Hogar, dulce hogar

El ayer y el hoy de los espejos

Para la construcción de la Galería de los Espejos del palacio de Versalles, el ministro de finanzas de Luis XIV Jean Baptiste Colbert tuvo la iniciativa de tentar a artesanos venecianos expertos en la industria del vidrio para que se trasladaran a Francia y establecieran ahí una fábrica de espejos. Esto, para aligerar costos de construcción y dado que Francia no contaba con la tecnología necesaria para fabricar espejos. En esa época, los espejos eran un objeto de lujo en Europa y Venecia era el lugar en donde se producían. Los artesanos venecianos, expertos en el arte del vidrio, habían desarrollado una técnica para fabricar espejos depositando una delgada capa de estaño y mercurio sobre una lámina de vidrio.

Huelga decir que los venecianos guardaban celosamente los secretos de su arte de fabricación de espejos y consideraron la iniciativa de Colbert como un intento de espionaje industrial, y por tanto buscaron frustrarla. Al final, sin embargo, los franceses tuvieron éxito, aprendieron lo suficiente de los artesanos venecianos, llevados a Francia por secuestro o convencimiento, y lograron fabricar los espejos que requerían. Por su parte, dos de los artesanos venecianos que se vendieron a los franceses no tuvieron tanta suerte y terminaron asesinados.

La asociación de los espejos con el lujo empezó a decaer hace unos doscientos años, cuando el químico alemán Justus von Liebig desarrolló una tecnología para fabricar espejos depositando una delgada película metálica en una placa de vidrio. Esto inició una revolución en la industria de fabricación de espejos que llevó a que, hoy en día, éstos sean objetos de uso común.

Por otro lado, la historia de los espejos como objetos de uso restringido, se extiende por miles de años. Así, se han descubierto en Turquía, con una antigüedad de 8,000 años, espejos fabricados puliendo una superficie plana en una piedra de obsidiana. Posteriormente, se desarrollaron técnicas para fabricar espejos metálicos, y en este sentido, un artículo aparecido el pasado 4 de septiembre en la revista “Journal of Archaeological Sience Reports” describe una investigación sobre los métodos de fabricación de espejos de cobre en Egipto, en la época de los faraones. El artículo fue publicado por Elizabeth Thomas, de la Universidad de Liverpool en el Reino Unido.

De acuerdo con Thomas, los egipcios usaban espejos para diferentes propósitos, algunos no diferentes de los actuales. Las mujeres, por ejemplo, los usaban para maquillarse o peinarse. Igualmente, se han encontrado espejos en tumbas egipcias. Se supone que dichos espejos eran envueltos en tela para proteger su superficie reflejante. Esto era importante para que la persona fallecida pudiera ver su reflejo y reconocerse en la vida más allá de la muerte.

En su investigación, Thomas hizo uso de 19 espejos metálicos pertenecientes a tres museos británicos, con antigüedades que abarcan desde el Imperio Antiguo, hace 4,500 años, hasta el Periodo Tardío, cientos de años antes de Cristo. El interés de Thomas se centró en los procedimientos metalúrgicos empleados por los egipcios para fabricar sus espejos.

En particular, estaba interesada en los metales usados en los espejos. En este respecto, encontró que los espejos fueron fabricados con tres tipos de aleaciones: cobre-arsénico, cobre-estaño y cobre-arsénico-estaño. Un hallazgo notable es que la composición de arsénico o estaño en las aleaciones rondaba el 5 por ciento en los espejos estudiados. Esta composición podría haber sido escogida por que proporciona una tonalidad dorada a la luz reflejada por los espejos. Encontraron también evidencia de que desarrollaron un tratamiento que enriquece de arsénico la superficie del espejo, lo que le da una tonalidad plateada, Estos hallazgos demuestran que los egipcios habían alcanzado hace miles de años un conocimiento notable de la metalurgia de las aleaciones de cobre.

Los espejos tienen así miles de años de historia, si bien sólo hasta los últimos doscientos años han estado disponibles para el común de los mortales. Antes de eso, solamente las élites podían darse el lujo de poseer un espejo. Por lo demás, a doscientos años de la revolución de los espejos, nos hemos acostumbrado tanto a ellos, que es difícil imaginar cómo sería la vida sin ellos. No obstante, podemos anticipar que nos costaría trabajo decidir si estamos bien peinados o bien presentados antes de salir de casa. Igualmente, es posible que Alicia no hubiera cruzado el espejo. O bien, que no tendríamos la posibilidad de distinguir a un vampiro por su falta de imagen reflejada en el espejo.

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