Hogar, dulce hogar

En búsqueda de la invisibilidad



En la trama de la novela de H.G. Wells “El hombre invisible”, publicada en 1897, Griffin es un estudiante de medicina que deja la universidad para dedicarse a ciertas investigaciones que no quería compartir con su profesor. Griffin estaba interesado en desarrollar una poción para convertir en invisible a quién la bebiera y a eso dedicó todo su esfuerzo. Para sostener su trabajo de investigación incluso robó dinero a su padre, orillándolo por esto al suicidio. Al final sus esfuerzos dieron fruto y obtuvo la poción que buscaba, misma que probó consigo mismo haciéndose invisible.

Podemos ver un objeto debido a la luz que emite y que llega a nuestros ojos. Éste es el caso, por ejemplo, del Sol o de una lámpara eléctrica. Si el objeto no tiene luz propia –como más comúnmente ocurre–, podemos de cualquier manera verlo por medio de la luz que refleja. Incluso un objeto negro, que no refleja la luz, puede ser percibido por el ojo debido al contraste que presenta con los objetos a su alrededor, o bien por la sombra que proyecta.

Aunque normalmente el sentido de la vista nos da una información fidedigna acerca de los objetos a nuestro alrededor, en algunas ocasiones tenemos dificultad para percibir la existencia de un objeto si este no refleja o no absorbe suficiente luz. Pensemos, por ejemplo, en una ventana de vidrio de grandes dimensiones, la cual resulta casi invisible –y peligrosa– a menos que se le pongan algunas marcas opacas. Esto es debido a que el vidrio absorbe y refleja muy poca luz.

Para alcanzar la invisibilidad, el protagonista de la novela de H.G. Wells cambió las propiedades físicas de su cuerpo de modo que no reflejara ni absorbiera la luz, haciéndolo de esta manera indetectable. En realidad, la novela de H.G. Wells, escrita hace más de cien años, planteaba algo que se antoja difícil de realizar con el tejido orgánico de nuestro cuerpo sin que pierda sus funciones.

Hoy en día, un siglo después de publicado “El hombre invisible”, y con ideas muy diferentes a las planteadas por H.G. Wells, en varios centros de investigación en el mundo se está trabajando en el desarrollo de técnicas para hacer invisible un objeto. En un artículo publicado el pasado jueves en la revista “Science”, por ejemplo, investigadores del Karlsrhue Institute of Technology en Alemania y del Imperial College London en Inglaterra, reportaron un experimento en el que hicieron “desaparecer” una abolladura que había sido practicada en una delgada lámina de oro. Para lograr esto, cubrieron la superficie del oro con una capa, de 10 milésimas de milímetro de espesor, de un material hecho a base de un polímero comercial.

La capa empleada para ocultar la abolladura en el oro en el trabajo reportado en “Science” es un ejemplo de los llamados “Metamateriales”. Estos son materiales artificiales –es decir, no existentes en la naturaleza– que son diseñados para cumplir una función dada –en este caso la de ocultar un objeto. Los metamateriales tienen una estructura muy compleja, aunque puedan ser fabricados a partir de materiales comerciales. En el caso que nos ocupa, por ejemplo, la capa que “desapareció” la abolladura de la lámina de oro consistía de un arreglo tridimensional de pequeños cilindros del material polímérico, cada uno de ellos con un tamaño menor a una milésima de milímetro.

En contraste con lo planteado por H.G. Wells en su novela, las técnicas que actualmente se están desarrollando para hacer invisible un objeto buscan que los rayos de luz, más que atravesarlo, le den la vuelta. El objeto será de este modo indetectable pues no reflejará luz ni proyectará una sombra. No tendría así que ser transformado de ninguna manera para hacerlo transparente como ocurría en “El hombre invisible”: bastaría con rodearlo de una cubierta de un metamaterial adecuado.

No debemos pensar, sin embargo, que estamos cerca de poder hacernos de un abrigo –y de un gorro como complemento– que nos permita “desaparecer” de la vista de todo mundo. De hecho, como lo expresó uno de los integrantes del grupo de investigación alemán en una entrevista a “Science”, en su grupo no están en este momento considerando una aplicación concreta de su descubrimiento. Ésta, ciertamente, estaría todavía lejana.

Por otro lado, para una persona común y corriente, la invisibilidad, si bien tendría ventajas, podría resultar peligrosa. El protagonista del “El hombre invisible”, que se desquició por el poder que le daba su condición y buscaba dominar al mundo, murió finalmente linchado por una multitud. Su invisibilidad lo hacia inmune a los efectos de la luz; no lo hizo inmune, sin embargo, a los golpes, así hayan sido propinados a ciegas.

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