El primer laboratorio científico de la historia

El terremoto que viene



El pasado 19 de septiembre ocurrió un evento inusual en México: un temblor de 7.1 en la escala de Richter con epicentro frente a la costa de Michoacán. Ciertamente, dicho temblor no sería particularmente notable de no haber sido el tercero que ha ocurrido en México con una magnitud superior a 7 en la escala de Richter en un día 19 de septiembre. No hay, por supuesto, ninguna razón para suponer que el 19 de septiembre sea una fecha especial para los temblores, de modo tal que tenemos que concluir que la ocurrencia de tres sismos de gran magnitud en un mismo día del mes de septiembre fue pura coincidencia. Sin ir más allá por lo pronto, pues desafortunadamente todavía no se tienen los suficientes conocimientos científicos para explicar cómo ocurren los terremotos.

En relación a esto último, un artículo aparecido el pasado 5 de septiembre en la revista “Geology” describe resultados de un proyecto llevado a cabo frente a las costas de Japón por un grupo internacional de científicos encabezados por Harold Tobin de la Universidad de Washington. El proyecto fue llevado a cabo en el área de la falla de Nankai, frente a la costa japonesa del océano Pacífico. Dicha falla ha originado en el pasado terremotos y tsunamis de gran magnitud. Uno de estos fue el terremoto ocurrido en el año 1498 que generó un tsunami que destruyó el edificio que albergaba al gran buda de Kamakura de más de trece metros de altura, y que desde entonces ha quedado expuesto a la intemperie. Más recientemente, en 1946, ocurrió un terremoto con una magnitud superior a 8 en la escala de Richter que generó un tsunami con olas de cinco metros de altura que destruyó decenas de miles de casas y provocó miles de muertos.

El objetivo del proyecto de Tobin y colaboradores fue investigar el estado de tensión en el que se encuentra la roca por debajo del fondo del mar en el área de la falla de Nankai, debida a la interacción entre las placas tectónicas euroasiática y filipina. Como sabemos, el movimiento de una placa tectónica con respecto a la otra genera tensiones y acumula energía que eventualmente se libera generando un terremoto. Los investigadores esperaban encontrar evidencia de un próximo terremoto de gran magnitud, dado que se sabe que la falla de Nankai produce un terremoto de gran magnitud aproximadamente cada cien años y el último generado por dicha falla ocurrió ya hace más de medio siglo.

Para llevar a cabo su estudio, los investigadores perforaron el lecho marino hasta una profundidad de tres kilómetros haciendo uso del barco japonés de investigación “Chikyu”, y determinaron la tensión a la que estaba sujeta la roca a partir de la deformación de las paredes del pozo. No lograron, sin embargo, alcanzar la falla de Nankai que se encuentra dos kilómetros más profunda.

Para su sorpresa, encontraron un estado de tensión casi cero, sin una indicación de la inminencia de un terremoto, para lo cual no tienen una explicación. Una posibilidad, especulan, es que la tensión esté acumulada a mayor profundidad, cerca de la falla tectónica a la que no llegaron; o bien que la falla necesite acumular una menor energía a la esperada antes de generar un terremoto. Otra posibilidad es que la tensión se generará rápidamente en el futuro antes de su liberación. Confían los investigadores, sin embargo, que estudios como el que han dado a conocer llevará a un mayor conocimiento de los procesos geológicos que dan origen a los terremotos y eventualmente a la capacidad de predecirlos con suficiente antelación.

Al margen de la evolución futura del conocimiento que los expertos alcancen sobre la generación de terremotos, no podemos dejar de sorprendernos sobre las capacidades técnicas desplegadas por el grupo de investigación que perforó un pozo de tres kilómetros de profundidad y logró determinar el estado de tensión de la roca ahí abajo, midiendo las deformaciones de las paredes del pozo. Y en ese estado de ánimo, no podemos dejar de confiar en que en un futuro cercano lo expertos alcancen un nivel de conocimiento tal que les permita predecir terremotos con suficiente antelación para que todos podamos ponernos a buen resguardo. Y así podríamos quizá también entender la increíble coincidencia de que se produjeran tres terremotos mayores en México en un mismo día de septiembre.

Comentarios