El primer laboratorio científico de la historia

Lecciones de un pasado muy remoto



Hace unos dos y medio millones de años nuestros lejanos ancestros, todavía no humanos, aprendieron a fabricar herramientas golpeando una piedra contra la otra. Como era de esperarse, dichas herramientas eran muy simples, apenas piedras con esquinas filosas. Útiles no obstante para, por ejemplo, destazar animales.

Sus descendientes, hace alrededor de un millón y medio de años –éstos sí ya humanos–, sofisticaron considerablemente las técnicas de fabricación de herramientas y desarrollaron grandes habilidades manuales para trabajar la piedra. La técnica que desarrollaron, conocida como achelense, les permitió moldear por percusión piedras bifaciales –es decir con dos caras opuestas moldeadas de manera simétrica – con forma de pera, destinadas a la fabricación de hachas de mano.

La tecnología achelense sobrevivió por cerca de un millón de años siendo sustituida por otras más elaboradas que permitieron un mayor control en la forma y el tamaño de las herramientas. Posibilitaron igualmente hacer un uso más eficiente de la materia prima para la fabricación de las mismas, pudiendo obtener varias herramientas a partir de una sola piedra original.

La fabricación de herramientas de piedra cada vez más sofisticadas acompañó así a la evolución del género humano hasta llegar a nuestra especie. En particular, según los especialistas, la sofisticación de las herramientas avanzó asociada al desarrollo de habilidades de comunicación y de transmisión de conocimientos adquiridos. Y en la medida en que los hombres primitivos se esforzaron en desarrollar herramientas, se adaptaron mejor a su medio ambiente y avanzaron en su colonización del planeta. Y tendremos que reconocer que el esfuerzo desarrollado fue mayúsculo, si hemos de juzgar por el éxito que ha tenido nuestra especie.

Tal parece, no obstante, que hubo poblaciones de humanos primitivos que no se esforzaron tanto en el desarrollo de nuevas tecnologías y en su adaptación al medio ambiente con resultados funestos. Este al parecer fue el caso de la población de Homo erectus –una especie humana que terminó por extinguirse– que habitó el centro de la península arábiga al inicio de la Edad de piedra. Esto, de acuerdo con un artículo publicado el pasado 27 de julio en la revista Plos One por un grupo internacional de investigadores encabezado por Ceri Shipton de la Australian National University en Canberra, Australia.

Shipton y colaboradores alcanzaron esta conclusión después de llevar a cabo un estudio arqueológico con herramientas fabricadas por dicha población con tecnología achelense. De acuerdo con Shipton, los pobladores del sitio empleaban una cultura de mínimo esfuerzo cuando fabricaban sus herramientas y hay la posibilidad de que esto los haya llevado a su desaparición.

De manera específica, tal parece que dichos pobladores fabricaban sus herramientas empleando los materiales que encontraban en su entorno inmediato y que tenían una calidad mediocre. Esto, a pesar de que en una colina cercana se encontraba una mina de roca a cielo abierto de buena calidad. Shipton los califica así de una población de “flojos” que no quisieron esforzarse en subir a la colina y acarrear los materiales que requerían para fabricar sus herramientas, conformándose con lo que podían encontrar a su alrededor, pues no encontraron evidencia que hubieran utilizado los materiales de la mina de piedra. Esto contrasta con el comportamiento de especies posteriores como el Neandertal y el Homo sapiens que transportaban sus materiales desde largas distancias.

Shipton y colaboradores tienen también la impresión de que, además de perezosa, la población de Homo erectus era demasiado conservadora y no tomaron las medidas pertinentes, manteniendo sus mismas prácticas, cuando su hábitat empezó a perder humedad. Así, su pasividad ante el cambio climático y el poco esfuerzo que estuvieron dispuestos a realizar para mejorar su tecnología habría sellado su suerte evolutiva.

Es sin duda sorprendente la tecnología y habilidad manual que desarrollaron los hombres primitivos para fabricar herramientas hace cientos de miles y aun millones de años, particularmente hacia el final de la Edad de piedra. De hecho, muy pocos de nosotros podríamos fabricar una herramienta de piedra como las que los miembros primitivos de nuestra especia lograban producir y para convencernos habría que ver los muchos videos que podemos encontrar en la Internet en el que se muestran las técnicas desarrolladas por nuestros ancestros.

Es también sorprendente enterarnos que hubo poblaciones de humanos que podrían haberse extinguido por su flojera para realizar su máximo esfuerzo para el desarrollo tecnológico. ¿Nos deja esto algunas enseñanzas en México en donde esta actividad recibe una muy baja prioridad?

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