Hogar, dulce hogar

Prever el futuro



Quienes vivimos en la Ciudad de San Luís Potosí hemos podido constatar la congestión vehicular que a lo largo de los últimos años se ha dado de manera creciente en nuestras calles, sobre todo a las horas pico. Este problema, que durante décadas ha afectado a la Ciudad de México, se ha hecho cada vez más presente en San Luís Potosí y en otras ciudades similares de nuestro País.

Una ojeada a datos estadísticos del INEGI nos muestra que, efectivamente y de acuerdo con nuestras apreciaciones, el número de vehículos automotores en nuestra ciudad está creciendo de manera acelerada. Un análisis de dichos datos nos indica que este número se duplica aproximadamente cada nueve años, tendencia que se ha mantenido desde mediados de la década de los años ochenta y hasta cuando menos 2008 –último año reportado en las estadísticas del INEGI–. De este modo, a lo largo del último cuarto de siglo el número de vehículos en la ciudad de San Luís Potosí ha crecido exponencialmente con un periodo de duplicación inferior a una década, con todos los peligros que esto representa.

Así, mientras que en 1988 circulaban en nuestra ciudad poco más de 66,000 vehículos, este número aumentó a más 360,000 en 2008, lo que representa un incremento de más de 400 % en un lapso de 20 años. Este incremento está en marcado contraste con el correspondiente incremento de la población de la Ciudad de San Luís Potosí de menos de un 100 % en el mismo periodo.

De acuerdo con los números anteriores, para manejar el creciente número de vehículos automotores, en el último cuarto de siglo la ciudad de San Luís Potosí tendría que haber multiplicado por un factor de casi ocho la capacidad de sus calles y vías rápidas para manejar el creciente tráfico vehicular. La dificultad de lograr esto explica las también crecientes dificultades que ahora experimentamos para circular en la ciudad.

Dada la marcada disminución en la producción de vehículos en México en el año 2009 por la crisis económica –de un 28%, según datos de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA)–, es esperable que el ritmo de crecimiento en el número de automotores haya disminuido –lo que nos habría dado a los automovilistas una suerte de respiro: un punto positivo entre el cúmulo de problemas que nos acarrea la crisis económica–. Es posible, sin embargo, que el ritmo de crecimiento de los automotores circulantes se recupere una vez superada esta crisis –de hecho, según datos de la AMIA, la producción de automóviles alcanzó en los primeros cinco meses de 2010 las mismas cifras de los correspondientes meses de 2008, lo que significaría que la recuperación ya se alcanzó o va en camino de lograrse.

Por otro lado, como nos lo demuestra el caso de la Ciudad de México, ganarle la carrera al crecimiento acelerado del número de automóviles es punto menos que imposible, pues las soluciones siempre van atrás del problema. De acuerdo a las estadísticas del INEGI, la tasa de incremento promedio del número de vehículos en el Distrito Federal en el periodo 1980-2003 fue considerablemente menor –y con altibajos– que el que actualmente se observa en nuestra ciudad. Es posible, sin embargo, que esto obedezca a una especie de límite natural o imposibilidad física para circular en un espacio reducido –o posiblemente también al proceso de descentralización de la capital del país hacia los estados que incluye la descentralización de los congestionamientos de tráfico–. A partir de 2003, sin embargo, la tasa de incremento de vehículos en el Distrito Federal alcanzó valores similares a los de San Luís Potosí. Esto pudiera deberse a la puesta en funcionamiento de los primeros “segundos pisos”.

La industria automotriz es una de las más importantes en nuestro País, representando el 3% del producto interno bruto y el 3% del empleo. Frente a todas sus virtudes, sin embargo, la producción sostenida de automóviles y las facilidades para adquirirlos están congestionando las calles de nuestras ciudades y contaminando la atmósfera con desechos tóxicos y gases de invernadero. Si bien esto por ahora podría considerarse un mal necesario –dadas las condiciones de fragilidad económica del País–, en un futuro inmediato debe contemplarse seriamente un cambio en nuestro estilo de vida, privilegiando el transporte público por sobre el transporte en automóviles.

De seguir creciendo el número de automóviles en San Luís Potosí a la tasa actual, en menos de una década la ciudad tendría que duplicar la capacidad de sus calles para manejar el tráfico vehicular; y esto solamente para conservar el actual estado de cosas. De otro modo pudiéramos llegar a una situación en la que el número de automóviles en la ciudad se autolimite simplemente porque no habría suficiente espacio para su circulación. Si fuera éste el caso, seguramente en una década se considerarán a los automóviles más como una “plaga” que como una ventaja.

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