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Según estima la Agencia Internacional de Energía (AIE), por la desaceleración económica debida a la pandemia de coronavirus, la demanda mundial de energía durante 2020 se redujo aproximadamente un 5 por ciento. De manera concurrente, la emisión de dióxido de carbono a la atmósfera disminuyó en 7 por ciento, paliando el creciente problema de calentamiento global, al mismo tiempo que la inversión en energía se redujo en un 18 por ciento. Una vez superada la pandemia, sin embargo, se reactivará la economía y se incrementará el consumo de energía y con esto la emisión de gases de invernadero. En estas condiciones, cabe preguntarse, cómo se verán afectados el consumo de energía y el calentamiento del planeta en los años por venir.
En este sentido, la AIE considera dos posibles escenarios. En el primero se asume que las medidas y políticas implementadas por los diferentes países para combatir el calentamiento global serán las mismas que antes de la pandemia, y que ésta será puesta bajo control durante 2021. Dadas estas condiciones, el consumo de energía mundial retornará en 2022 al nivel que tenía en 2019 y a partir de ahí reasumirá su ritmo de crecimiento pre-pandemia. En un segundo escenario, la AIE asume que la crisis por la pandemia se prolongará y sólo será hasta 2025 que la demanda de energía recuperará su nivel pre-pandemia. En este contexto, la economía sufrirá un mayor nivel de daño y la pandemia marcará el inicio de una década con el crecimiento en la demanda de energía más bajo desde 1930.
De acuerdo con las proyecciones de la AIE, en el segundo escenario se estabilizarán las emisiones de dióxido de carbono en los próximos diez años, mientras que en el primer escenario se mantendrán creciendo, sin bien a un menor ritmo que el que tenían antes de la pandemia. En ambos escenarios los niveles de emisión de gases de dióxido de carbono serán sustancialmente menores que los que se habrían dado de no haber ocurrido la pandemia, sobre todo para el segundo escenario en el que el mundo tarda más tiempo en superarla.
En todos los escenarios considerados por la AIE se predice un declive en el uso del carbón, que, como sabemos, fue el combustible más importante durante la revolución industrial. Este declive estaba ya presente antes de la pandemia, pero su caída se acelerará en los años por venir. Por el contrario, el gas natural, se mantendrá al alza, mientras que la demanda de petróleo, de cumplirse el segundo escenario, alcanzará un límite en la década de 2030. Por su lado, las energías renovables, incluyendo la solar, la eólica y la hidroeléctrica, jugarán un papel central en el futuro energético del planeta. Y entre todas éstas, la energía solar fotovoltaica –que emplea módulos solares para convertir la energía del sol en energía eléctrica– se llevará la parte del león en la generación de energía eléctrica. Esto, debido a la espectacular reducción por un factor de 100 en el precio que los módulos solares en las últimas cuatro décadas. La pandemia de coronavirus actualmente en curso tendrá repercusiones en la demanda global de energía, incluso después de que sea superada. Esto al menos según la AIE, que proyectaba antes de la pandemia un crecimiento de 12 por ciento en la demanda de energía entre 2019 y 2020. Ahora, las proyecciones en el mismo periodo son de 9 por ciento en el primer escenario y de sólo 4 por ciento en el segundo. El curso del mundo post-pandemia es entonces dependiente del tiempo que le tome al mundo superar la crisis sanitaria.
Y en este contexto, cabe hacer notar que algunos países ricos, notablemente los Estados Unidos y la Gran Bretaña, han acaparado buena parte de la producción mundial de vacunas y que estarían en posibilidad de sortear la crisis en el curso del presente año. Además, por su desarrollo tecnológico, los países industrializados tendrán herramientas –como las tuvieron para fabricar vacunas– para desarrollar los esquemas de energía sustentable que demanda el mundo del futuro.
En México estamos en una situación muy diferente. Por un lado, contamos con un número de vacunas que es insuficiente, al menos por el momento, para superar la pandemia antes de que ésta siga su curso natural. Y, por otro lado, dadas nuestras limitaciones tecnológicas ¿cómo vamos a sortear la crisis climática en las décadas por venir?
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