El primer laboratorio científico de la historia

Propósitos de año nuevo



Ahora que hemos superado el puente Guadalupe-Reyes, no faltarán, aquellos con sentimientos de culpa por los kilos extras adquiridos durante las fiestas decembrinas que hayan incluido entre sus propósitos para el año nuevo el de reducir peso. Para esto tendrán a su disposición una gran variedad de dietas para adelgazar; algunas más sustentadas que otras, por estrellas de cine incluso. No obstante, y al margen de las características de dichas dietas y de lo famoso de sus proponentes, la fisicoquímica del cuerpo se impone: para bajar los kilos de más habremos de eliminar la energía química acumulada en el cuerpo por haber ingerido más de la que estrictamente necesitábamos para funcionar.

Es decir, el exceso de grasa corporal tiene que ser combinada con el oxígeno que respiramos, liberando la energía requerida y dejando dióxido de carbono y agua como residuos. Estos residuos deberán ser eliminados del cuerpo por alguna vía para hacer efectiva la pérdida de peso y en este sentido surge la pregunta: ¿Cuál es la vía más importante para expulsarlos? Un artículo publicado en diciembre de 2014 -pero de gran relevancia en estos momentos de apuro- nos ofrece una respuesta. Dicho artículo fue publicado en la revista “British Medical Journal” por Ruben Meerman y Andrew Brown de la Universidad de Nueva Gales del Sur en Australia.

De acuerdo con Meerman y Brown, para oxidar 10 kilogramos de grasa corporal se usan 29 kilogramos de oxígeno proporcionados por el aire que respiramos. Calcularon que la oxidación genera como residuos 28 kilogramos de dióxido de carbono y 11 kilogramos de agua que deben ser desechados por el cuerpo. Los investigadores calcularon también los porcentajes de grasa corporal que son eliminados, como dióxido de carbono a través de los pulmones, y como agua. Encontraron que por medio de los pulmones se elimina el 84 por ciento de los residuos, mientras que solamente un 14 por ciento de los mismos se desechan como agua. Esto último, mediante la orina, las heces, el sudor y otros fluidos corporales.

La respiración es entonces la principal vía para perder peso mediante la exhalación de dióxido de carbono, lo que no deja de ser sorprendente. De hecho, Meerman y Brown incluyen en su artículo una tabla en la que consignan opiniones de diferentes especialistas que resultan erradas en su mayoría. Así, a la pregunta de ¿Cuando alguien pierde peso a dónde se va?, más del 60 por ciento de los médicos familiares y de los dietólogos contestaron que se transforma en calor -violando la conservación de masa-, mientras que menos del 5 por ciento contestó de manera correcta.

Basados en sus resultados, Meerman y Brown nos ofrecen ejemplos de interés práctico. Así, calculan que una persona de 70 kilogramos de peso, descansando y desarrollando actividades ligeras cada ocho horas, exhala por día unos 203 gramos de carbono. Si esta misma persona corre por espacio de una hora, incrementa su exhalación de carbono por unos 39 gramos, elevando su emisión total diaria a unos 240 gramos de carbono. A manera de comparación, 500 gramos de azúcar contienen 210 gramos de carbono, al mismo tiempo que un panqué de 100 gramos equivale a un 20 por ciento de los requerimientos energéticos diarios de una persona. Concluyen Meerman y Brown que los esfuerzos por bajar de peso mediante la actividad física pueden ser fácilmente superados por cantidades relativamente pequeñas de comida en exceso.

Tenemos así que, en cierto modo y si hemos de mantener la línea, la velocidad con la que trabajan los pulmones tendría que seguir a la velocidad con la que ponemos a trabajar al estómago. A juzgar por la epidemia de sobrepeso y obesidad que asuela al mundo, sin embargo, tal parece que es más fácil que se cansen los pulmones a que se canse el estómago. De este modo y dado que al nivel de la población en general no se tiene conocimiento de la relación directa entre respiración y pérdida de peso -que refuerza la idea de “come menos y muévete más”-, recomiendan Meerman y Brown que: “todos estos conceptos sean incluidos en los programas educativos de las escuelas secundarias y de los cursos de bioquímica en las universidades, y así corregir las ideas erróneas que se tienen acerca de la pérdida de peso”.

Por lo pronto, si fuera el caso y dado que palo dado ni Dios lo quita, como propósito de año nuevo habría que someternos a un régimen de dieta y ejercicio físico para perder -vía la respiración- los kilos de más ganados en el pasado puente de fin de año.

Comentarios

  1. Y si sumamos que las personas comparten la rosca un par de veces, una en el trabajo y otra con la familia....

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  2. Esa Rosca, yo me la come, se ve deliciosa! Despues, caminar todos los dias por una hora!

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