Hogar, dulce hogar

Sin sorpresas



Imagine que extravía su cartera en la calle con algo de dinero y documentos importantes, incluyendo una credencial que lo identifica ¿la daría por perdida o tendría esperanzas de que alguien la encontrara y se la hiciera llegar? Como bien se dice, la esperanza muere al último, pero habríamos de coincidir en que la probabilidad de que en nuestro país suceda algo así es más bien baja. De hecho, un artículo aparecido la semana que hoy termina en la revista “Science” la cuantifica: apenas rebasa un 15%.

Pero vayamos por partes. El artículo de referencia fue publicado por un grupo internacional de investigadores encabezado por Alain Cohn de la Universidad de Michigan, Ann Arbor, y Michel André Maréchal de la Universidad de Zurich y en el mismo se describen los resultados de un extenso estudio llevado a cabo en ciudades a lo largo de todo el mundo, para averiguar el grado de honestidad cívica de sus habitantes. Para este propósito, Cohn y colaboradores diseñaron un experimento mediante el cual “perdieron” en varios sitios públicos y privados, carteras que contenían diversas cantidades de dinero y tarjetas de negocios de su supuesto propietario con una dirección electrónica de contacto. El experimento tuvo como propósito, determinar en cuántos casos hubo un intento de devolver la cartera perdida.

El estudio se llevó a cabo en 355 ciudades de 40 países, en cada uno de los cuales se escogieron entre cinco y ocho de las ciudades más grandes. Se incluyeron países de los cinco continentes, tanto desarrollados como no desarrollados. Las carteras -17,000 en total- fueron entregadas por auxiliares de la investigación en varios sitios que contaban con un área pública de recepción, incluyendo bancos, teatros y museos, oficinas postales, hoteles, lo mismo que estaciones de policía, juzgados y otras oficinas públicas. En algunas de las carteras se incluyó una pequeña cantidad de dinero, equivalente a unos 13 dólares. En otras, esta cantidad se incrementó hasta unos 90 dólares. En un tercer caso las carteras no contenían efectivo. Todas las carteras, además, contenían una llave -de valor solo para su propietario- y un recibo por compra de alimentos en una tienda de la localidad. Esto último para indicar que el propietario de la cartera era vecino del lugar.

Al entregar una cartera, el auxiliar de investigación mencionaba que la había encontrado en las inmediaciones, pero que estaba con gran prisa por lo que pedían a quien la recibía que se encargara de devolverla a su dueño. Dicho esto, se alejaba sin que hubiera manera de contactarlo posteriormente.

Los resultados de la investigación de Cohn y colaboradores son poco sorprendentes en algunos aspectos y sorpresivos en otros. Así, de manera esperable, encuentran que el porcentaje de carteras que intentaron ser devueltas varía grandemente entre países. Este porcentaje es considerablemente más grande en países desarrollados, como Dinamarca y Suecia, en donde alcanza un 70-80%, que en países no desarrollados -en algunos casos llamados en forma eufemística países en desarrollo-, como Perú, en donde dicho porcentaje no llega al 15%. En México el porcentaje correspondiente se sitúa entre el 18% y el 25%, con una característica particular que mencionaremos más adelante.

Dado que la honestidad ciudadana es una característica básica para el desenvolvimiento de un país, era esperable que el estudio de Cohn y colaboradores encontrara que en países avanzados se devuelven más carteras perdidas que en países que no lo son tanto. Otros resultados de la investigación, en contraste, resultaron más sorprendentes. Es el caso de las motivaciones que tiene un ciudadano para devolver una cartera en lugar de conservarla para su provecho.

Podría quizá esperarse que una cartera con dinero dentro tendría menos probabilidad de ser devuelta que una cartera vacía. Cohn y colaboradores, sin embargo, encontraron que sucede justamente lo contrario, pues una cartera con 13 dólares es más probable que sea devuelta que una vacía. Para comprobar esta tendencia, los investigadores incrementaron el contenido de la cartera hasta 90 dólares y con esto incrementaron la probabilidad de que fuera devuelta.

Lo anterior ocurre en 38 de los 40 países estudiados. La excepción a la regla es Perú, en donde no hace diferencia que la cartera esté llena o vacía, y México, en donde una cartera vacía tiene una probabilidad de alrededor del 25% de ser devuelta a su dueño, en contraste con una cartera con dinero en donde esta probabilidad disminuye hasta el 18%. De este modo, México es una singularidad entre los 40 países estudiados.

¿Qué es lo que impulsa a los ciudadanos de 38 países -incluyendo a países no desarrollados como Kazajistán, Ghana y Brasil- a devolver una cartera perdida, con más determinación en cuanto mayor es la cantidad de dinero que contiene? En base a su estudio, Cohn y colaboradores concluyen que la causa principal es una de autoestima. Es decir, al devolver la cartera evitan aparecer ante sí mismos como ladrones. Así, el impulso será más grande en cuanto mayor sea el contenido de la cartera, al menos hasta llegar a las cantidades -90 dólares- empleadas en el estudio.

Por lo demás, las estadísticas de Cohn y colaboradores no son como para provocar nuestro entusiasmo, pues indicarían que en México se logra inhibir el impulso de autoestima de manera efectiva. Aunque, ciertamente y vistos en ese contexto, los resultados de la investigación no resultan del todo sorpresivos.

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