¿Ver para creer?



¿Cuál es la forma de la Tierra? Si se levantara una encuesta entre el público en general para averiguar opiniones al respecto, muy probablemente una abrumadora mayoría contestaría que tiene la forma de un globo. Aun así, si la muestra fuera lo suficientemente amplia, con seguridad no faltaría quién opinara que la Tierra no es esférica sino plana.

De hecho, tal parece que esta opinión está ganando adeptos en los últimos años. En efecto, según publicaciones en diversos medios de comunicación, está creciendo el número de aquellos que piensan que la Tierra tiene la forma de un disco en cuyo centro se encuentra el polo norte. La periferia de dicho círculo, que corresponde a lo que es el continente Antártico, estaría formada por una pared de hielo de 45 metros de altitud, la cual sería necesaria para contener el agua de los océanos que de otro modo se desbordaría por los bordes. Todo esto de acuerdo con la página de Internet de la Sociedad de la Tierra Plana.

Si bien eventos como los eclipses de luna demuestran que la Tierra es esférica, habría que conceder que los argumentos en los que la mayor parte de nosotros basamos nuestras creencias sobre la forma de la Tierra son en buena medida de oídas y no por experiencia propia. Así, tenemos la seguridad de que la Tierra no es plana porque, por ejemplo, sabemos que Sebastián Elcano circunnavegó el planeta en el siglo XVI demostrando que es esférica. Igualmente, sabemos de la redondez de la Tierra por las fotografías tomadas desde el espacio que así lo demuestran.

A primera vista, no obstante, la Tierra luce plana –aun a la altura a la que vuelan los aviones comerciales– y esto es lo que argumentan los que rechazan que sea esférica. Viendo el asunto más a fondo, sin embargo, encontramos que la hipótesis de la Tierra plana ofrece explicaciones demasiado artificiales y forzadas para ciertos fenómenos astronómicos, los cuales, en contraste, pueden ser explicados de manera simple asumiendo que es esférica.

Consideremos, por ejemplo, la sucesión de períodos de día y de noche. Para explicarlos, la Sociedad de la Tierra Plana asume que el Sol se encuentra a una altura sobre la superficie de la Tierra de unos 5,000 kilómetros –menor que la distancia que hay entre Madrid y Nueva York– y que gira en círculos sobre la misma. Así, en un determinado momento, aquellas regiones de dicha superficie que estén más cercanas al Sol recibirán una mayor iluminación como ocurre al mediodía. Para explicar las noches, por otro lado, se tiene que asumir que el Sol de alguna manera dirige la luz hacia abajo como en una lámpara de buró.

Con respecto a las puestas de sol, en las que el disco solar desciende y desaparece en el horizonte, la página de la Sociedad de la Tierra Plana ofrece una explicación que luce también muy forzada. De acuerdo con ésta, tal como sucede como una parvada de pájaros que por efecto de perspectiva parece descender en la medida en que se aleja aun si no disminuye la altitud a la que vuela, el Sol al alejarse desciende y termina por desaparecer en el horizonte.

Aun más difícil de sostener son las afirmaciones de que existe una pared de hielo que rodea el extremo circular del mundo y de que las tierras más allá de dicha pared son desconocidas y muy posiblemente sufran de temperaturas cerca del cero absoluto. En efecto, sin bien el grueso de los mortales nunca hemos pisado el continente Antártico, sabemos que ha sido ya explorado y que incluso algunos países tienen bases científicas ahí. Y sabemos también que es un continente ciertamente muy frío, pero que las temperaturas que ahí se alcanzan están lejos del cero absoluto de menos 273 grados centígrados. ¿Cómo argumenta la Sociedad de la Tierra Plana en contra de estos hechos? Afirmando que son falsos, producto de una conspiración internacional que quiere, por alguna razón no clara, mantener en secreto la planitud de la Tierra.

La hipótesis de una Tierra plana ofrece así explicaciones complicadas y forzadas –en el mejor de los casos– en contraste con la suposición de una Tierra esférica que permite explicar de manera muy simple y natural fenómenos tales como la sucesión del día y la noche, la rotación de las estrellas, los eclipses de luna, las puestas y salidas de sol y las estaciones del año. Y en un mundo natural tan complicado, las explicaciones más simples son las que hay que adoptar.

La confrontación de los modelos de Tierra esférica y Tierra plana se puede poner en la perspectiva de una confrontación entre ciencia y pseudociencia. Una explicación científica, además de ser tan simple como sea posible, debe ser predictiva. Es decir, debe ser capaz de predecir la ocurrencia de un fenómeno dadas ciertas condiciones iniciales. La capacidad de la ciencia de predecir fenómenos, que no tiene la pseudociencia, es lo que ha permitido el desarrollo de la tecnología moderna, que ha llevado, entre muchas otras cosas, al desarrollo de la red Internet y los teléfonos inteligentes, por mencionar solamente algunas de las aplicaciones tecnológicas en boga.

Dado el impacto obvio que ha tenido la ciencia en nuestros días, es desconcertante comprobar que hipótesis pseudocientíficas tales como las de la Tierra plana, el creacionismo, la inutilidad de las vacunas y la negación del cambio climático tengan seguidores, incluso en números crecientes en algunos casos. En otros, que afortunadamente hacen mayoría, se atienden más a los argumentos científicos, aun con evidencias que no son necesariamente de primera mano.

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