Hogar, dulce hogar

Hace un millón de años



Suponga que, a bordo de una máquina del tiempo, un viajero retrocede un millón de años hacia el pasado aterrizando en medio de un bosque con un frío que cala los huesos. A la distancia alcanza a ver a un individuo de la especie “Homo erectus” dado a la tarea de encender una fogata para calentarse -y posiblemente también para prepararse la comida-. El individuo en cuestión toma dos pedazos de madera que frota rápidamente uno contra el otro, hasta que, con el calor generado, logra prender fuego a un montón de paja y con éste a una pira de leña.

Más allá de la imposibilidad de viajar hacia el pasado, ¿qué tan factible es que el viajero del tiempo pudiera ser testigo de una escena, hace un millón de años, en la que un humano primitivo enciende una fogata? Cualquiera que haya intentado iniciar un fuego sin cerillos o sin un encendedor estará posiblemente de acuerdo en que no resulta una tarea sencilla, por más que en Internet encontramos grabaciones en video que nos quieren convencen de que, con la suficiente práctica y con un experto que nos enseñe, podríamos lograrlo de manera relativamente rápida.

El hecho es que dichas grabaciones nos muestran -por si hiciera falta- que, para los humanos primitivos, no habría sido simple aprender a encender un fuego desde cero, y que al hacerlo demostraron una gran capacidad imaginativa y considerables esfuerzos de prueba y error -sin videos demostrativos y sin nadie que los guiara.

¿Cuándo se aprendió a manejar el fuego? Según los expertos, existen amplias evidencias del uso del fuego desde hace unos 200,000 años. Más allá de los 500,000 años antes del presente, en contraste, las evidencias son escasas. Esto podría significar que el uso del fuego se desarrolló hasta hace unos pocos cientos de miles de años, o bien que las técnicas analíticas para estudiar épocas tan remotas no son lo suficientemente sensibles.

Con relación a esto último, un artículo publicado esta semana en la revista “Proceedings of the National Academy of Sciences” de los Estados Unidos, en el que se reporta el desarrollo de una técnica para determinar si una determinada roca estuvo sujeta a un calentamiento de cientos de grados centígrados por exposición al fuego. El artículo fue publicado por un grupo internacional de investigadores encabezados por Zane Stepka del Instituto Weizmann de Ciencias de Israel.

La técnica reportada por Stepka y colaboradores hace uso de luz ultravioleta y de un algoritmo de inteligencia artificial para detectar los cambios a nivel molecular que ocurren en el interior de un material expuesto a altas temperaturas. La técnica es sensible aun si el material bajo estudio no muestra rasgos visibles de la acción del fuego que pudieran haberse desvanecido por el trascurrir del tiempo. Es decir, revela lo que está oculto a simple vista.

Los investigadores aplicaron su técnica a materiales provenientes del sitio arqueológico Evron Quarry en Israel, que está datado entre 800,000 años y un millón de años antes del presente. Dicho sitio incluye fósiles de diferentes animales y objetos de piedra. Stepka y colaboradores aplicaron su técnica a 26 herramientas de piedra que no muestran signos visuales de haber sufrido una exposición al fuego, encontrando que habían sido expuestos a una temperatura superior a 600 grados centígrados. De manera adicional, un análisis de 87 restos animales empleando luz infrarroja, reveló que un colmillo de elefante también presentaba evidencia de haber sido sujeto a una alta temperatura.

Reconocen Stepka y colaboradores que, sobre la base de sus descubrimientos, no pueden concluir de manera categórica que los humanos primitivos hacían uso del fuego hace un millón de años, pues la exposición a altas temperaturas pudiera deberse a causas naturales, dado que Evron Quarry es un sitio arqueológico al aire libre. No obstante, el hecho que en un mismo sitio se hayan encontrado herramientas de piedra y restos animales que fueron sujetos a altas temperaturas, constituye una indicación, no conclusiva, del uso del fuego en épocas muy tempranas, comprendidas dentro del rango temporal del “Homo erectus”. En todo caso, Stepka y colaboradores, señalan que la técnica por ellos desarrollada podría ayudar a datar con evidencias sólidas el inicio del uso del fuego, acontecimiento que algunos consideran fue clave para la aparición de nuestra especie.

Así, hasta nuevo aviso, habríamos de ser cautos antes de asegurar que, de retroceder un millón de años en el tiempo, nos pudiéramos encontrar con un miembro de la especie “Homo erectus” en el acto de encender una fogata. De lo que sí podríamos estar seguros es de la capacidad cognitiva de los humanos primitivos. Hace cientos de miles y posiblemente un millón de años.

Comentarios