El primer laboratorio científico de la historia

Verdades de Perogrullo



En lo que quizá parezca una verdad de Perogrullo, de un estudio reciente llevado a cabo por investigadores de la Universidad Estatal de Michigan, encabezados por William Schmidt –y publicado el pasado 10 de junio en la revista “Science”– podríamos concluir que los mejores maestros de matemáticas de la escuela secundaria son por lo general aquellos que más saben del tema –aunque habrá, sin duda, sus excepciones.

Lo anterior se desprende de este estudio en el que se comparan los resultados de una prueba llevada a cabo en el año 2010 con el propósito de estudiar y evaluar el proceso de formación de maestros de matemáticas para el nivel preuniversitario, con los resultados de un examen realizado en 2003 para evaluar el desempeño de los estudiantes de secundaria. Ambas pruebas fueron llevadas a cabo en 16 países por la Asociación Internacional para la Evaluación de Logros Educativos –IEA, por sus siglas en ingles–. Los resultados obtenidos muestran que una mejor preparación en matemáticas redunda, años más adelante, en maestros mejor calificados en esta materia.

Dado que el artículo de referencia se centra en la educación en los Estados Unidos, los autores hicieron énfasis en una comparación del proceso de formación de profesores de matemáticas en ese país, con los correspondientes procesos llevados a cabo en Taiwán y Rusia, los países más exitosos en este respecto.

Se hace notar que los estudiantes de secundaria estadounidenses no son especialmente exitosos en las pruebas internacionales de matemáticas –la prueba PISA de la OCDE, por ejemplo– y ocupan posiciones de media tabla en listas que son encabezadas por algunos países asiáticos –China-Hong Kong y Corea, entre otros– seguidos de algunos países europeos.

En consonancia con lo anterior, el artículo en cuestión señala que los Estados Unidos no producen suficientes maestros de matemáticas competitivos a nivel internacional. En particular, afirma que en la preparación de los maestros de matemáticas en los Estados Unidos se da un énfasis mayor a aspectos pedagógicos –tanto específicos al área de la matemáticas como a conocimientos pedagógicos en general– en detrimento de los conocimientos matemáticos; esto en comparación con el menor énfasis que el que se da a la pedagogía en los países con los estudiantes más exitosos, en los que se favorece el conocimiento matemático. Resultan así en los Estados Unidos maestros preparados de manera deficiente en esta materia, los cuales a su vez entrenan estudiantes que resultan con conocimientos en matemáticas también deficientes. Algunos de estos se convertirán posteriormente en maestros de matemáticas, cerrando así un círculo vicioso.

Señalan los autores del artículo de referencia que para competir en nivel de conocimientos matemáticos con países como Singapur y Taiwán sería necesario que los futuros profesores de matemáticas de los Estados Unidos sean escogidos de entre el 25% de egresados de la escuela preparatoria con mejores calificaciones. Consideran, sin embargo, que esto no será posible si no se incrementan los salarios de los maestros en ese país.

El único país latinoamericano incluido en el estudio fue Chile, que ocupó uno de los últimos lugares junto con Botswana y las Filipinas. México no participó, pero de haberlo hecho posiblemente hubiera tenido un desempeño similar al de Chile. En efecto, como es sabido, nuestro país ocupó el último lugar en la prueba de matemáticas PISA 2003 entre los países miembros de OCDE, y en el artículo de Schmidt y colaboradores se muestra que esta última prueba concuerda en gran medida con la prueba de matemáticas de la IEA.

El conocimiento pedagógico es sin duda alguna una de las más importantes herramientas con que cuenta un maestro de nivel preuniversitario para trasmitir sus conocimientos. Al respecto, en no pocas ocasiones hemos oído la frase “sabe mucho pero no sabe enseñar”, con la que un estudiante expresa su insatisfacción con respecto a alguno de sus maestros. La pedagogía, sin embargo, tiene sentido solamente si el maestro domina los conocimientos que se supone debe enseñar, y como lo señalan Schmidt y colaboradores, no siempre se les da a dichos conocimientos el énfasis adecuado.

Al igual que empezamos, terminamos este artículo con una afirmación que podría igualmente sonar a verdad de Perogrullo: “para enseñar algo hay que primero aprenderlo”.

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