El primer laboratorio científico de la historia

El clima que nos depara el futuro



De acuerdo con la “National Oceanic and Atmospheric Adminstration” (NOAA) de los Estados Unidos, el año 2012 fue a nivel global el décimo año más caliente desde 1880, año este último a partir del cual se tienen registros anuales de temperatura que abarcan todo el planeta. 2012 fue en promedio, según la NOAA, 0.57 grados centígrados más caliente con respecto al promedio de temperatura global a lo largo del Siglo XX. Esto, consideran los expertos, es indicativo del calentamiento global que actualmente sufre la Tierra y que ocasiona eventos climáticos extremos, incluyendo sequías e inundaciones, lo mismo que episodios de frío y calor intensos.

Tomado de manera aislada, el que un año cualquiera muestre una anomalía de temperaturas no es ciertamente una prueba de un cambio climático global, pues el clima sufre continuamente variaciones –en uno u otro sentido– de manera natural. No obstante, el cambio observado en 2012 se alinea con la tendencia registrada desde 1976, cuando de manera sistemática –por 36 años en sucesión– la temperatura media anual ha sido superior al promedio.

En efecto, según datos publicados por la NOAA en su página de internet, mientras que anteriormente a 1976 las temperaturas anuales promedio a nivel global variaban al azar con respecto al promedio del siglo XX, algunas veces siendo mayores y otras veces menores, las temperaturas de todos los años a partir de 1976 han sido, en contraste, siempre mayores. Aun más, los doce años del presente siglo están entre los 14 años más calientes desde 1880, y en este respecto el año que tiene el récord es 2010 –seguido de 2005–, con una temperatura 0.66 grados centígrados superior al promedio.

De acuerdo con los expertos, el cambio climático global es producto del incremento en la concentración de gases de invernadero en la atmósfera. Mediciones de la NASA indican que actualmente la concentración atmosférica de bióxido de carbono –el principal gas de invernadero– alcanza las 390 partes por millón, mientras que en 1960 era de 315 partes por millón y en 1880 de solamente 285 partes por millón. De este modo, de 1880 a la fecha dicha concentración se incrementó en un 37%, con el consecuente calentamiento del planeta.

Actualmente los niveles de emisión de bióxido de carbono a la atmósfera están a la alza y de no tomarse medidas para estabilizarla se calcula que podrían duplicarse en 50 años. La pregunta es si es posible lograr dicha estabilización. En un artículo publicado en 2004 en la revista “Science” por R. Pacala y R. Socolow de la Universidad de Princeton, en los Estados Unidos, se arguye que una nivelación del crecimiento de las emisiones de bióxido de carbono puede darse con la tecnología existente. Esto estabilizaría la concentración de este gas a un valor inferior al doble de su nivel pre-industrial.

Para esto, Pacala y Socolow proponen atacar el problema en siete frentes, cada uno de los cuales reducirá la emisión de bióxido de carbono por una misma cantidad hasta estabilizarla. Estas acciones incluyen: medidas de ahorro de energía, el desarrollo de plantas generadoras de electricidad a base de carbón –plantas carbo-eléctricas– dos veces más eficientes que las actuales, el reemplazo de 1400 plantas carbo-eléctricas por plantas que funcionen a base de gas natural, el desarrollo de automóviles con motores dos veces más eficientes, y la captura y almacenamiento del bióxido de carbono producido en las plantas carbo-eléctricas. Como podemos ver, muchas de estas medidas están dirigidas hacia las plantas generadoras de electricidad a base de carbón, que se encuentran entre los principales culpables de los apuros por los que está atravesando nuestro planeta.

Las medidas propuestas para estabilizar la emisión de gases de invernadero incluyen igualmente: doblar la capacidad de generación de energía eléctrica de origen nuclear, incrementar por un factor de 10 la generación de electricidad eólica construyendo 2 millones de molinos de viento, aumentar 100 veces la generación de energía eléctrica por medios solares, y multiplicar por 12 la producción de alcohol combustible a partir del maíz o la caña de azúcar. Esto último requeriría de un dieciseisavo de toda la tierra cultivable disponible en el mundo.

No todos los expertos, sin embargo, están de acuerdo en que la solución sea tan “simple” como lo plantean Pacala y Socolow. En una discusión organizada esta semana por la revista “Science” para abordar el problema, en la que participó Pacala, queda claro que el planteamiento hecho hace ocho años es ya obsoleto –puesto que no se tomaron en esos momentos medidas correctivas para disminuir la emisión de bióxido de carbono– y que en la actualidad serían necesarias más acciones que las originalmente enunciadas. Aun así, hay expertos que dudan que las medidas propuestas puedan llevar a una solución para el calentamiento global.

En todo caso y por lo que se ve, no parece que en los próximos años vayamos a ser testigos de una estabilización en las emisiones de bióxido de carbono, con lo que el cambio climático seguirá probablemente con su curso actual. Dado el caso, no nos quedaría sino acostumbrarnos a sus inconveniencias.

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