Hogar, dulce hogar

Crónicas terrestres





En el año de 1950 el escritor estadounidense Ray Bradbury publicó su famosa novela de ciencia ficción “Crónicas marcianas” en la que relata una serie de expediciones desde la Tierra al planeta Marte que eventualmente llevaron a su colonización. La novela se sitúa entre los años 1999 y 2006, medio siglo adelante del tiempo en que fue escrita, y en la misma se describe como los viajeros encuentran una civilización marciana altamente desarrollada con nativos capaces de comunicarse telepáticamente, así como ruinas de gran antigüedad. Además, aunque la atmósfera marciana en la novela era muy tenue, contenía suficiente oxígeno de modo que los exploradores pudieron respirar y realizar actividades físicas moderadas sin necesidad de equipo especial. Los viajeros encontraron también agua en abundancia, así como los canales que el astrónomo italiano Giovanni Schiaparelli creyó observar a través del telescopio en la superficie marciana en 1877. Bradbury nos describe la llegada de colonizadores en número creciente y la construcción de pueblos con materiales llevados de la Tierra. Los marcianos, por su lado, fueron exterminados en masa por la varicela llevada a Marte por las primeras expediciones -de manera similar a como la población en México fue diezmada por la viruela traída por los conquistadores españoles en el siglo XVI-.

El Marte que encontraron las sondas Spirit y Opportunity de la NASA después de arribar a la superficie del planeta en el año 2004 -medio siglo después de la aparición de Crónicas marcianas- fue, sin embrago, muy diferente al Marte de Bradbury. Las primeras imágenes panorámicas enviadas por la sonda Spirit en enero de 2004 desde el cráter Gusev cerca del ecuador marciano, mostraron una planicie pedregosa y desolada con algunas elevaciones a kilómetros de distancia, sin rastros visibles de agua. La sonda Opportunity, que amartizó en el lado opuesto del planeta pocos días después del arribo del Spirit, lo hizo en el fondo de un pequeño cráter y de acuerdo con un comunicado de prensa de la NASA del 25 de enero de 2004, encontró un “paisaje surrealista y oscuro como nunca antes se había visto en Marte”.

Como sabemos, Marte es el cuarto planeta del sistema solar y se encuentra aproximadamente 1.5 veces más alejado del Sol que la Tierra. Marte recibe entonces menos radiación solar que nuestro planeta y es por lo tanto más frío, con una temperatura promedio de 63 grados centígrados bajo cero en comparación con la temperatura promedio terrestre que es de unos 14 grados centígrados. Por otro lado, la atmósfera en Marte es muy tenua con una presión que es solamente un 0.6 % de la presión atmosférica en nuestro planeta. Además, está compuesta en un 95 % de bióxido de carbono, con un porcentaje muy pequeño de oxígeno. Nos sería, pues, imposible respirar en la superficie de Marte sin la ayuda de un traje de astronauta. Es entonces impensable que pudiéramos colonizar Marte tal como lo describe Bradbury en su novela.

Sabemos también que, aunque la sonda Phoenix de la NASA que arribó al polo norte marciano en 2008 encontró hielo enterrado a poca profundidad, no hay agua en la superficie de Marte en grandes cantidades. La sonda Opportunity encontró, no obstante, que esto no ha sido siempre así y que en un pasado remoto sí existió agua líquida en Marte.

Bradbury sabía, por supuesto, que Marte no era como él lo describió en su novela y que, por ejemplo, los canales de Schiaparelli -que en algún momento se sostuvo fueron construidos por una civilización avanzada para transportar agua- en realidad habían sido producto de una ilusión óptica. Lejos de esto, Bradbury utilizó el tema de los viajes espaciales -que en la época no se veían lejanos por los avances en la tecnología de los cohetes que se habían dado durante y después de la Segunda Guerra Mundial- para tratar una serie de temas que le preocupaban, haciéndolo de una manera magistral y en un escenario inusual. Algunos de estos temas tenían que ver con críticas a la sociedad norteamericana de su tiempo e incluían al racismo, la guerra, las armas atómicas y la censura. También incluyó críticas a la sociedad capitalista que “si no ha puesto carritos de hot dogs en medio de templo de Karnak en Egipto, es porque está muy alejado y no sería redituable”.

Este último tema lo abordó con el argumento de que el planeta Marte podría ser severamente dañado por los colonizadores norteamericanos y en este punto Bradbury se adelanta varias décadas a su tiempo, dados los graves los problemas de contaminación ambiental que actualmente nos aquejan. Estos problemas son producto de una desenfrenada actividad industrial que, no obstante, no ha sido producto exclusivo de las economías capitalistas sino de las socialistas también.

Marte está en realidad demasiado alejado de la Tierra para llevar a cabo una colonización en un futuro cercano y las Crónicas marcianas no nos proporcionan en este respecto un panorama factible. Los temas que Bradbury trata en su novela, sin embargo, son en realidad problemas propios de nuestra civilización y dicha novela bien pudiera en cambio haberse titulado “Crónicas Terrestres”.

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