El primer laboratorio científico de la historia

¿Crisis en puerta?



Como lo explicó el Dr. Mario Molina, premio Nobel de Química 1995, durante su presentación el pasado jueves al recibir el doctorado Honoris Causa de la Universidad Autónoma de San Luís Potosí, la emisión de gases de invernadero por el uso indiscriminado de combustibles fósiles ha elevado su concentración en la atmósfera terrestre a niveles sin precedente en cientos de miles de años. Esto ha llevado a un incremento concurrente de la temperatura de la superficie de la Tierra que, entre otras cosas, ha reducido el volumen de hielo en las regiones ártica y antártica y ha aumentado la ocurrencia de eventos climáticos extremos en todo el mundo. Así, aunque no es posible asegurarlo con un cien por ciento de certeza, muy probablemente el desarrollo industrial del mundo ha tenido también un impacto negativo global que está cambiando la faz del planeta.

No es el clima, sin embargo, la única víctima del desarrollo acelerado que ha experimentado el mundo en los últimos doscientos años desde el inicio de la revolución industrial; otra víctima en este respecto ha sido las reservas de agua dulce del planeta, que en muchas regiones están decayendo a una velocidad mayor con la que son reemplazadas. Un ejemplo de esto se da en la región noroeste de la India, en la frontera con Pakistán –con un área de medio millón de kilómetros cuadrados–, en donde los acuíferos han declinado su nivel entre 2002 y 2008 a una razón de 30 centímetros anuales.

Lo anterior se desprende de un estudio llevado a cabo por investigadores de la NASA y de la Universidad de California en Irvine a partir de datos satelitales. La técnica empleada para dicho estudio está basada en la medición de los cambios en la fuerza de gravedad de la Tierra por el desplazamiento de grandes volúmenes de agua.

Se emplearon para el estudio datos proporcionados por dos satélites gemelos propiedad de la NASA, los cuales fueron puestos en órbita en marzo de 2002 con el objeto, precisamente, de estudiar la fuerza gravitacional terrestre. Los satélites orbitan a una altura de 500 kilómetros sobre la superficie de la Tierra, manteniendo una separación entre ellos de unos 220 kilómetros.

Esta separación, sin embargo, sufre cambios minúsculos cuando un acuífero cambia su volumen de agua y modifica la gravedad de la Tierra. Así, la disminución del volumen del acuífero en un cierto periodo de tiempo puede ser conocida a través del cambio en la separación de los dos satélites, cambio que puede ser medido con una gran precisión por medio de rayos de microondas intercambiados entre los mismos.

Además, según Mathew Rodell, del Goddard Space Flight Center de la NASA, es posible detectar cambios tanto en aguas superficiales como en aguas profundas, haya o no haya luz de día o claridad en el cielo, pues “la gravedad atraviesa todos los materiales”.

Medir el cambio en el volumen de agua de un depósito subterráneo de manera remota y desde el espacio parece cosa de magia. Existe hoy en día, sin embargo, el conocimiento y las tecnologías necesarias para llevarlo a cabo. Entre estas últimas se cuentan no solamente aquellas que permiten poner dos satélites en órbita y medir de manera precisa los cambios de distancia entre ellos, sino también a la tecnología de cómputo sin la cual no sería posible analizar los datos entregados por los satélites a fin de desentrañarlos y obtener la información de interés.

No está por demás señalar la gran conveniencia de una técnica para medir desde el espacio –por métodos sorprendentes y no convencionales– el estado de los acuíferos del mundo, aunque esta técnica sea necesariamente complementaria a otros métodos de medición a nivel de la superficie de la Tierra.

Por otro lado, mediciones por satélite similares a las realizadas en el noroeste de la India indican que en el Valle de San Joaquín, en California, Estados Unidos, el nivel de las aguas subterráneas está también descendiendo paulatinamente, lo que significa que la velocidad con que se les está extrayendo el agua es más grande que aquella con que ésta es reemplazada por medios naturales.

Estos estudios, al igual que otros realizados con técnicas diferentes, indican que en muchos lugares del mundo los mantos acuíferos se están agotando por la sobre explotación a la que están sujetos y que en las próximas décadas el mundo bien podría sufrir una crisis por la falta del vital líquido.

Cuando esto ocurra tendremos una indicación más de que, efectivamente, hemos estado abusando del planeta por un buen número de años.

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