El primer laboratorio científico de la historia

Impresiones en 3D



Imaginemos la siguiente situación que bien podría ocurrir en un futuro no muy lejano –digamos, una década–. Al regresar a su casa en la noche, un ingeniero –o al menos alguien a quien no lo intimidan los ingenios mecánicos– encuentra que tiene problemas con la cerradura de la puerta principal de su casa y, dado que ya es tarde para llamar al cerrajero y no puede dejar la puerta abierta, decide arreglarla él mismo. Para esto desarma la cerradura y descubre que una de sus piezas está rota. Con esta información identifica la marca de la cerradura y busca en internet los planos digitales de la pieza dañada. Una vez que los encuentra los alimenta a su impresora 3D, la cual reproduce la pieza en poco tiempo. Hecho esto el ingeniero la instala sin dilación en la cerradura, la cual queda funcionando nuevamente. Puede así ir a dormir tranquilo –si bien probablemente un poco más tarde que de costumbre.

Todo esto será posible por medio de las impresoras en tres dimensiones, o impresoras 3D, las cuales prometen revolucionar la manufactura de todo tipo de objetos, incluyendo de manera desafortunada las armas de fuego. Esto último queda de manifiesto por el anuncio hecho esta semana en Austin, Texas por la compañía norteamericana “Solid Concepts” relativo a la reproducción por medio de una impresora 3D de la pistola “Browining 1911”, la cual, según el diario británico “The Guardian”, estuvo en uso por las fuerzas armadas norteamericanas hasta el año 1985. La pistola reproducida es capaz de realizar cuando menos 50 disparos de balas reales antes de que pudiera quedar inutilizada.

El de “Solid Cocnepts” no es el primer caso de fabricación de un arma de fuego con una impresora 3D. En mayo de este año, la compañía “Defense Distributed”, también con base en Texas, anunció la fabricación de una pistola de plástico empleando una impresora 3D, la cual es capaz de disparar balas calibre 0.38. “Defense Distributed”, además, puso lo planos digitales de la pistola en un sitio de internet a la disposición de cualquiera que quisiera descargarlos.

Ante esto, el Departamento de Estado reaccionó rápidamente y en dos días ordenó su remoción. Alegó posibles violaciones a la ley de exportación de armas –razón que de algún modo nos recuerda que Al Capone fue encarcelado sólo por evasión de impuestos–. Para cuando los planos fueron removidos, sin embargo, habían sido ya descargados 100,000 veces según la revista “Forbes”.

Las impresoras 3D fabrican objetos capa por capa por medio de una variedad de técnicas. Una de estas, empleada para fabricar objetos de plástico, deposita material en lugres específicos sobre la capa que está en ese momento en formación. Esto se hace por medio de una boquilla a través de la cual se hace pasar por extrusión el plástico a depositar. La boquilla se calienta a una temperatura tal que el plástico se funde y puede fluir a través de la misma. Una vez fuera de la boquilla el plástico se solidifica sobre la superficie del objeto en construcción en el lugar escogido. De este modo, el objeto se construye capa por capa, de abajo hacia arriba, siguiendo las instrucciones del programa en el cual está codificada su forma.

La posibilidad de que cualquier persona pueda fabricar en su casa un arma de fuego empleando una impresora 3D con información obtenida de manera libre a través de internet es, por supuesto, preocupante. No obstante, según “The Guardian”, la pistola de plástico de “Defense Distributed” tiene poco valor práctico y es posible que represente tanto peligro para aquel sobre la cual es apuntada como para quien la apunta, pues el material con el que está fabricada puede no ser lo suficientemente fuerte para resistir la explosión de la pólvora en su interior. De este modo, aunque fue fabricada empleando una impresora 3D con un costo de 8,000 dólares –que si bien no es bajo tampoco es excesivamente alto– la pistola de plástico pudiera no constituir un peligro mayor que aquel que representa la libre venta de armas.

En contraste, la pistola de “Solid Concepts” está fabricada de metal y se aproxima a un arma real, como puede apreciarse en un video que esta compañía colocó en internet. La impresora 3D empleada en su manufactura, sin embargo, emplea un láser de alta potencia y es considerablemente más cara que aquella empleada por “Defense Distributed”. Al igual que el arma de plástico, una pistola de metal fabricada por una impresora 3D no está entonces por el momento al alcance de cualquiera.

Nada asegura, sin embargo, que no lo esté en el futuro cuando la tecnología de impresión en tres dimensiones se generalice y se reduzcan los precios de las impresoras 3D. Si tal cosa llegara a suceder nos quedaría, no obstante, un consuelo, pues las impresoras 3D podrían emplearse no solamente para fabricar pistolas sino también chalecos antibalas.

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