El primer laboratorio científico de la historia

Una luz muy especial



El próximo mes de mayo, el láser, uno de los mayores inventos del siglo XX, cumplirá 50 años de existencia. Este dispositivo nació en mayo de 1960 en los laboratorios de investigación de la compañía Hughes Aircraft de Malibú, California. Su inventor fue Theodore Maiman, quién se adelantó a muchos otros investigadores en la carrera por construir el primer láser de la historia. Maiman publicó su descubrimiento en la revista “Nature” en agosto de 1960.

La invención de Maiman constituyó un avance científico de gran importancia que llevó a la práctica ideas teóricas sobre las posibilidades de fabricar un dispositivo con las características de un láser. En un inicio, sin embargo, y no obstante el gran avance científico que constituyó, no se le avizoraban al láser mayores aplicaciones; de hecho, fue calificado de “invento en busca de una aplicación”. Al final, a 50 años de su invención, el láser ha tenido un impacto práctico enorme, comparable al que tuvo el transisitor.

La utilidad de los láseres tiene que ver con las características muy especiales de luz que producen, la cual es radicalmente diferente de la emitida por las fuentes ordinarias –el Sol, por ejemplo–. Si comparamos la luz emitida por un apuntador láser con aquella que proviene de un foco incandescente, notamos la luz del apuntador viaja en línea recta y tiene un color puro –frecuentemente rojo–, mientras que la luz del foco viaja en todas direcciones y tiene un color rojizo, resultado de la mezcla de varios colores puros. La propagación en línea recta y la pureza de color son dos atributos que podemos encontrar en la luz láser y difícilmente en la luz ordinaria.

Aprovechando su propagación rectilínea, por medio de un láser podemos, por ejemplo, medir distancias con gran precisión. Así, se han hecho mediciones muy precisas de la distancia entre la Tierra y la Luna dirigiendo un láser hacia la superficie de nuestro satélite natural y tomando el tiempo que tarda en ir y venir después de reflejarse en su superficie –para esto se emplean los espejos que los astronautas del proyecto Apolo colocaron en la superficie de la Luna hace cuarenta años–. Este tipo de mediciones difícilmente podría hacerse con luz ordinaria que se propaga en todas direcciones.

Sin láseres, el mundo sería hoy en día muy diferente. No existirían, por ejemplo, los discos compactos (CDs) –que utilizan un láser para reproducir la música o el video grabado en ellos– y muy probablemente seguiríamos usando cintas magnéticas para escuchar música. De la misma manera, no existirán los lectores de códigos de barras que se emplean en las cajas registradoras de los supermercados, lo que haría que nuestras compras tomaran considerablemente más tiempo. No contaríamos tampoco con impresoras láser, con toda la conveniencia que representan, ni tendríamos a nuestra disposición técnicas oftálmicas que emplean láseres para corregir en un instante la miopía o el astigmatismo, o bien para fijar una retina desprendida. Los láseres se emplean también para cortar y soldar metales, en sistemas de tomografía óptica para ver el interior del cuerpo humano, y para medir la contaminación atmosférica, entre muchas otras aplicaciones.

Entre las múltiples y variadas áreas de aplicación de los láseres, las telecomunicaciones es posiblemente el campo en donde estos dispositivos han tenido su mayor impacto. En efecto, hoy en día las comunicaciones de larga distancia están dominadas por los sistemas de comunicación basados en fibras ópticas, y el láser –que es el dispositivo generador de la señal que ha de ser trasmitida por la fibra– es uno de sus elementos esenciales. El desarrollo que han alcanzado las telecomunicaciones, por otro lado, ha tenido un gran impacto social; esto es sobre todo cierto en relación a la red Internet, que ha establecido nuevas formas de interacción personal y de intercambio de conocimientos, incluyendo las llamadas “redes sociales”.

En referencia a lo anterior, la red Internet ha tenido un crecimiento explosivo en las últimas dos décadas. Según datos de la Unión Internacional de Telecomunicaciones, organismo de la Organización de Naciones Unidas, el número de usuarios de Internet en los países desarrollados alcanzó en el año 2007 la cifra de 62 usuarios por cada cien habitantes. En los países en desarrollo las cifras son menores, pero en cambio el crecimiento es acelerado. Según la misma fuente de Naciones Unidas, el número de usuarios de Internet por número de habitantes en los países en desarrollo creció exponencialmente en el periodo 2000-2007, doblándose aproximadamente cada dos años y medio y alcanzando en 2007 una cifra de 17 usuarios por cada cien habitantes. En la actualidad un cuarto de la población mundial está conectada a Internet y con seguridad, dadas las tasas de crecimiento, en pocos años este porcentaje será mayoritario.

Nuestros tiempos se caracterizan por avances tecnológicos sin precedentes y el láser es uno de los más significativos. Muchas aplicaciones se le han encontrado y con seguridad muchas más se le encontrarán en el futuro a ésta, una luz muy especial.

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