El primer laboratorio científico de la historia

¿Qué tanto es tantito?



La idea de que la Tierra se está calentando, posiblemente como resultado de acciones nuestras, tiene entre el público en general –como es natural– tanto quien la apoye como quien la rechace. Al respecto, si en estos momento hiciéramos una encuesta, con los calores que hemos sufrido en las últimas semanas posiblemente encontrásemos más apoyadores que detractores de esta idea –aunque en medio de un invierno más frío que lo usual, posiblemente pensáramos diferente.

El calentamiento global, por otro lado, no es de ninguna manera un asunto de encuestas de opinión; lejos de esto, hoy en día es un hecho apoyado por datos científicos duros y por tanto es difícil de refutar. Está también bien establecido que con toda probabilidad dicho calentamiento es debido a la emisión de dióxido de carbono a la atmósfera por la quema de combustibles fósiles –petróleo, gas y carbón– que ha ocurrido en los últimos dos siglos a partir de la revolución industrial.

La cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera es diminuta –menos de 0.04 por ciento – y sin embargo tiene una influencia determinante sobre el clima de la Tierra. Es tan grande su influencia que incluso ha sido llamado el “termostato del planeta”: si su concentración sube o baja, la temperatura de la superficie terrestre de manera correspondiente sube o baja. Este es el comportamiento que ha seguido la Tierra a lo largo del último medio millón de años.

Hay que mencionar, por otro lado, que es riesgoso culpar al calentamiento global de un evento climático en particular –la actual ola de calor, por ejemplo–. Dicha culpabilidad tendría que establecerse, en su caso, en base a una estadística que demuestre que por un periodo de tiempo suficientemente largo, a partir de que la temperatura de la Tierra empezó a elevarse de manera más marcada hace medio siglo, ha habido un incremento en la frecuencia con que ocurren dichos eventos.

En caso de que se encontrara que el calentamiento global esté efectivamente incrementando la frecuencia de eventos climáticos fuera de lo normal tendríamos motivos de alarma y enfrentaríamos una perspectiva futura nada halagüeña. La mala noticia es que desgraciadamente hay evidencia de que éste es el caso.

Tenemos, por ejemplo, que en un artículo publicado en el año 2006 en la revista “Journal of Geophysical Research” por un grupo de investigadores de varias instituciones alrededor del mundo –incluyendo México– encabezados por L.V. Alexander de la Universidad Monash en Australia, se muestra que el número de noches por año con temperaturas cálidas en el 70 % de la superficie terrestre estudiada, aumentó significativamente entre los años 1951 y 2003, al mismo tiempo que disminuyó el número de noches frías en ese mismo periodo.

Los climatólogos predicen también que por el calentamiento global en el futuro padeceremos de olas de calor más intensas, frecuentes y de mayor duración. Predicen igualmente que por el desequilibrio climático algunas regiones de la superficie de la Tierra se harán más húmedas –al aumentar la temperatura terrestre hay una mayor evaporación de agua hacia la atmósfera y por lo tanto ocurren mayores precipitaciones pluviales–, al mismo tiempo que otras se volverán más secas.

Cabe preguntarse si el calentamiento global puede revertirse. Se sabe que en gran medida éste se debe a la emisión de dióxido de carbono a la atmósfera por la quema de combustibles fósiles. Como un medio para combatir el calentamiento global debe entonces moderarse el uso de dichos combustibles.

Los combustibles fósiles, sin embargo, aportan en la actualidad más del 85 % de la energía consumida por el mundo y cabría esperar que deshacernos de ellos no constituirá una empresa sencilla. Esto, por más que con toda seguridad aumentará sustancialmente en el futuro la generación de energía por fuentes renovables –solar y eólica–. De hecho, según proyecciones del Departamento de Energía de los Estados Unidos, el uso del carbón se incrementará sustancialmente en las próximas décadas, lo mismo que el del gas natural.

Nos tendremos pues que ir acostumbrando a olas de calor más intensas y frecuentes, lo mismo que a sequías e inundaciones más severas, entre otros fenómenos climáticos extremos. Y todo por culpa de un incremento de la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera de apenas un 0.01 por ciento.

Hay veces que la pregunta ¿qué tanto es tantito? tiene respuestas sorprendentes.

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