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Además de sus grandes dimensiones y complejidad interna, la pirámide de Keops resulta atractiva por los secretos que encierra. En efecto, sabemos que en la actualidad la cámara del rey solamente aloja un sarcófago de piedra vacío, sin que se sepa cuál fue el destino de la momia del faraón Keops que presumiblemente lo habría ocupado. Esto, por un lado, no es algo extraordinario, pues se sabe que las tumbas de los faraones eran por lo común víctimas de los ladrones. Sin embargo, como se señala en un artículo firmado por Mike Dash y publicado en el “Smithsonian Magazine” en el año 2011, si bien se sabe que el túnel que lleva a la cámara subterránea era conocido desde la antigüedad, no hay una evidencia igualmente sólida de que las cámaras superiores hayan sido del conocimiento de griegos y romanos. De hecho, habría sido hasta el año 820 de nuestra era que, por iniciativa del califa Al-Mamún, se había penetrado nuevamente la tumba de Keops después de miles de años de aislamiento. Para esto, se perforó un nuevo túnel en la pared de la pirámide.
Por lo demás, la pirámide de Keops no solo guarda secretos acerca de su historia en los últimos 4,500 años, sino también en cuanto a su estructura interna, que aparentemente es más compleja que lo que sabemos en la actualidad. En este sentido, un equipo de investigadores de la Universidad de Nagoya, en Japón, descubrió en 2017 un hueco en el interior de la pirámide que había permanecido oculto. Dicho hueco, revelado empleando una técnica de rayos cósmicos, tiene una longitud de 40 metros, casi igual a la Gran Galería que da acceso a la cámara del rey.
Para profundizar en nuestro conocimiento sobre la pirámide de Keops, un grupo de especialistas encabezado por Alan Bross, del National Acelerator Laboratory, de los Estados Unidos, tiene en marcha un proyecto para investigar su estructura interna empleando igualmente técnicas de rayos cósmicos. Estos proyectos están descritos como en un artículo sometido el pasado 17 de febrero al sitio “arXiv”, que aloja manuscritos de investigación que no han pasado todavía el proceso de revisión por pares.
Habría que mencionar que, más que rayos cósmicos como tales, la técnica de Bross y colaboradores empleara muones producidos por estos rayos. Como sabemos, los rayos cósmicos son partículas de muy alta energía procedentes del espacio, los cuales, al penetrar a la atmósfera de nuestro planeta producen cascadas de partículas secundarias. Entre las partículas secundarias producidas se encuentran los muones. Estas partículas son débilmente absorbidas al penetrar a un material y por tanto son ideales para determinar su estructura interna.
En el caso de la pirámide a estudiar, si el material por el que atraviesa el haz de muones es roca sólida, sufrirá una cierta absorción que podrá ser determinada midiendo la cantidad de muones que emergen de la pirámide. Si, por otro lado, los muones en su camino encuentran un hueco, sufrirán una absorción menor que podrá ser determinada al salir de la pirámide. De esta manera podrán detectarse la presencia de huecos en el interior de la pirámide, e incluso cambios en la composición de los materiales sólidos que la componen. Además, llevando a cabo mediciones desde varios ángulos alrededor de la pirámide, los investigadores podrán localizar la posición de los huecos en el interior de la pirámide, de la misma manera en que un tomógrafo toma imágenes tridimensionales en el interior del cuerpo.
De este modo, con seguridad pronto tendremos noticias acerca de los secretos que guarda el interior la pirámide de Keops, que serán desvelados empleando técnicas que hace apenas un siglo habrían parecido de ciencia ficción. Un poco más difícil será desvelar los secretos de su historia en los últimos 4,500 años.
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