Por lo demás, independientemente de contar o no con evidencia directa de sus protagonistas, sabemos que la agricultura y la domesticación de animales comenzó hace unos 12,000 años en el llamado “Creciente Fértil”, una zona con forma de luna creciente localizada en el Medio Oriente, y de manera independiente en otras partes del mundo en fechas variadas. Para explicar la aparición de poblaciones sedentarias, los expertos han ofrecido varias hipótesis.
Al respecto, preguntamos a ChatGPT y nos respondió que la aparición de la agricultura y la domesticación de animales tuvo varias causas. Entre ellas el cambio climático, que ocurrió con el fin de la edad del hielo y que trajo consigo un clima más cálido, húmedo y más estable, lo que permitió el cultivo de granos silvestres como el trigo y la cebada. Otra causa fue el incremento de la población que llevó a la necesidad de producir más alimentos. Una tercera causa fue la disponibilidad de especies de plantas y animales domesticables en la región de Creciente Fértil. Finalmente, considera que la aparición de herramientas para el cultivo y para la molienda y almacenamiento de granos incrementaron el valor de la agricultura, además de que resultaba más práctico establecerse en un lujar fijo, cerca de los campos agrícolas y los animales domésticos.
En base a lo anterior, la aparición de la agricultura y la ganadería habría sido impulsada por causas externas a los grupos de población: el cambio climático en primera instancia y las condiciones favorables que trajo al Creciente Fértil. Al respecto, sin embargo, un artículo aparecido esta semana en la revista norteamericana "Proceedings of the National Academy of Sciences" no concuerda del todo. Dicho artículo fue publicado por un grupo de investigadores encabezado por Alfredo Cortel-Nicolau del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, Leipzig.
En su artículo, Cortel-Nicolau y colaboradores sostienen que la interacción entre grupos de cazadores-recolectores y poblaciones sedentarias a lo largo de cientos de años constituyeron una fuerza que llevó a la extinción de la población nómada. Es decir, las poblaciones nómadas y sedentarias sostuvieron una lucha equivalente a la del depredador y su presa que, con el tiempo, llevó a la extinción de las primeras. Cortel-Nicolau y colaboradores describen esta lucha con un modelo matemático que les predice este resultado.
Habría que señalar que Cortel-Nicolau y colaboradores van más allá de sus especulaciones teóricas y aplicaron su modelo a tres casos: la península ibérica, Dinamarca y la isla japonesa de Kyushu. Para este propósito, determinaron en los tres casos la evolución del número de pobladores nómadas y sedentarios a lo largo del tiempo. Si bien no hay una medición directa de estos números, los investigadores consideraron en su lugar las muestras orgánicas datadas, que han sido publicadas por otros investigadores y que se sabe pertenecían a los grupos nómadas o sedentarios.
Encuentran Cortel-Nicolau y colaboradores concordancia con su modelo, si bien con particularidades en cada uno de los casos estudiados. Así, encuentran que en la península ibérica la población nómada empieza a decaer a partir de año 5,500 a.C., en la medida que la población sedentaria se incrementaba. En este caso el proceso de sustitución de poblaciones tomó unos 400 años. Para Dinamarca, dicho proceso tomó unos 600 años y se inició alrededor del año 4,000 a.C. Para Kyushu, el proceso se inició en una época más tardía, alrededor del año 1,000 a.C. y se extendió por 800 años.
De acuerdo a Cortel-Nicolau y colaboradores, la transición entre cazadores-recolectores y agricultores tuvo múltiples facetas. No solamente dependió de factores externos, como fue el cambio climático al final de la edad del hielo, sino también de factores al interior de las poblaciones nómadas y sedentarias en interacción, que eventualmente llevaría a la extinción de una de ellas y a la prevalencia de la otra. Y dentro de todas estas complicaciones, para entender la transición ciertamente ayudaría tener algunas “fotografías” de la época, como las que proporcionan las pinturas rupestres.
Comentarios
Publicar un comentario