El primer laboratorio científico de la historia

Después de Fukushima



Según la policía japonesa, como lo informa la agencia de noticias Kyodo, en un radio de 20 kilómetros alrededor de la planta nuclear de Fukushima, podría haber hasta 1,000 cuerpos de víctimas del tsunami del pasado 11 de marzo que no han podido ser recuperados por temor a la radiación. Dichos cuerpos estarían severamente contaminados por las emisiones radiactivas de la planta y aun si fueran recuperados se tendrían dificultades para su manejo. No podrían ser cremados, pues cabría la posibilidad de esparcir una nube radiactiva de humo en la atmósfera, ni podrían tampoco ser enterrados, ya que contaminarían el suelo. Tendrían entonces que ser descontaminados, lo que los dañaría en forma severa.

Lo anterior refleja de manera dramática los peligros que representa la industria nucleoeléctrica, que maneja materiales altamente tóxicos que pueden ser dispersados en el medio ambiente por un accidente o contingencia con resultados desastrosos.

El accidente de Fukushima ha incrementado la oposición en algunos países a la industria nucleoeléctrica, aunque muchos consideran, por el contrario, que es una alternativa viable a las plantas termoeléctricas para la generación de energía eléctrica; esto, a fin de limitar la emisión de los gases de invernadero a la atmósfera causantes del calentamiento global.

Si no es la energía nuclear ¿qué otras fuentes de energía están disponibles para tal propósito? La más obvia es la energía solar, que es abundante y prácticamente inagotable. En efecto, sobre la superficie de la Tierra incide una cantidad de energía varios miles de veces superior a la consumida a nivel global; lo seguirá haciendo, además, por varios miles de millones de años. La energía solar es adicionalmente limpia, pues no contamina ni emite gases de invernadero.

La radiación del Sol puede ser capturada empleando espejos para calentar un fluido y con éste mover una turbina y un generador de electricidad –de manera análoga esto último a como lo hacen los reactores nucleares–. Puede ser igualmente capturada por medio de celdas solares para producir directamente energía eléctrica. El Sol es la causa última del viento y de la lluvia que alimenta ríos y llena represas, de modo que la energía hidroeléctrica y la energía eólica pueden verse como formas particulares de energía solar.

Se dice también que la energía solar es gratis. Esto sólo cierto si no tomamos en cuenta que la construcción de los dispositivos e instalaciones para su captura y conversión requirió de consumir una cierta cantidad de energía. Así, lo que es importante es cuanta energía entrega una instalación dada a lo largo de toda su vida de trabajo, en comparación con la energía empleada en construirla. Esta energía varía grandemente según el tipo de instalación. Así, una planta a base de celdas solares genera en todo su tiempo de operación –unos 25 años– entre 3 y 6 veces la energía que fue empleada en construirla. Una central hidroeléctrica, en contraste, puede generar más de 200 veces la energía necesaria para construirla.

Igualmente, la energía solar será limpia solo en la medida que descontemos los gases de invernadero generados durante la construcción de la instalación solar.

Hoy en día la energía que se consume en el mundo proviene mayormente de los combustibles fósiles –gas, carbón y petróleo– con un 87% del total. Las dos siguientes fuentes más importantes de energía son la nuclear y la hidroeléctrica, cada una contribuyendo con alrededor del 6% de la energía consumida a nivel global. En contraste, las energías renovables, con la excepción de la hidroeléctrica, contribuyen con apenas un 1% de total de la energía consumida por el mundo.

Hay países, sin embargo, en donde las energías renovables juegan un papel importante. Por ejemplo, el pasado 1 de abril el diario español “El País” destacó que la energía eólica ocupó por primera vez durante el mes de marzo del presente el primer lugar en producción de energía eléctrica en España. La energía eólica contribuyó con el 21% de la electricidad total generada, contra el 19% de la energía nuclear y el 17% de la hidroeléctrica.

El cambio climático que está experimentando nuestro planeta demanda una reducción de la emisión de los gases de invernadero a la atmósfera. Esto requiere del uso de fuentes limpias y renovables de energía basadas en la radiación solar. La energía nuclear, como nos lo enseña la experiencia de Fukushima, está lejos de constituir una fuente de este tipo.

En realidad, puede convertirse en una fuente de contaminantes altamente tóxicos.

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