El primer laboratorio científico de la historia

Asunto de hormigas



Las hormigas de la especie “Solenopsis invicta”, que son originarias de Sudamérica pero que han infestado el sur de los Estados Unidos desde la década de los años 30, tienen una curiosa –y al mismo tiempo efectiva– manera de sobrevivir a las inundaciones: se agrupan y forman con sus cuerpos una balsa flotante que navega hasta que encuentran tierra firme y pueden desembarcar en forma segura. Las hormigas son entonces al mismo tiempo la balsa y los pasajeros.

La balsa-hormiga está formada de dos capas, una capa inferior que permanece sumergida en agua y que está constituida por hormigas que se enlazan firmemente unas con otras por medio de sus patas y mandíbulas –y están por tanto inmóviles– y una capa o capas superiores que sobresale del agua formado por hormigas libres de moverse.

Si bien es posible que las hormigas del fondo hubiesen preferido viajar en el piso superior de la balsa, éstas optan por sacrificarse por el bien de todo el grupo. El sacrificio, sin embargo, es solamente durante la travesía, pues al final de la misma, y en el supuesto de que la balsa llegue a un lugar seguro, todas las hormigas –las “de arriba” y las “de abajo”– tienen un final feliz.

De todo esto surge una primera pregunta: ¿cómo es que las balsas-hormiga se las arreglan para flotar? Como sabemos, las balsas ordinarias están construidas con materiales ligeros –como la madera– que flotan por sí solos. Las hormigas, sin embargo, son más densas que el agua y en principio no podrían flotar.

Para encontrar una respuesta a esta y otras preguntas, un grupo de científicos del Instituto Tecnológico de Georgia en los Estados Unidos llevó a cabo un estudio detallado del comportamiento de las hormigas de referencia cuando se les coloca en agua. Los resultados del estudio fueron publicados en forma electrónica el pasado 25 de abril en las Memorias de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos. Se encontró que las balsas-hormiga emplean como flotadores bolsas de aire atrapado entre los cuerpos de sus integrantes –lo que es equivalente a los flotadores de aire que usan los niños cuando están aprendiendo a nadar.

Este resultado, además, responde a una segunda pregunta relativa a la manera en que las hormigas de la capa sumergida pueden sobrevivir por días o semanas en esa posición: lo hacen porque toman el aire que necesitan para respirar de dichos flotadores. Están entonces en buena medida secas a pesar de estar por debajo de la línea de flotación. Así, en efecto, las hormigas “de abajo” se sacrifican pero hasta cierto punto.

Tal como asientan los autores del artículo de referencia, “Sin tomar en cuenta su tamaño diminuto y sus deficiencias, las balsas de hormigas tienen características atractivas con respecto a los dispositivos para flotar hechos por el Hombre. De manera simultánea proporcionan cohesión y flotabilidad a sus pasajeros, además de ser repelentes al agua. Pueden ser construidas rápidamente –en aproximadamente minuto y medio– sin ninguna clase de equipo. Pueden transportar a miles de millones de pasajeros con cero bajas. Pero quizá lo más impactante es que son auto ensambladas”.

Además, cuando una hormiga de la capa superior es removida, su lugar es automáticamente ocupado por una hormiga de la capa inferior. Las balsas-hormiga tienen entonces la capacidad de “auto curarse” después de sufrir una “herida”. Las capacidades de auto cura y auto ensamble son, de acuerdo a los autores del artículo que nos ocupa, “características de los seres vivos”. Así, las hormigas de la especie “Solenopsis invicta” cuando están amenazadas por el agua –y al margen de lo caótico de sus movimientos–, se organizan y actúan como un “súperorganismo” para sobrevivir.

El comportamiento organizado de las hormigas “Solenopsis invicta” está en aparente contraste con nuestro comportamiento como humanos, el cual está en ocasiones lejos de ser cooperativo. Pensemos, por ejemplo, en las guerras que han sido una constante en la historia de la civilización, en la compañías generadoras de energía nuclear que anteponen las ganancias a la seguridad de la población, o en la cámara de diputados caracterizada por los constantes desencuentros entre sus miembros. Las hormigas, no obstante, son “máquinas” considerablemente más simples que un humano y tienen muchas menos opciones para actuar en una determinada circunstancia. Esperaríamos entonces que se pusieran más fácilmente de acuerdo, como efectivamente ocurre.

No todo, sin embargo, es color de rosa con las hormigas “Solenopsis invicta” –que de hecho son rojas–. En efecto, si bien algunas de las hormigas “de abajo” en las balsas estuvieron siempre ahí, otras residan originalmente en la parte alta y habrían descendido, no por cuenta propia, sino “obligadas” por sus congéneres.

El artículo que nos ocupa incluye videos fascinantes del proceso de formación y de la fortaleza de las balsas-hormiga que se pueden consultar en la siguiente dirección electrónica: http://www.pnas.org/content/early/2011/04/20/1016658108/suppl/DCSupplemental

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