El primer laboratorio científico de la historia

Parentescos



Mucho ruido ha causado el incidente ocurrido el pasado fin de semana cuando un asistente al partido Barcelona-Villareal de la liga española de futbol le lanzó un plátano al jugador brasileño Dani Alves. En una acción inédita, el jugador lo levantó del suelo y se lo comió de un bocado, para después proceder a lanzar un tiro de esquina. El suceso se amplificó de manera sorprendente a través de internet a favor de Alves, al grado que al autor del insulto racista tiene problemas con la policía.

Este tipo de hechos no son raros en los estadios de futbol europeos. Hay que reconocer, no obstante, que los prejuicios racistas en Europa, al menos en las apariencias, han disminuido en las últimas décadas. Sobre todo si recordamos que todavía no ha pasado mucho tiempo desde que en zoológicos y ferias mundiales se organizaban exhibiciones de personas de raza distinta a la europea –los llamados zoológicos humanos.

La Exposición Mundial de París de 1889, por ejemplo –para la cual se construyó la Torre Eiffel–, incluyó entre sus exhibiciones a un “Pueblo Negro” con 400 indígenas. De la misma manera, el pigmeo africano Ota Benga fue exhibido junto con otros pigmeos del Congo Belga en la Exposición Internacional de St. Louis en 1904. Posteriormente, Benga fue exhibido en 1906 en el zoológico de Bronx en Nueva York encerrado en una jaula junto con un perico y un orangután.

Pero no es nuestro propósito dedicar este artículo a la discriminación racial, tan extendida en el mundo, sino tratar un tema que está de algún modo relacionado con la misma. Este tema se refiere al artículo aparecido esta semana en la revista en línea PLOS ONE en el que se revalúa a la especie Neandertal, la cual comúnmente se describe como inferior a nuestra especie. El artículo lleva como autores a Paola Villa del University of Colorado Museum, en los Estados Unidos y a Wil Roebroeks de la Leiden University, Holanda.

Los expertos saben que los neandertales vivieron en Europa y en el Cercano Oriente desde hace 350,000 años, hasta hace unos 40,000 años cuando se extinguieron como especie. Esta extinción coincidió con la llegada del Homo sapiens proveniente de África. Según una opinión extendida, la extinción fue resultado de la superioridad de nuestra especie con respecto al Neandertal.

De acuerdo a los especialistas, el Homo sapiens se originó en África y de allí emigró hace unos 50,000 años hacia Europa y hacia otros lugares del mundo. Durante nuestra permanencia en África habríamos desarrollado una serie de capacidades cognitivas, de lenguaje, de fabricación de armas, de técnicas de caza, diversidad de alimentación y de organización social que no poseían los neandertales y en estas condiciones de gran desventaja, estos últimos no habrían resistido el choque con el hombre moderno sobreviniendo su extinción.

Después de hacer una investigación de las evidencias arqueológicas existentes, sin embargo, Villa y Roebroeks discrepan de este punto de vista. Concluyen que las habilidades que comúnmente se asocian al hombre moderno también las poseían los neandertales. Así, encuentran evidencias, por ejemplo, que los neandertales cazaban bisontes arrinconándolos y haciéndolos caer en pozos. Igualmente, hay evidencia de que tenían una dieta variada. Se han encontrado también pigmentos en sitios relacionados con neandertales que pudieran haber usado para pintarse el cuerpo y otros ornamentos. Esto indicaría que los neandertales practicaban rituales y tenía capacidad de pensar de manera simbólica.

De acuerdo con Villa y Roebroeks, la supuesta inferioridad de los neandertales con respecto a nuestra especie se origina en la práctica de los investigadores de comparar las habilidades de neandertales que vivieron en el paleolítico medio, con las habilidades de hombres modernos del paleolítico superior. En palabras de Villa “es como comparar una Ford modelo T con un Ferrari moderno y concluir que Henry Ford tenía habilidades congnitivas inferiores a las de Enzo Ferrari”.

Al margen de lo anterior, es interesante preguntarse qué tanto influyeron nuestros prejuicios raciales para llegar a una conclusión (¿precipitada?) sobre la inferioridad cognitiva de los neandertales. Ciertamente los neandertales constituyen una especie diferente a la nuestra. Al mismo tiempo, no obstante, visualmente no nos parecen demasiado lejanos y esto puede estimular nuestros prejuicios raciales.

Si bien los neandertales de extinguieron hace mucho tiempo y no es fácil determinar cuáles eran sus habilidades cognitivas, investigaciones futuras con seguridad nos darán más datos al respecto. Un punto interesante que sí sabemos es que neandertales y humanos modernos se cruzaron y desde este punto de vista podemos decir que los primeros en realidad no se han extinguido. O viéndolo de otro modo, que todos somos un poco Neandertal.

Un último comentario. Si aquel que lazó un plátano en el partido de futbol hubiera sabido que sus ancestros salieron de África hace 50,000 años, se habría dado cuenta que si a Dani Alves le gusta la fruta –y tal parece que es el caso– no es probablemente por su parentesco con los monos. Que en realidad si lo tiene, como lo tenemos todos y en igual grado –incluyendo al barbaján–, pero bastante lejano.

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