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Historias de rinocerontes



Los rinocerontes son animales fascinantes por varias razones. Primeramente por su tamaño, ya que después del elefante los rinocerontes son los animales terrestres más grandes que conocemos. También por su cuerpo voluminoso, igual que por su cuerno o cuernos arriba de la nariz y por su supuesto mal humor, que los haría embestir a ciegas en caso de ser provocados. No podríamos tampoco dejar de mencionar su piel áspera y arrugada, con grandes pliegues en los rinocerontes asiáticos que les dan un aspecto acorazado.

Estas dos últimas características –mal humor y piel arrugada– motivaron el cuento infantil de Rudyard Kipling que lleva por título “Cómo fue que los rinocerontes se hicieron de su piel”. En este cuento, el rinoceronte protagonista roba un pastel ante la mirada del dueño, quien poco puede hacer dado lo formidable del ladrón. Poco después, no obstante, la víctima tuvo oportunidad de desquitarse: cuando el rinoceronte se despojó de la piel a fin de tomar un baño en el mar, le vació una gran cantidad de migajas en el interior de la misma.

Desde entonces el rinoceronte sufre de una comezón crónica que lo hace rascarse de manera permanente. Para esto se frota violentamente contra árboles o contra el piso. Esta costumbre ha hecho que su piel se le haya arrugado y adquirido los pliegues característicos. Y como ni así ha logrado aliviar la comezón, el rinoceronte siempre está de mal humor.

Lo anterior es, por supuesto, una fantasía. Hay, no obstante, un número de historias reales en las que están involucrados los rinocerontes. Una de éstas se refiere al rinoceronte asiático –de unos tres años de edad– que fue donado al Zoológico de Dublín por el ministro de finanzas de la India en 1864 y el cual tuvo un final trágico. En efecto, según se consigna en un artículo publicado el pasado mes de octubre en la revista “Proceedings of the Royal Irish Academy”, el rinoceronte nunca se adaptó a su nueva casa y siempre estaba “malhumorado” y comía poco. Así las cosas, murió en menos de un año.

El esqueleto y la piel del rinoceronte fueron preservados y actualmente se encuentran montados en el Museo Zoológico del Trinity College en Dublín. El tratamiento que se le dio a la piel del animal, no obstante, fue tan equivocado que recientemente surgieron dudas sobre si se trata de un rinoceronte de la India –como se había supuesto– o bien de un rinoceronte de Java. Ambas especies difieren morfológicamente, en particular por los dobleces de la piel. Ésta, sin embargo, fue estirada a tal grado cuando fue montada sobre el esqueleto que perdió los dobleces. Afortunadamente un análisis forense empleando técnicas de ADN identificó sin ambigüedad que sí se trata de un rinoceronte de la India.

Otra historia de rinocerontes –ocurrida hace millones de años– es referida en un artículo publicado este 21 de noviembre en la revista en línea PLOS ONE por investigadores de Francia, Bélgica y Turquía. De acuerdo con dicho artículo, hace 9.2 millones de años un rinoceronte adulto de unos 10-15 años fue atrapado por la lava de la erupción del volcán Cardak en Turquía, muriendo de manera instantánea.

Por la alta temperatura –400-450 grados centígrados– a la que estuvo expuesto, el cadáver del rinoceronte se desecó rápidamente. Posteriormente, el cuerpo fue desmembrado por el flujo de lava, separando la cabeza del cuerpo, la cual fue horneada a unos 400 grados centígrados. Los investigadores encontraron el cráneo del rinoceronte articulado con la mandíbula a unos 30 kilómetros del cráter. Lo notable del caso es que con un ejercicio forense, proyectado millones de años hacia el pasado, pudieron determinar las circunstancias de su muerte.

Las historias más impactantes sobre rinocerontes, sin embargo, son las que actualmente están ocurriendo y que tienen que ver con la caza ilegal de estos animales. En efecto, desde hace unos cinco años se ha incrementado de manera significativa el número de animales muertos por cazadores furtivos. Esto debido a que existe una gran demanda de cuernos de rinoceronte en Asia por sus supuestas propiedades curativas, en particular contra el cáncer.

La demanda, impulsada por la bonanza económica asiática, ha incrementado el precio de los cuernos de rinoceronte, que por peso valen más que el oro. Como consecuencia, mientras que en el periodo de seis años entre 2000 y 2005 se cazaron en Sudáfrica –en donde vive la mayor parte de los rinocerontes del mundo– un total de 252 rinocerontes, en lo que va del presente año el número correspondiente es 455.

De continuar esta tendencia los expertos consideran que pudiéramos ser testigos de la extinción de los rinocerontes en algunos años. Hay que hacer notar que la especie más abundante es el llamado rinoceronte blanco, del cual se estima viven alrededor de 20,000 individuos. En el otro extremo, del rinoceronte de Java sólo quedan algunas pocas decenas de ejemplares.

Tal parece que los rinocerontes están indefensos, pagando culpas que no deben. Ciertamente, el rinoceronte de Kipling merece por sus acciones el castigo de la comezón eterna. El grueso de los rinocerontes, en contraste, no se ha ganado de ninguna manera el trato que les damos. Además, consideraciones morales aparte, el mundo perdería mucho con su extinción.

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