El primer laboratorio científico de la historia

Una pausa explicable



Es un hecho que a lo largo de la última década la velocidad con que está creciendo la temperatura global de nuestro planeta se ha reducido considerablemente. Esto ha dado armas a aquellos escépticos del calentamiento global para afirmar que dicho calentamiento se ha “pausado”; y que la catástrofe ambiental predicha hace algunas décadas –que no ha ocurrido– nunca sucederá porque el calentamiento global en realidad no existe.

En contraste, para una gran mayoría de los estudiosos del clima de la Tierra, incluyendo a los expertos del Panel Intergubernamental de Cambio Climático, el calentamiento global es un hecho incuestionable y la reducción observada en el incremento de temperatura en años recientes es sólo temporal. Eventualmente, aseguran, la temperatura de la Tierra reanudará su tendencia ascendente.

El debate sobre la realidad del calentamiento global lo tienen que dar, por supuesto, los expertos del clima. Como espectadores no especialistas, sin embargo, no podemos dejar de echar un vistazo a los datos de la temperatura de la Tierra en el pasado. Estos datos se pueden encontrar fácilmente en internet. En Wikipedia, por ejemplo, podemos consultar un artículo en el que se muestra una gráfica, con datos de la NASA, de la temperatura media de la Tierra desde 1880 a la fecha. Viendo dicha gráfica nos percatamos que de un año a otro la temperatura global experimentó cambios al azar, tanto positivos como negativos, que en algunos casos superan a un décimo de grado centígrado. Estos cambios caóticos son un reflejo de los múltiples factores que regulan la temperatura del planeta.

A largo plazo, sin embargo, la gráfica nos dice que la temperatura de la Tierra ha tenido un crecimiento neto, que en el curso del último siglo fue de unos 0.8 grados centígrados. Este crecimiento no ha sido uniforme. Así, tenemos que entre 1900 y 1910, en contra de la tendencia a largo plazo, la temperatura terrestre se redujo cerca de 0.2 grados centígrados. Después de esto hubo un periodo de calentamiento entre 1920 y 1940, seguido de un periodo que abarcó tres décadas de poco incremento e incluso de disminución de temperatura. A partir de 1970, la temperatura global reanudó su crecimiento, situación que se prolongó hasta final del siglo XX cuando dicha temperatura entró en una fase de estabilización aparente que se ha prolongado hasta nuestros días.

Es esta última fase de 10-15 años la que usan como argumento algunos escépticos para negar la existencia de un calentamiento global. Con la misma lógica, no obstante, podíamos haber escogido el periodo entre 1900 y 1910 y concluir que la Tierra se está enfriando. El hecho descarnado es que la temperatura global de la Tierra se incrementó en casi un grado centígrado en los últimos cien años y que esto produjo, por considerar sólo uno de sus efectos más visibles, la disminución del volumen de hielo en el Océano Ártico.

Cabría la posibilidad de que el incremento en la temperatura global fuera debido a causas naturales. Si tal fuera el caso, con seguridad no existirían tantos argumentos en contra del calentamiento global y se aceptaría como un hecho comprobado que la Tierra se está calentando. El debate sobre sus causas específicas se circunscribiría enteramente al ámbito científico y pasaría en buena medida desapercibido por el público.

Una mayoría de expertos, sin embargo, considera que el calentamiento global no obedece a causas naturales sino que está asociado a la emisión de gases de invernadero a la atmósfera, principalmente dióxido de carbono generado por la quema de combustibles fósiles. El asunto tiene entonces una considerable importancia económica, lo que agita el debate. Como un ejemplo, Richard Rahn –quien, de acuerdo con Wikipedia, fue Vicepresidente y Principal Economista de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos durante la administración de Ronald Reagan– publicó la semana que hoy termina en el periódico Washington Times un artículo que intituló “El Apocalipsis del calentamiento global que no sucedió”, en el que, aceptando que el clima de la tierra está cambiando por causa nuestra, recomienda que nos adaptemos al cambio climático que “ha traído más beneficios que perjuicios”. Afirma también que “más dióxido de carbono, calentamiento global y lluvias beneficiarán a la agricultura”.

Si bien los expertos tienen todavía que encontrar una explicación sólida para la “pausa” actual del calentamiento global –lo que refleja la complejidad de los fenómenos que determinan el clima de la Tierra– a los no iniciados en la ciencia climática nos parece que si el incremento en la temperatura de la Tierra desde el inicio de la Revolución Industrial no tiene precedente en miles de años, y que si esto coincide en tiempo con un incremento en la concentración de dióxido de carbono sin precedente en los últimos cientos de miles de años, entonces ambos fenómenos deben estar conectados. Y que si no se ha producido una Apocalipsis hasta ahora, no significa que en el largo plazo no ocurran desastres climáticos.

Es decir, si el animal tiene piel de conejo, orejas de conejo y salta como conejo, entonces debe tratarse de un conejo, y más vale que pongamos remedio si no queremos que nos destruya el jardín.

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