Hogar, dulce hogar

Aplicaciones varias



En 1854, Antonio Meucci, inventor italiano emigrado a los Estados Unidos, puso en funcionamiento un dispositivo que bautizó como “teletrófono”, para mantenerse en comunicación con su esposa que padecía de reumatismo. El teletrófono conectaba la oficina del inventor en la planta baja de edificio, con el dormitorio de su esposa en el primer piso, y se considera que es el precursor de los teléfonos modernos. Desafortunadamente, por problemas económicos Meucci no pudo patentar su invención y solo la protegió de manera parcial. Quien sí pudo hacerlo fue Alejandro Graham Bell, lo que motivó una demanda por parte de Meucci. Sin éxito, pues murió sin que le hubiera sido reconocida su invención y así, Graham Bell fue reconocido como el inventor del teléfono. Esto se mantuvo hasta 2002, año en el que el congreso de los Estados Unidos aprobó un documento que reconoce a Meucci como el verdadero inventor del teléfono.

De haber podido viajar 150 años hacia el futuro, a Meucci le hubiera complacido enormemente saber que al fin se le había hecho justicia. Al mismo tiempo, con seguridad se habría sorprendido al atestiguar hasta qué punto ha evolucionado su invención hasta el punto de hacerla irreconocible. No solamente porque los teléfonos actuales pueden comunicarse por medios inalámbricos, sino porque, a partir de su función original, los teléfonos han adquirido un gran número de funciones adicionales. Así, hoy en día, aparte de usarlos para hablar por teléfono, usamos a los teléfonos inteligentes para trasmitir textos e imágenes, para ver películas y videos, para buscar direcciones, para guiarnos hacia ellas, para tomar fotografías y como dispositivos de geolocalización, entre otras muchas aplicaciones.

De este modo, no sorprende que un grupo de investigadores encabezados por Joseph Breda, de la Universidad de Washington hayan propuesto una nueva función para los teléfonos inteligentes: su uso como termómetros para medir la temperatura del cuerpo. La propuesta de Breda y colaboradores fue publicada el pasado mes de marzo en la revista “Proceedings of the ACM on Interactive, Mobile, Wearable and Ubiquitous Technologies”.

Para cumplir esta nueva función, Breda y colaboradores hacen uso de los termistores, que son dispositivos que se encuentran en el interior de los teléfonos móviles y que sirven para medir la temperatura en ciertos puntos clave. Por ejemplo, miden la temperatura de la batería como un medio para diagnosticar su estado de salud. Para implementar esta aplicación, los investigadores desarrollaron la aplicación “FeverPhone”, que estima la temperatura corporal a partir de los cambios de temperatura que miden los termistores cuando la pantalla del teléfono es presionada contra la frente del paciente por 90 segundos. Al estar en contacto frente y pantalla se establece un flujo de calor que eleva la temperatura del teléfono hasta que se alcanza un equilibrio. FeverPhone captura los cambios de temperatura, los interpreta y calcula la temperatura corporal.

Los investigadores probaron su dispositivo con 37 voluntarios, 16 de los cuales había tenido cuando menos una fiebre leve. FeverPhone fue capaz de determinar la temperatura corporal de los pacientes con un error promedio de 0.23 grados centígrados, error que es comparable con lo que se obtiene con termómetros comerciales.

Breda y colaboradores señalan que no pretenden sustituir los termómetros corporales, que están diseñados específicamente para medir temperaturas, con un dispositivo diseñado para otros propósitos. Hacen notar, sin embargo, que a menudo no se cuenta con un termómetro a la mano en caso de necesidad. Citan, por ejemplo, un estudio llevado a cabo con 141 padres de niños con fiebres convulsivas que requerían de un seguimiento continuo de su temperatura corporal. Sin embargo, según el estudio citado, solamente en un 15 por ciento de casos los padres tuvieron acceso a un termómetro. En circunstancias tales, FeverPhone sería de gran utilidad. Es decir, mientras que en el mundo son mayoría quienes cuentan con un teléfono móvil, no podemos decir lo mismo con respecto de aquellos con un termómetro corporal.

Ciertamente, el dispositivo inventado por Meucci hace 170 años ha cambiado tanto que le resultaría irreconocible. Hasta tal punto ha cambiado, que seguir llamándolo “teléfono” resulta fuera de lugar. ¿Cuál podría ser un nombre adecuado para un dispositivo que sirve para hablar por teléfono, pero también para enviar un texto escrito? ¿O para tomar una fotografía y subirla a una red social? ¿O para buscar y encontrar una dirección o una información en la Wikipedia? O si FeverPhone finalmente se consolida, ¿para medir la temperatura corporal?

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