dicha concentración es aproximadamente un 30% de la reducción en dióxido de carbono que se sabe se produjo en el siglo XIV y que a su vez dió origen al periodo de bajas temperaturas conocido como Pequeña Edad del Hielo. Así, el aniquilamiento de la población indígena del continente americano contribuyó a enfriar el planeta en un periodo anterior al de la Revolución Industrial. Es decir, contribuyó a crear un efecto inverso al del actual calentamiento global.

Esta conclusión es sin duda sorprendente y solo esperaríamos que no fuera tomada demasiado en serio por el presidente norteamericano, que poca simpatía ha mostrado hacia nosotros.

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