El primer laboratorio científico de la historia

Historia de Navidad



El 23 de diciembre de 1947, la víspera de la Nochebuena, los investigadores norteamericanos Walter Brattain y John Bardeen de los Laboratorios Bell de la compañía telefónica AT&T en Murray Hill, New Jersey, mostraban a sus directivos el primer transistor de la historia operando como tal. Brattain y Bardeen habían trabajado a lo largo de varios años en el desarrollo de un dispositivo compacto que sustituyera a los bulbos al vacío usados entonces en toda suerte de aparatos electrónicos y el transistor que entonces mostraban era el fruto de sus esfuerzos.

Aunque el modelo original de Brattain y Bardeen era crudo en extremo, demostraba que era efectivamente posible encontrar un sustituto de los bulbos al vacío, con una gran cantidad de ventajas potenciales, incluyendo un tamaño reducido, una mayor confiabilidad y un menor consumo de energía. William Schockey, también investigador de los Laboratorios Bell y que actuaba nominalmente como jefe de Brattain y Bardeen, hizo posteriormente contribuciones significativas que llevaron a una versión de transistor más elaborada y cercana a la actual. Por el desarrollo del transistor, a Brattain, Bardeen y Schockley les fue otorgado el premio Nobel de Física en el año 1956.

El transistor, que ha sido clave para el advenimiento de la “Era de la Información”, es catalogado como uno de los inventos más trascendentes del siglo XX por sus implicaciones sociales profundas. La red de comunicaciones Internet, por ejemplo, que es en último término producto del transistor, ha acercado al mundo haciendo posible el envío de grandes cantidades de información en forma de voz e imágenes, de manera instantánea y a prácticamente cualquier parte habitada del planeta. Por medio de Internet es factible igualmente encontrar información sobre esencialmente cualquier tema, lo cual constituye una contribución sin precedentes a la diseminación del conocimiento humano. De la misma manera, Internet ha posibilitado el nacimiento de las llamadas redes sociales que han revolucionado la comunicación personal.

Después de la demostración del transistor en diciembre de 1947, en el curso de dos décadas este dispositivo sustituyó a los bulbos al vacío en radios, televisores y en general en todo tipo de aparatos electrónicos –excepto en los muy especializados. Aquellos que tengan la edad suficiente recordarán que los radios y televisores de hace medio siglo eran voluminosos, usaban una gran cantidad de energía eléctrica y requerían de un tiempo considerable para encender. Todo esto cambió con el transistor.

Los primeros radios de transistores fueron creados por la compañía Texas Instruments y salieron al mercado en 1954. Al siguiente año, una pequeña compañía japonesa, que posteriormente se convertiría en la gigante Sony, empezó a vender igualmente radios de transistores en lo que constituyó la primera comercialización exitosa de un producto basado en estos dispositivos y con esto selló la suerte de los bulbos de vacío como elementos centrales de los aparatos electrónicos.

El transistor es el origen de toda la industria electrónica moderna. En particular, es el punto de partida del llamado “Valle de Silicio” en California, en donde se asienta una gran cantidad de industrias de alta tecnología y de hecho, la primera industria establecida en dicho valle fue “Schockley Transistor” –hoy desaparecida– fundada precisamente por uno de los inventores del transistor. Actualmente se producen desde transistores individuales hasta “chips” de silicio con cientos de millones de transistores.

El transistor en muchos sentidos modeló al mundo actual, no solamente posibilitando tecnologías como las de las telecomunicaciones y la computación, entre muchas otras, sino también por el impacto social que dichas tecnologías han tenido. Podemos, efectivamente, considerarlo entre las más grandes invenciones de la historia.

Por otro lado, el que la invención del transistor haya ocurrido circunstancialmente en la víspera de una Nochebuena nos motiva a una reflexión. Como sabemos, alrededor de las fiestas de Navidad y Año Nuevo nuestro país se semi-paraliza durante lo que en los últimos años hemos llamado, no sin sarcasmo, el “puente Guadalupe-Reyes”. El transistor es producto de una sociedad educada y tecnificada –con universidades y centros de investigación que se cuentan entre los mejores del mundo–, y con una marcada vocación por el trabajo que incluso produjo el transistor en la víspera de una Nochebuena. En México, en donde estamos a mucha distancia de alcanzar los niveles de desarrollo de los países industrializados, debemos de tomar las lecciones que nos proporcionan no solamente los Estados Unidos y demás países avanzados, sino también otros países subdesarrollados, como es el caso de China, que están superando su condición de manera acelerada a base de trabajo. Lejos de esto, en los últimos años tal parece que nos hemos afanado en crear más “puentes” los fines de semana. En lo que va del año, además del Guadalupe-Reyes, contabilizamos cinco.

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