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El artículo de referencia fue publicado por tres investigadores chinos encabezados por Ming-JinLiude la Universidad de Ciencia y Tecnología deHuazhong, Wuhan, China, y en el mismo se describen los resultados de una investigación sobre la biomecánica de la mano humana. De manera específica, describe una investigación dirigida aponer en claro cómo los dedos y falanges de la mano humana se coordinan entre sí para realizar todas las diferentes y complejas funciones que les son características –y que nos diferencian de otras especies en el planeta.
Para esto, los investigadores conjuntaron un grupo de voluntarios, 15 mujeres y 15 hombres, a los cuales se les sentó en una mesa con el brazo derecho descansandocómodamente cerca del borde de la misma y se les pidió realizar 33 tareas manuales. Éstas incluían desde sujetar con fuerza varas de diferentes diámetros, hasta accionar unas tijeras o tomar objetos de manera delicada con los dedos índice y pulgar. Con el objeto de seguir en detallelos movimientos de los dedos y sus falanges, los voluntariosusaron guantes especiales equipados con resistencias eléctricas que permitieron registrar los ángulos cambiantes de las coyunturas de los dedos. De este modo, los investigadores registraron los complejos movimientos que puede realizar la mano humana y la coordinación que existe entre los diferentes dedos para realizar cada tarea.
En el artículo en el que describen los resultados de su estudio, sin embargo, los investigadores incluyeron en varias ocasionesreferencias al Creador, que habría diseñado manos capaces de realizar hábilmente movimientos de una gran complejidad. En el resumen del artículo, por ejemplo, incluyen la siguiente frase: “La conexión funcional explícita entre la arquitectura y la coordinación de la mano indica que las características biomecánicas de la arquitectura de los tendones que conectan músculos y articulaciones es un diseño del Creador para llevar a cabo una multitud de tareas diarias de una manera confortable”. Hacen, además, comentarios en la misma dirección en dos ocasiones más en el texto principal del artículo.
La reacción negativa a los comentarios desafortunados de Min-JinLiu y colaboradores fue dirigida más a la revistaPlosOne que a los autores del artículo y fue iniciada por James McInerney de la “Universityof Manchester” quien calificó a dicha revista de ser una broma por no cuidar los textos que publica. Relativo a esto último, hay que hacer notar que para ser aceptado por una revista científica, un artículo debe pasar por una revisión crítica por otros expertos no involucrados con la investigación. Por alguna razón no determinada, sin embargo, los árbitros del artículo de referencia, al igual que el editor de la revista, no detectaron el uso del lenguaje inapropiado empleado por los autores y lo habrían aceptado para publicación sin comentarios.
En un mensaje posterior, McInernyescribió que su comentario original fue fuerte debido a que el creacionismo había sido un fastidio para él por más de veinte años. Como sabemos, han existido conflictos entre la ciencia y la religión desde el siglo XVI cuando la primera empezó a tomar su forma actual y empezó a cuestionar lavisión del mundo que ofrecía la religión. Si bien con el tiempo las asperezas entre ciencia y religión se han ido limando en la medida en que se han deslindado sus respectivos campos de acción, los conflictos no han desaparecido del todo y, por ejemplo, han sobrevivido en la forma del movimiento creacionista.
No resulta claro si Min-Jin Liu y colaboradores son adeptos a este movimiento y esto es lo que habría motivado sus referencias al Creador–las cuales resultan innecesarias y nada aportan al artículo,de no ser publicidad, así sea ésta negativa–.Los autores, por su lado, se defienden señalando que el inglés –lenguaje en el que escribieron el artículo– no es su idioma nativo y que para ellos la palabra Creador no tiene la connotación que se le ha dado y que consideran que la palabra “Naturaleza” se acerca más a lo que quisieron decir.
De un modo u otro, los autores de un artículo de investigación tienen el derecho de expresarse como lo crean más conveniente, al mismo tiempoque el editor de una revista científica tiene la obligación y la prerrogativa de aceptar o rechazar un texto sobre la base de su contenido y de las políticas editoriales de la revista en cuestión. En estas circunstancias, PlosOne, que se supone es un foro científico de alto perfil con una rigurosa evaluación editorial, aparece como elúnico culpable del incidente. Tan fácil como hubiera sido haberle pedido a Min-JinLiu y colaboradores que eliminaran cualquier referencia inapropiada en su texto –o bien que aclararan lo que habrían querido decir.
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