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Naufragio en la Edad del Bronce



Hoy en día, algunos materiales como el litio o las llamadas tierras raras son altamente apreciados por sus numerosas aplicaciones, entre las que se encuentran la generación de energía renovable, las telecomunicaciones y las memorias de computadora. De manera similar, hace 3,500 años el estaño constituía un material de gran importancia para civilizaciones establecidas, desde Asia oriental hasta el mar Mediterráneo. En efecto, sabemos que hace unos 5,000 años se descubrió que añadiendo un 10 por ciento de estaño al cobre se obtiene una aleación que es más dura que sus dos constituyentes. Esto llevó a la fabricación de armas para la guerra y utensilios y herramientas para la vida diaria, y al inicio de la llamada Edad del Bronce que se prolongó hasta el fin del segundo milenio a.C.

Por otro lado, sabemos que los yacimientos de litio y de tierras raras no están distribuidos de manera uniforme a lo largo de la superficie del planeta y por tanto constituyen materiales de importancia estratégica. Lo mismo sucedía con el estaño durante la Edad del Bronce, cuyos depósitos minerales estaban lejos de los centros urbanos. Así, al igual que hoy en día los países industrializados se preocupan por asegurar el flujo de los materiales estratégicos que necesitan para el funcionamiento de su economía, las civilizaciones del mundo antiguo tenían que asegurar el flujo del estaño que requerían.

El descubrimiento de un naufragio de la Edad del Bronce en la costa sur de Turquía con un cargamento de 10 toneladas de cobre y una tonelada de estaño proporcionó una oportunidad para averiguar los orígenes, y las rutas que seguía el estaño desde el lugar de extracción hasta el de su consumo. Los expertos, sin embargo, no habían logrado ponerse de acuerdo sobre estos puntos, hasta que un estudio llevado a cabo por un grupo de investigadores encabezado por Wayne Powell, de Brooklyn College en Nueva York, desveló la procedencia y la intrincada ruta que habría seguido el estaño. Los resultados de dicho estudio fueron publicados esta semana en la revista Science Advances.

Para desentrañar el misterio, Powell y colaboradores llevaron a cabo un análisis de las composiciones de isótopos de estaño y plomo de 108 lingotes de estaño del naufragio y las compararon con las composiciones correspondientes de yacimientos de estaño conocidos -como sabemos, los elementos químicos pueden existir como diferentes isótopos que difieren entre sí en cuanto a su peso-. De este modo, la coincidencia de la composición isotópica de un lingote con la de un yacimiento indicaría la procedencia de dicho lingote. Siguiendo este método, encontraron los investigadores que un tercio de los lingotes procedía de minas en Uzbekistán, mientras que los dos tercios restantes tenían su origen en minas de Turquía.

Con los resultados de su investigación, Powell y colaboradores ponen al descubierto una red de comercio con una antigüedad de 3,500 años, mediante la cual el estaño extraído en minas en Asia Central por pequeñas comunidades de mineros, fue enviado, a través de más 3,000 kilómetros, hasta el mar Mediterráneo, en donde fue conjuntado con estaño extraído de minas en Turquía bajo el control de un gobierno central. De acuerdo con los investigadores, el cargamento de cobre y estaño del barco malhadado habría sido suficiente para fabricar espadas para un ejército de 5,000 soldados. Así, la red de comercio de estaño, además de sofisticada, estaba organizada con elementos dispares.

Por otro lado, mencionan los investigadores, que aún quedan misterios por desvelar. En particular, no sabemos en dónde se llevó a cabo el proceso de fundición del mineral de estaño extraído de las minas y la fabricación de los lingotes que tienen diferentes formas. Al margen de la respuesta que eventualmente pudiera darse a estas preguntas, dos cosas nos resultan sorprendentes. Primeramente, que en la Edad del Bronce hubieran sido capaces de organizar una ruta comercial con la complejidad demostrada, y segundo, que se hayan podido desentrañar secretos después de 3,500 años.

Aunque, pensándolo nuevamente, quizá no deberíamos sorprendernos de que nuestros antecesores hayan organizado una compleja ruta comercial hace miles de años. Después de todo, para entonces ya habían inventado la metalurgia del bronce, que se antoja más complicada. Como quizá tampoco deberíamos sorprendernos de la habilidad del método científico para escudriñar el pasado, de la cual tantas pruebas nos ha dado.

Comentarios

  1. Asombrosa la existencia de tecnologías para distinguir isótopos de elementos como el cobre y el estaño, supongo que además los lingotes pudiesen contener otros elementos químicos.

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