El primer laboratorio científico de la historia

Crecimiento piramidal y fraudes



La cereza del pastel de la crisis financiera y económica que estamos padeciendo ha sido sin duda la acusación por fraude a Bernard Madoff por un total de 50,000 millones de dólares. De acuerdo con informaciones periodísticas, Madoff empleó un “Esquema Ponzi” para estafar esta asombrosa cantidad a inversionistas de todo el Mundo. Carlo Ponzi, por quién fue nombrado dicho esquema, fue un inmigrante italiano a los Estados Unidos que en la década de los veintes estafó millones de dólares a numerosos inversionistas en ese país, mediante un esquema de negocios que ofrecía altos intereses. Ponzi planteaba que podía obtener un beneficio comprando cupones de correo para gastos de devolución de piezas postales adquiridos fuera de los Estados Unidos, y venderlos ahí a un precio mayor dado el costo más bajo del servicio postal. El negocio de Ponzi generaba réditos extremadamente grandes y por lo tanto atrajo a un gran número de inversionistas. Estos réditos, sin embargo, no provenían del negocio planteado por Ponzi sino de los recursos que aportaban los inversionistas que recién ingresaban. De este modo, el negocio tuvo viabilidad en la medida que hubo un flujo de nuevos inversionistas aportando recursos; una vez que este flujo bajó, no hubo manera de pagar los altos réditos ofrecidos y el negocio se colapsó.

El esquema Ponzi es un caso particular de los negocios piramidales que están basados en el supuesto de que existe un número infinito de inversionistas dispuestos a participar. Otro ejemplo lo constituyen las llamadas pirámides o cadenas que de tiempo en tiempo aparecen tomando diferentes formas. Un esquema simple de esta última clase es el siguiente. La pirámide la inicia una persona que constituye su vértice, aportando una cantidad fija e invitando a dos personas a formar el segundo nivel de la pirámide. Los dos nuevos miembros están obligados a aportar la misma cantidad fija y a invitar cada uno de ellos a dos miembros que constituirán el tercer nivel. El proceso continua hasta un cuarto nivel con ocho miembros, punto en el cual el iniciador deja de pertenecer a la pirámide recibiendo íntegra, como beneficio, la aportación de los integrantes del cuarto nivel. A partir de aquí la pirámide se parte en dos de modo que los miembros del segundo nivel pasan a ocupar los vértices de las dos nuevas pirámides, repitiéndose a partir de aquí todo el proceso. Claramente, en cada paso del crecimiento piramidal se requiere doblar el número de participantes, de modo que en el momento que estos se agotan el negocio se colapsa y solamente algunos pocos de los iniciadores de la pirámide obtienen una ganancia, a expensas de aquellos que ingresaron posteriormente.

El crecimiento exponencial, que se presenta en las primeras etapas de un gran número de procesos, tanto naturales como producto de la actividad humana, es muy engañoso y por lo mismo peligroso. Viene aquí a colación la fábula del rey, situado unas veces en China y otras en la India, que quiso recompensar a quién lo enseñó a jugar ajedrez ofreciéndole cualquier cosa que él quisiera. Este hizo una petición que sorprendió al Rey por su aparente pequeñez: le solicitó que le diera tantos granos de arroz como fueran necesarios para colocar uno en la primera casilla del tablero de ajedrez, dos en la segunda, cuatro en la tercera, ocho en la cuarta, y así sucesivamente -doblando el número de granos entre dos casillas sucesivas, o sea siguiendo un crecimiento piramidal- hasta terminar con las 64 casillas de que se compone dicho tablero. La petición hecha al Rey, que en primera instancia pareciera pudiera cumplirse con uno o dos costales de arroz, es en realidad imposible de satisfacer pues requeriría, por ejemplo, de aproximadamente 1000 veces la producción mundial de arroz correspondiente al presente año.

Los esquemas piramidales de negocios son exitosos para los que los inician y fallan para los demás debido a las particularidades del crecimiento piramidal o exponencial. Entre estas particularidades se encuentra que es posible mantener el crecimiento en el número de inversionistas durante un cierto periodo inicial, durante el cual toda parece funcionar a la perfección. Llegado a un cierto valor crítico en el volumen de inversionistas participantes, sin embargo, no es posible seguir incrementándolo a la velocidad requerida y el esquema se colapsa. Cabe hacer notar que este es el fin inexorable de cualquier negocio piramidal, aunque en algunos casos los negocios terminan prematuramente debido a la intervención del Gobierno o de algún otro factor externo.

Aunque la esencia de los negocios piramidales es como se describe líneas arriba, en la práctica se presentan a los potenciales inversionistas de manera elaborada, de tal manera que es difícil en muchos casos identificarlos como tales. En este respecto, tomar conciencia de la naturaleza y las consecuencias del crecimiento piramidal o exponencial quizá nos sea de utilidad para no tomar decisiones las cuales después lamentemos.

Comentarios