Un segundo factor que ha contribuido al incremento del parque vehicular en México es la importación de automóviles nuevos. Sumando vehículos fabricados localmente y vehículos importados, en 2013 se vendieron en México más de un millón de unidades nuevas. A estas últimas hay que sumar los automóviles usados importados legal o ilegalmente, que en 2013 fueron unos 650,000, según la industria automotriz de nuestro país. Como resultado, el parque de vehículos automotores en México creció en más de un millón setecientos mil unidades en 2012.
Todo lo anterior se ha combinado para producir el vertiginoso incremento de automóviles del cual somos testigos. Según datos del INEGI, entre los años 1980 y 2012 el número de automotores en México creció por un factor de seis, hasta alcanzar una cifra alrededor de los 35 millones.
En el estado de San Luis Potosí este incremento ha sido todavía más acelerado. En efecto, según el INEGI, aquí el número de automotores ha pasado de aproximadamente 80,000 en 1980 a casi 900,000 en 2012, es decir ha crecido por un factor cercano a 11, casi dos veces el promedio nacional. En lo que se refiere a la conurbación San Luis Potosí-Soledad de Graciano Sánchez, el número de automóviles se incrementó por un factor cercano a diez entre los años 1980 y 2012, según los mismos datos del INEGI.
Los números del INEGI nos muestran que en la ciudad de San Luis Potosí en las últimas tres décadas el parque vehicular se ha duplicado aproximadamente cada 9 años. De seguir esta tendencia, en el curso de una década se incrementará de manera sustancial el número de automóviles en nuestra ciudad, con el previsible incremento de problemas de tráfico urbano.
La predicción de los volúmenes futuros de automotores en San Luis Potosí es, por supuesto, materia de especialistas. Hay que notar, no obstante que en México hay aproximadamente unos 300 automotores por cada mil habitantes y que este número es pequeño en comparación con los que se observan en otros países. En los Estados Unidos, España y Bulgaria, por ejemplo, hay unos 800, 600 y 400 automóviles por cada mil habitantes, de manera respectiva. En estas circunstancias, posiblemente no podríamos descartar un aumento sustancial en el número de automotores en México, y en particular en San Luis Potosí, en los próximos años.
El acelerado crecimiento observado en el número de automóviles, no obstante, debe auto limitarse en algún momento y tender a una saturación. Esto se observa en los países desarrollados en donde dicho número aumenta a velocidades relativamente pequeñas. En el Distrito Federal, igualmente, el número de automotores creció sólo por un factor de 2.5 en el periodo 1980-2012, cifra significativamente menor que el promedio nacional. Esto aun con la activación del programa Hoy no circula, que fomentó la adquisición de más automóviles por parte de los habitantes de la capital. Queda a los especialistas determinar si esta baja tasa de crecimiento es debida a las dificultades crecientes para circular en la Ciudad de México, lo cual no sería sorprendente.
La industria de los automóviles en México contribuye sustancialmente al producto interno bruto del país así como a su volumen de exportaciones. Al mismo tiempo, no obstante, el aumento creciente de automóviles en nuestras ciudades hace cada vez más difícil el tráfico urbano, al grado de que algunos de nosotros en ocasiones llegamos a ver al automóvil al mismo tiempo como una ventaja y como una plaga.
Es una ventaja dados los deficientes sistemas de transporte urbano en nuestras ciudades. Al mismo tiempo, sin embargo, el crecimiento acelerado del número de automóviles requiere de un crecimiento concomitante de la infraestructura de vialidad urbana, que nunca alcanza a ser suficiente para equilibrar al crecimiento de vehículos circulantes.
Los automóviles, sin duda, ocupan un lugar en el espacio y la experiencia en México es que cuando su número crece sin medida hay un punto en que saturan todo el espacio disponible. Llegado a este punto, para introducir más automóviles es necesario crear espacios adicionales. En la Ciudad de México, por ejemplo, cuando el programa Hoy no Circula fue insuficiente, se construyeron segundos pisos para aliviar la congestión de los primeros.
Todo esto, por supuesto, resulta absurdo y pone de manifiesto la inconveniencia de un modelo de transporte urbano basado parcialmente en el automóvil particular, en contraposición con un modelo que se apoye en un transporte público eficiente.
Hay que tomar en cuenta que, a pesar del refrán popular, llegado a un cierto punto no todo cabe en un jarrito, por más esfuerzos que hagamos para acomodarlo.
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