El primer laboratorio científico de la historia

Una ninfa acuática



Es ampliamente aceptado que los primeros pobladores del continente americano llegaron de Asia, cruzando desde el extremo oriental de Siberia hasta Alaska. Lo hicieron a través del puente de Beringia, que en su momento unió a América con Asia. Hoy en día dicho puente no existe debido a que la fusión de los hielos polares al finalizar la última glaciación hizo subir el nivel del mar hasta alcanzar su posición actual –lo hizo subir unos 120 metros desde el máximo de la última glaciación hace unos 20,000 años.

Si bien se asume que los primeros americanos llegaron del continente asiático, no hay acuerdo unánime entre los expertos en la fecha en que esto ocurrió. Igualmente, no es claro si hubo una sola migración o varias migraciones procedentes de diversas regiones de Asia. En particular, dado que los indígenas norteamericanos modernos tienen características morfológicas diferentes a las de los restos fósiles humanos de más antigüedad encontrados en el continente americano, algunos especialistas se preguntan si aquellos y estos últimos tienen origen distinto.

Un artículo aparecido esta semana en la revista “Science” busca encontrar una respuesta a esta pregunta. Dicho artículo fue publicado por un grupo de investigadores de los Estados Unidos, México, Canadá y Dinamarca, encabezado por James Chatters de “Pennsylvania State University”.

El artículo reporta el trabajo llevado a cabo en torno al esqueleto –casi completo, incluyendo su dentadura– encontrado por buzos profesionales en una cueva sumergida en Yucatán en el año 2007. A dicha cueva se accede por un cenote y un pasaje –también inundado– de 600 metros de longitud. El esqueleto perteneció a una niña de 15-16 años de edad y una altura aproximada de 1.5 metros, quien habría vivido hace 12,000-13,000 años. Fue bautizada como Naia, haciendo referencia a Náyade, ninfa acuática en la mitología griega.

Aparentemente, Naia habría penetrado a uno de los pasajes que llevan a la caverna, de unos 30-40 metros de profundidad –a la que se ha bautizado como Hoyo negro– y habría caído accidentalmente al fondo de la misma. Esto explicaría el que se le haya encontrado con la pelvis rota.

En la misma caverna se encontraron restos de animales ya extintos, incluyendo tigres dientes de sable y gonfoterios –parecidos a los elefantes–, lo que indica que el Hoyo negro, efectivamente, hacia las veces de trampa mortal.

Sobre la manera en que Naia pudo ingresar a la caverna, hay que recordar que la inundación que sumergió a Beringia también tuvo grandes efectos en Yucatán que es una península de tierras bajas. De este modo, la caverna y sus pasajes de acceso, que hoy en día están inundados y por abajo del nivel del mar, hace 13,000 estaban secos –con la excepción del fondo de la caverna– y tenían conexión expedita con la superficie.

Pero regresando al estudio de referencia, Chatters y colaboradores llevaron a cabo un análisis morfológico del cráneo de la niña con el fin de compararlo con los rasgos característicos de los indígenas norteamericanos modernos. No tuvieron, sin embargo, un contacto directo con el cráneo que se ha mantenido en el lugar en el que fue encontrado, así que el estudio se realizo por medio de un modelo tridimensional de computadora. Para construir el modelo, el cráneo fue colocado en una plataforma rotatoria en el fondo de la caverna y fue fotografiado desde diferentes ángulos. Esto fue llevado a cabo, por supuesto, por buzos profesionales, que son los únicos capacitados acceder a la caverna.

Mediante el análisis del cráneo, los investigadores encontraron que las características morfológicas del mismo corresponden a los de otros restos humanos en América con una antigüedad equivalente, y no a las de los indígenas norteamericanos modernos. En contraste, un análisis genético de la dentadura de la niña muestra características coincidentes con los estos indígenas, lo que sugiere un origen común.

La investigación concluye que los primeros pobladores de América tienen antecesores comunes, quienes después de arribar de Siberia se habrían establecido en Beringia y posteriormente penetrado hacia el sur del continente americano. Las diferencias morfológicas entre los pobladores primitivos y los indígenas norteamericanos actuales serían resultado de la evolución de éstos últimos después de penetrar en el continente.

Como es frecuente en asuntos científicos, no todo mundo está de acuerdo con las conclusiones y las mismas estarán bajo el escrutinio de otros investigadores quienes aportarán pruebas a favor o en contra hasta lograr un consenso.

Cualquiera que este consenso resulte ser, es interesante notar que Yucatán está jugando un papel importante en la discusión. Y que no es la primera vez que algo similar sucede. Recordemos que fue en Yucatán, de manera precisa en Chicxulub, en donde se descubrió hace algunos años los restos de la caída de un meteorito de grandes dimensiones que muchos especialistas consideran fue la causa de la extinción de los dinosaurios hace 65 millones de años. Y que en ambos casos, Naia y Chicxulub, han participado investigadores radicados en instituciones de nuestro país.

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