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Desde el pasado día 7 y hasta el próximo 18 de diciembre se estará llevando a cabo en Copenhague, Dinamarca, la Conferencia sobre Cambio Climático organizada por la Organización de las Naciones Unidas con la participación de 192 países. Durante esta reunión se espera que se alcancen acuerdos sobre reducción de emisiones de gases de invernadero a la atmósfera que extiendan el protocolo de Kioto más allá del año 2012.

Como es del dominio público, los gases de invernadero que se han emitido a la atmósfera de manera creciente desde el inicio de la revolución industrial hace 200 años –mayormente dióxido de carbono–, han provocado un lento incremento en la temperatura de la Tierra que se anticipa será catastrófico si no se toman las medidas pertinentes. En efecto, la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera se ha elevado desde 280 partes por millón (ppm), valor que tenía en la etapa preindustrial, hasta 385 ppm en la actualidad. Esto ha provocado que a lo largo del último siglo se haya elevado la temperatura de la superficie de la Tierra por 0.75 grados centígrados. De seguir la tendencia actual, en poco más de treinta años la temperatura terrestre se habrá elevado dos grados centígrados por arriba del valor que tenía hace doscientos años, lo que muchos expertos consideran es el límite permisible.

El protocolo de Kioto establece el compromiso de reducir en el periodo 2008-2012 la emisión de gases de invernadero por un 5% con respecto a los niveles de 1990. A pesar de lo modesto de esta meta, sin embargo, el protocolo de Kioto no fue ratificado por los Estados Unidos, país que emite el 20% del total global de gases de invernadero con apenas el 4% de la población mundial.

Por otro lado, los países que más rápidamente están elevando su emisión de gases de invernadero son aquellos que están creciendo económicamente de manera más acelerada, como es el caso de China y la India. China, de hecho, recientemente superó a los Estados Unidos como el mayor emisor de dióxido de carbono del mundo, que ahora ocupa el segundo lugar por un margen estrecho. Los Estados Unidos, sin embargo, emiten per cápita cuatro veces más dióxido de carbono que China, y más del doble que el promedio de los países de la Unión Europea.

La emisión de dióxido de carbono a la atmósfera se reducirá en la medida en la que se racionalice el uso de la energía y se sustituyan a los combustibles fósiles por fuentes de energía no contaminantes, como es el caso de las energías solar y eólica. Algunos países de la Unión Europea son los que han mostrado mayor sensibilidad en este respecto. Dinamarca, por ejemplo, sede de la actual cumbre climática, obtiene de la energía del viento el 20 % de la electricidad que produce, además de que desalienta el uso del automóvil imponiendo altos impuestos. Los combustibles fósiles, sin embargo, no podrán ser eliminados totalmente, al menos al mediano plazo, y la acumulación de dióxido de carbono en la atmósfera se incrementará irremediablemente, en mayor o menor medida, en el futuro.

Por otro lado, aun con la incorporación paulatina de nuevas formas de energía renovable no contaminante, no podemos esperar que el actual modelo de industrialización basado en los combustibles fósiles pueda ser extendido al mundo subdesarrollado, que comprende cuatro quintas partes de la población mundial. Es decir, si el desarrollo industrial de una quinta parte de la población de mundo nos ha llevado al desastroso estado actual de contaminación ambiental y cambio climático, es impensable que nuestro planeta pueda soportar un desarrollo similar de las cuatro quintas partes restantes. En estas condiciones, muy probablemente los países subdesarrollados se mantendrán por largo tiempo en esa condición, mientras el mundo industrial cambia lentamente hacia una economía libre de carbón.

El 18 de noviembre pasado, el Fondo de Población de las Naciones Unidas publicó el informe del Estado de la Población Mundial 2009 en donde establece una relación entre el crecimiento de la población del planeta en el último siglo y el cambio climático. Aunque la ONU ha sido acusada de aprovechar el problema climático para impulsar políticas neo-malthusianas de control natal, es claro que nuestro planeta no tiene la capacidad suficiente para proporcionar a toda la población del mundo, presente y futura, el mismo nivel de vida –y el consumo energético que conlleva- del que disfrutan los habitantes de los países desarrollados. En estas condiciones, tiene sentido el llamado que hace en el documento de referencia el Fondo de Población de las Naciones Unidas para redefinir el concepto de progreso social.

En el contexto de las consideraciones anteriores, uno esperaría que en la cumbre climática de Copenhague hubiera consideración de parte de los países industrializados, causantes del desastre climático, hacia el mundo en desarrollo, que no va a tener las mismas oportunidades que ellos tuvieron. Esto, sin embargo, probablemente no sucederá.

no obstante, en emisión de dióxido de carbono per cápita, los Estados Unidos ocupan por mucho el primer lugar, superando por poco a Canadá.

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