Hogar, dulce hogar

Una obra de ingeniería sorprendente



En el año de 1901, cerca de la isla griega de Anticitera en el mar Egeo, un grupo de buzos que se sumergieron en el mar en busca de esponjas descubrieron entre los restos de un antiguo naufragio un objeto que de momento no identificaron, pero que a la postre resultaría célebre. Dicho objeto, con una antigüedad de unos dos mil años, es hoy conocido como el Mecanismo de Anticitera, una especie de computadora empleada para describir el movimiento de la Luna, el Sol y los cinco planetas conocidos en la antigüedad. El Mecanismo de Anticitera se encuentra hoy en día en el Museo Nacional de Arqueología en Atenas.

Como es fácil de entender, después de dos mil años de permanecer sumergido en el mar, el estado en el que se encuentra el Mecanismo de Anticitera no es el que hubiéramos deseado y, de hecho, se encuentra incompleto y dividido en 82 fragmentos que constituyen apenas un tercio del total. Esto, sin embargo, no impide vislumbrar que se trata de un objeto en cuya construcción se emplearon técnicas de fabricación de partes mecánicas que se antojan avanzadas para la época, lo mismo que los conocimientos astronómicos entonces en boga.

Si bien el Mecanismo de Anticitera ha sido objeto de estudio de varios grupos de investigación, por su estado de deterioro no se han podido desentrañar todos los detalles de su construcción y funcionamiento. Los resultados del último esfuerzo en este sentido fueron publicados la semana que hoy termina en la revista “Scientific Reports”, por un grupo de investigadores encabezado por Tony Freeth del University College London, en el Reino Unido. En dicho artículo se desarrolla un modelo para el Mecanismo de Anticitera que los autores consideran desvela finalmente los secretos que encierra.

Según el modelo de Claudio Tolomeo, aceptado en el tiempo en que fue construido el Mecanismo de Anticitera, la Tierra es el centro del Universo, con la Luna, el Sol y los cinco planetas entonces conocidos orbitando a su alrededor. Si bien esto es cierto para la Luna y podría pasar como tal para el Sol, está lejos de serlo para los planetas que, como sabemos, giran alrededor del Sol. De este modo, las trayectorias que siguen los planetas vistos desde la Tierra son bastante más complicadas que las de la Luna y el Sol. Y, si como Tolomeo nos empeñamos en poner a la Tierra en el centro del Universo, tendremos que asumir que los planetas se mueven en una trayectoria más compleja que una simple órbita circular alrededor de nuestro planeta.

En estas circunstancias, Tolomeo ideó la teoría de los epiciclos, según la cual los planetas se mueven en círculos alrededor de un punto que a su vez se mueve en una órbita circular alrededor de la Tierra. Además, dado que los epiciclos no fueron suficientes para explicar las trayectorias de los planetas, Tolomeo se vio forzado a asumir que las órbitas de los epiciclos son excéntricas, es decir que no están centradas en la Tierra sino en otro punto del espacio. Y como esto último no fue tampoco suficiente, Tolomeo sin desanimarse postuló la existencia de un punto adicional, el ecuante, desde el cual la velocidad con la que el centro de los epiciclos surcaba el firmamento era constante.

Toda esta complejidad la tuvieron que tomar en cuenta los diseñadores y constructores del Mecanismo de Anticitera. Un punto a su favor fue que los movimientos de la Luna, el Sol y los planetas se describían en términos de círculos, lo que facilitó que fueran simulados por medio de engranes. Así, como lo ilustran las imágenes publicadas por Freeth y colaboradores -que pueden ser libremente consultados en Internet en el sitio de Scientific Reports- el Mecanismo de Anticitera podría haber consistido en un complejo ensamble de engranes sobre engranes, algunos rotando sobre un eje común y otros alrededor de ejes excéntricos fijos sobre los primeros.

El diseño producido por Freeth y colaboradores es sin duda fascinante y de corresponder al diseño original resultaría también sorprendente. ¿Podrían los griegos hace dos mil años haber producido un ingenio con el nivel de sofisticación mostrado en el modelo desarrollado? Como lo señalan Freeth y colaboradores, los constructores del Mecanismo de Anticitera tendrían, entre otras cosas, que haber construido múltiples ejes huecos, embebidos uno en otro como muñecas rusas, sin contar con tornos para metal.

De estar Freeth y colaboradores en lo cierto, el Mecanismo de Anticitera -que no habría sido de ningún modo obra única- constituyó un diseño superlativo de ingeniería y tecnología. En contraste, el modelo de Tolomeo implementado en dicho mecanismo resulta complicado en exceso. Además de claramente erróneo.

Comentarios

  1. Me encantaría visitar el Museo Nacional de Arqueología de Atenas y conocer ese ese célebre Mecanismo de Anticitera. Increíble lo que hicieron los griegos hace mas de dos mil años. Muy interesante ese artículo.

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