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En relación a la causa de la calvicie, Morales llegó a sus conclusiones comparando el aparente número de calvos en los países industrializados con el correspondiente número en la población indígena en Bolivia, poniéndose él mismo como ejemplo. Los comentarios de Evo Morales produjeron reacciones negativas en todo el mundo y fueron tachadas de no tener fundamento científico. Tomando un punto de vista abierto e invocando la libre discusión de ideas, sin embargo, debemos quizá considerarlas como hipótesis basadas en la observación de hechos naturales. Atendiendo al método científico, sin embargo, habría que validarlas con más observaciones o a la luz del resultado de experimentos diseñados expresamente para este propósito.
Tratadas de este modo, las afirmaciones de Evo Morales resisten poco. Por ejemplo, se puede señalar que mucho antes de que se desarrollaran los trasngénicos ya existían personas calvas. Entre éstos –de diversas épocas y con diferentes grados de calvicie– podemos contar a Sócrates, Julio César, Leonardo da Vinci, Charles Darwin, Piotr Ilich Chaikovsky, Miguel Hidalgo, Vladimir Ilich Lenin y los físicos Max Planck y Enrico Fermi. Hay evidencia, incluso, de que existieron calvos hace miles de años, como concluye un grupo internacional de investigadores encabezado por Morten Rasmussen de la Universidad de Copenhague. Este grupo analizó el ADN de los cabellos de un individuo que vivió en Groelandia hace 4000 años, encontrando que tenía una predisposición a la calvicie. El estudio fue publicado en la revista “Nature” en febrero del presente año.
Otro escollo mayúsculo que enfrentan los planteamientos de Morales es que en realidad a los pollos no se les dan de comer hormonas. Se puede señalar, por ejemplo, que la “Food and Drug Adminstration” de los Estados Unidos prohíbe su uso en pollos –aunque si permite su uso en pequeñas cantidades en la alimentación del ganado bovino. De todo lo anterior, podemos entonces concluir que, efectivamente, Evo Morales hizo sus comentarios de manera precipitada y con poco sustento científico.
La Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra, según Evo Morales, fue necesaria por el fracaso de la reunión sobre cambio climático realizada en Copenhague, Dinamarca, el pasado diciembre, y en la que no se pudieron establecer metas cuantitativas de reducción de gases de invernadero. La conferencia de Cochabamba emitió un comunicado, el “Acuerdo de los Pueblos”, en el que demanda que los países industrializados, causantes del calentamiento global, se hagan cargo de poner remedio a la crisis climática. Entre otras cosas, dicho comunicado plantea la exigencia de que los países industrializados reduzcan en un 50% sus emisiones de gases de invernadero con respecto a los niveles de 1990, así como el establecimiento de un “Fondo de Adaptación” para “enfrentar el cambio climático”, manejado por los países en desarrollo.
Se propone igualmente la creación de un “Tribunal Internacional de Justicia Climática y Ambiental que tenga la capacidad jurídica vinculante de prevenir, juzgar y sancionar a los Estados, las Empresas y personas que por acción u omisión contaminen y provoquen el cambio climático”. Se plantea también que “Es deber de los países desarrollados compartir su tecnología con países en desarrollo, crear centros de investigación para la creación de tecnologías e innovaciones propias, así como defender e impulsar su desarrollo y aplicación para el vivir bien”.
Al margen de que algunos de las exigencias contenidas en el Acuerdo de los Pueblos son claramente inviables –como ciertamente lo es la reducción en un 50% de las emisiones de gases de invernadero en un lapso de 10 años–, los planteamientos del documento son moralmente justos. Es decir, si los países industrializados son mayormente los causantes de la contaminación atmosférica que padecemos, justo es que cubran igualmente la mayor parte del costo que implica remediarla.
No podemos asumir, sin embargo, que una consideración moral sea suficiente presión para los países ricos. En particular no podemos esperar que de manera espontánea nos transfieran su tecnología y nos ayuden a establecer centros de investigación e innovación como se plantea en el Acuerdo de los Pueblos. Aun si se diera el caso, la mayor parte de los países en desarrollo, que no cuentan con una adecuada infraestructura científica y tecnológica, no tendrían la capacidad de absorberla. El discurso desinformado y descuidado de Evo Morales, sin dejar de reconocer que ha sido magnificado por los medios y quizá sacado de contexto, es un reflejo de esta situación.
Una cosa es clara: si los países en desarrollo no se ayudan a si mismos creando sus propias infraestructuras de investigación científica y tecnológica, difícilmente alguien más las creará por ellos.
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