El primer laboratorio científico de la historia

Habilidades perdidas



No es ningún secreto que en cuanto a la manipulación de objetos electrónicos novedosos de alta tecnología se refiere –una televisión, una computadora, un reloj digital, etc.– los niños y jóvenes muestran una habilidad digna de envidia: la de manipular con destreza artilugios que no les son familiares. Como adultos tal parece que hemos perdido en buena medida esta habilidad, lo cual no deja de ser lamentable en ciertas situaciones. Como cuando estamos entrampados tratando de cambiar la televisión de modo TV a modo de video, en cuyo caso más nos vale pedir la ayuda de algún joven –o niño– a nuestro alrededor.

Con la miniaturización de los circuitos electrónicos que se dio a lo largo del último medio siglo los aparatos electrónicos adquirieron una complejidad inimaginable hasta hace algunas décadas. Con los teléfonos celulares, por ejemplo –y según el chiste de moda–, además de poder tomar fotografías y videos, consultar internet, y mandar y recibir mensajes, podemos también hacer llamadas telefónicas.

Una característica de los nuevos objetos electrónicos es que tienen múltiples modos de operación. Esta característica es desconcertante y difícil de manejar para quienes no fueron expuestos cuando jóvenes o niños a la tecnología digital –lo es, cuando menos, para quien esto escribe–. Antes del advenimiento de la microelectrónica los objetos eran inmutables en el sentido que tenían un solo modo de funcionamiento. Los botones de una televisión en el pasado tenían así una función única: prender o apagar el aparato, cambiar de canal, cambiar el brillo de la pantalla, etc. Hoy un botón tiene una función múltiple que depende del modo de operación en que se encuentre el televisor y esto es algo difícil de manejar para aquellos ya no somos tan jóvenes.

¿La facilidad con que los niños, en comparación con los adultos, entienden el funcionamiento de un aparato que les es desconocido indica que tienen una manera diferente de razonar? En un artículo publicado en el último número de la revista “Cognition”, investigadores de la University of Edinburgh en el Reino Unido y de la University of California, Berkeley, en los Estados Unidos, responden afirmativamente a esta pregunta. En particular, encuentran que en ciertos casos lo niños de edad preescolar tienen una mayor habilidad que los adultos para entender el funcionamiento de aparatos poco comunes.

La conclusión anterior fue alcanzada por medio de un estudio con 106 niños de 4 y 5 años de edad, y con un grupo de 170 estudiantes universitarios. Durante el estudio se les presentó a los participantes una caja de música –con una tapa de color rojo– la cual se ilumina y se pone a funcionar como respuesta a colocar un objeto correcto o una cierta combinación de objetos de formas definidas –cilindros, pirámides, cubos, etc. – sobre su tapa. El objeto o combinación de objetos que activa la caja de música cambia durante el experimento y los participantes tienen que determinar cuál objeto o combinación es el correcta.

Los investigadores encontraron que con ciertas combinaciones poco usuales de objetos los niños superan a los adultos en el momento de determinar la combinación correcta. Esto es debido a que los niños tienen una mayor flexibilidad para establecer una relación de causa-efecto en una situación novedosa en comparación con la flexibilidad de un adulto que, por su experiencia previa, puede tener ideas preconcebidas acerca de dicha relación.

De acuerdo con los autores del artículo referido, los resultados obtenidos sugieren que “la tecnología y la innovación se pueden beneficiar de las habilidades exploratorias y de razonamiento que les son naturales a los niños pequeños, muchos de los cuales están aprendiendo a usar un teléfono inteligente aun antes de aprender a abrocharse las cintas de los zapatos”.

Nuestra falta de habilidad para manipular artilugios electrónicos que nos son poco familiares podría tener entonces una explicación objetiva. Así, en la medida que crecemos adquirimos experiencia, la cual es ciertamente valiosa y usamos en nuestro beneficio. Al mismo tiempo, sin embargo, esa misma experiencia nos rigidiza y nos dificulta la adaptación a situaciones que requieren de soluciones novedosas. En particular, nos dificultaría entender cómo funciona el control remoto de una televisión a quienes no somos parte de la generación digital.

Una explicación objetiva de nuestras limitaciones, no obstante, es de poco consuelo cuando intentamos ver una película en la televisión y no atinamos a apretar el botón adecuado del control del aparato. En esos momentos constatamos que los niños y jóvenes tienen en verdad una habilidad envidiable, que los adultos desgraciadamente hemos perdido en no poca medida.

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