Hogar, dulce hogar

Mundos ficticios



Desde su invención hace más de un siglo, el cine ha sido una forma de entretenimiento enormemente atractiva. Por razones, además, variadas, dado que el cine aborda prácticamente cualquier tema y en circunstancias diversas. La película “Casablanca” de 1942, por ejemplo, está considerada por muchos como una de las mejores de todos los tiempos, a pesar de que cuando se filmó no se pensaba que sería una película excepcional.

Como sabemos, la acción de dicha película se sitúa en Casablanca, en el Marruecos francés, durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Francia había sido invadida por los alemanes y los Estados Unidos estaban a punto de entrar a la guerra. Se considera que Casablanca fue parte de la propaganda antinazi estadounidense. Al mismo tiempo, la película entrelaza historias de intriga, corrupción, altruismo y amor, entre Humphrey Bogart e Ingrid Bergman, que la hicieron grandemente atractiva. Esto último, a pesar de que Bergman superaba en altura a Bogart por cinco centímetros, lo que en ocasiones lo obligó a subirse a un banquito cuando apareció a su lado en la película.

Las películas tienen la habilidad de sumergirnos en situaciones que mucho o poco tienen que ver con la realidad. Así, una película nos permite viajar a la Luna o a Marte, o a las profundidades del océano, lo mismo que a versiones precisas o distorsionadas del pasado, reciente o remoto. Según los expertos, esta habilidad se potenciará con las nuevas tecnologías de inteligencia artificial para generar imágenes. En este sentido, en su último número, la revista de divulgación MIT Technology Review trae a colación la película corta “The Frost” –“La Escarcha”-, que es la primera compuesta por escenas -13 minutos en total- elaboradas totalmente por medio de un programa de inteligencia artificial a partir de un libreto.

Una versión gratis de “The Frost” puede ser encontrada en Internet. El argumento es simple: una mala manipulación de geoingeniería climática llevó a que la temperatura de la Tierra descendiera drásticamente, a un grado tal que solamente quedó habitable una pequeña región de la Antártida. En las escenas iniciales, en un paisaje congelado, aparece un grupo de personas en un campamento improvisado calentándose alrededor de una fogata y quejándose del frío extremo. Las escenas son extrañas, sin el movimiento fluido al que estamos acostumbrados. El movimiento de los labios al hablar tampoco nos parece natural.

Repentinamente, el grupo de personas recibe lo que interpretan como “la señal” que viene de lo alto de una montaña y se sienten obligados a ir a buscarla. En su ascenso a la montaña helada, uno de los miembros de grupo resbala y queda colgando de una cuerda, teniendo que ser sacrificado cortando la cuerda para evitar que arrastrara en su caída a otros compañeros. Enseguida, el grupo sufre el embate de una avalancha de nieve que sepulta a algunos. Escenas posteriores muestra a los sobrevivientes sentados en la nieve reponiéndose del desastre y finalmente arribando al lugar en el que se originó “la señal”.

En ese punto, la película retrocede cinco años, con la imagen de un científico percatándose que la intervención programada para modificar el clima de la Tierra tendrá efectos desastrosos. La película cambia enseguida al recinto de la ONU, mostrándonos un orador que habla del inminente lanzamiento de la misión para cambiar el clima del planeta. El lanzamiento se llevó a cabo sin importar las protestas del científico que alertaba sobre los efectos desastrosos que tendría. En este momento la película nos traslada a la montaña con el grupo de personas que ha alcanzado el lugar en el que se emite “la señal”, finalizando sin explicitar que fue lo que ocurrió después.

El argumento de “The Frost” es muy simple y la película está integrada por grupos de escenas que progresan por saltos. Claramente, la película no nos da la sensación de verosimilitud a la que estamos acostumbrados en el cine. Las escenas de “The Frost”, sin embargo, están elaboradas totalmente empleando una tecnología de inteligencia artificial. Así, se esperaría que en el futuro cercano la sensación de verosimilitud de películas similares mejore sustancialmente.

Por lo demás, los expertos van más allá y consideran las posibilidades de interacción del espectador con la película. Por ejemplo, la posibilidad de que el espectador pudiera manipular el fin de la película según sus preferencias. Así, de haberse filmado Casablanca 80 años después, el espectador podría, quizá, haber tenido la posibilidad de cambiar el fin de la película, de modo tal que Rick (Humphrey Bogart) y Ilsa (Ingrid Bergman) hubieran abordado juntos el avión que los sacaría de Casablanca. O incluso más allá, con la posibilidad de que el espectador mismo fuera protagonista de la película, en sustitución de Rick o de Ilsa, según fuera el caso.

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