El primer laboratorio científico de la historia

Juguetes no tan inofensivos



Durante su visita a Lima el pasado mes de noviembre para disputar con Perú el segundo y definitivo juego de la serie de repechaje para asistir al campeonato mundial de futbol a celebrarse este año en Rusia, la selección de Nueva Zelanda se quejó que los peruanos habían recurrido a tácticas sucias para tratar de frenarlos. Entre estas tácticas se habría incluido un retraso deliverado de tres horas en el avión que los transportó desde Buenos Aires a Lima, e igualmente un retraso en su traslado desde el aeropuerto de Lima hasta su hotel que habría tomado 45 minutos. Como resultado, los jugadores neozelandeses sólo habrían podido conciliar el sueño hasta la 1:30 de la madrugada.

En otro incidente, durante la madrugada previa al juego clasificatorio, un grupo de aficionados peruanos lanzó con gran estruendo y en dos ocasiones fuegos artificiales justo enfrente del hotel en donde se hospedaban los jugadores neozelandeses.

Si bien la expectación en Perú por la posible calificación al campeonato mundial de Rusia era muy grande –su última participación en una justa de este tipo ocurrió en 1982– se antoja difícil que los peruanos hayan llegado el extremo de retrasar a propósito un vuelo internacional. De la misma manera, los 45 minutos que les tomó a los neozelandeses transportarse desde el aeropuerto hasta su hotel probablemente haya sido más producto del tráfico congestionado de Lima que de un acto deliberado. En cambio, el lanzamiento de fuegos artificiales enfrente del hotel de los jugadores de Nueva Zelanda sí tuvo el propósito de perturbarles el sueño y mermar su rendimiento.

En otro incidente poco deportivo, un aficionado en el estadio dirigió un rayo láser verde a los ojos del portero neozelandés durante el partido con el objeto de cegarlo momentáneamente y hacerlo perder la jugada.

Esto último, por lo demás, no es caso único y el uso de láseres en los estadios deportivos para molestar a los jugadores está lejos de ser inusual por las facilidades que existen hoy en día para adquirir apuntadores láser compactos de gran potencia que son fácilmente introducidos en los recintos deportivos.

Una característica de la luz láser es que viaja en línea casi recta, lo que le permite alcanzar grandes distancias con poca atenuación. Esta característica la hace peligrosa pues al penetrar en el ojo puede enfocarse en un punto pequeño y dañar a la retina. El peligro, además, se ha incrementado en la medida en lo han hecho las potencias de los apuntadores láser, que han alcanzado valores mucho más allá de lo requerido por su función como señaladores en presentaciones audiovisuales.

Así, el riesgo es más grande en cuanto más alta es la potencia del láser y en este sentido los apuntadores de color rojo, que típicamente tienen potencias moderadas, son los que menos riesgo involucran. Es posible, sin embargo, adquirir fácilmente apuntadores que emiten luz de color verde con potencias sustancialmente más altas que el mínimo suficiente para producir daños permanentes en la retina. Y son precisamente estos láseres los que usan los aficionados para molestar a los jugadores en los estadios.

Afortunadamente, la luz de un láser no viaja estrictamente en línea recta –lo hace en mayor o menor medida en función de su costo–, y dada la gran distancia que tiene que viajar en un estadio desde la tribuna hasta la cancha, la cantidad de energía que podría penetrar en los ojos de un jugador es sólo una fracción pequeña del total emitido por el apuntador. El riesgo que éste pudiera sufrir un daño ocular es entonces proporcionalmente reducido.

Entre la comunidad de especialistas, sin embargo, hay preocupación sobre los riesgos que acarrea la disponibilidad a precios reducidos de apuntadores láser de alta potencia. Por ejemplo, en un artículo aparecido el pasado mes de diciembre en la revista “Deutsches Arzteblatt International”, publicado por un grupo de investigadores de Alemania e Inglaterra encabezados por Johannes Birtel de la Universidad de Bonn, se presenta un análisis de 48 artículos en la literatura médica en donde se describen lesiones provocadas por apuntadores láser en 111 pacientes. De este análisis, los investigadores encuentran que los apuntadores láser son capaces de provocar lesiones graves en la retina que pueden ser permanentes y resultar en una agudeza visual reducida. Birtel y colaboradores también incluyeron en su artículo los casos de siete niños y adolecentes tratados en la Universidad de Bonn, los cuales sufrieron lesiones en la retina mientras jugaban con apuntadores láser de color verde de diferentes potencias.

Si bien los apuntadores láser lucen inofensivos e incluso pueden ser tomados como juguetes por los niños, en realidad son dispositivos que pueden ser peligrosos si se manejan de manera inadecuada. Un problema señalado por Birtel y colaboradores es la información errónea –o falta de la misma– que proporcionan los fabricantes de apuntadores sobre la potencia real que emiten sus dispositivos. Así, la potencia real de un número de láseres investigados en la Universidad de Bonn difieren de los valores proporcionados por los fabricantes hasta por un factor de cien.

Habría, pues, que tener cuidado con el manejo de los apuntadores láser y usarlos solamente cuando la ocasión lo amerite. En particular, el apuntador que fue dirigido a la cara del portero neozelandés en el juego entre Perú y Nueva Zelanda fue claramente innecesario, pues el equipo de Perú –por las buenas– tuvo todas las de ganar por su clara superioridad futbolística.

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