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La ciudad maya de Calakmul, localizada en el sur del estado de Campeche, floreció durante el llamado Periodo clásico tardío de la cultura maya. Como sabemos, Calakmul, al igual que otras ciudades mayas, fue abandonada por sus habitantes hacia el siglo X d.C., y poco a poco fue devorada por la selva. Las ruinas de Calakmul fueron documentadas por el biólogo estadounidense Cyrus Longworth Lundell, después de una visita al sitio en 1931, contratado por una compañía dedicada a la explotación del chicle.
Lundell relata su visita a Calakmul en un artículo titulado “American Discoveries in the Maya Area”, que publicó en 1933 la revista “American Philosophical Society”. Según su relato, a su llegada a Calakmul el 29 de diciembre, “pronto vimos muchas señales de antiguas viviendas. Después de andar unos once kilómetros, llegamos a unos montículos rectangulares y piramidales. A las tres y media de la tarde vi, en el camino que tenía delante, un enorme monolito escultural. Pasamos junto a él, lo mismo que junto a una pirámide a nuestra derecha, y entramos en lo que descubrí que era la plaza principal y el centro ceremonial de una de las ciudades más importantes de la cultura maya del sur.”
“Durante tres días permanecimos en el lugar, abriéndonos paso de montículo en montículo para localizar las distintas estructuras y monumentos. Dos grandes pirámides dominaban el lugar y sugerían el nombre de Calakmul. Subí a la cima de la pirámide más alta para tener una vista del gran bosque que cubre la ciudad y el campo circundante en todas direcciones… Calakmul se encuentra enterrada en el centro de una gran llanura”.
Lundell no habría sido quien descubrió las estructuras mayores de Calakmul, que tendrían que haber sido ya conocidas por los habitantes del lugar. No obstante, como afirma Lundell, el resto de Calakmul estaba enterrado en la llanura, mil años después de que la ciudad fue abandonada por sus habitantes. Cincuenta años después de la visita de Lundell, Calakmul, fue objeto de exploraciones arqueológicas para traerla nuevamente a la superficie.
Sin embargo, descubrir construcciones enterradas y además ocultas bajo las copas de los árboles, no es una tarea sencilla y surge la pregunta sobre qué, además de lo ya encontrado, está por descubrirse acerca del mundo maya. En este sentido, los arqueólogos cuentan con una poderosa y sofisticada técnica que les permite localizar elevaciones del terreno ocultas por los árboles, las cuales podrían corresponder a una construcción enterrada bajo la superficie. Esta técnica hace uso de pulsos de rayo láser que son dirigidos desde un avión hacia el suelo, en donde son reflejados de regreso hacia su punto de partida. Midiendo el tiempo que le toma a un pulso de láser su viaje de ida y vuelta, es posible determinar la distancia que hay entre el avión y el punto en donde se refleja el pulso, y por tanto detectar una posible elevación del terreno. Dicha técnica es conocida como LiDAR.
Por supuesto, para esto ultimo es necesario que el láser llegue hasta el suelo, lo que es obstaculizado por las copas de lo árboles. Afortunadamente, la técnica LiDAR es tan sensible, que basta que una parte pequeña de la intensidad del láser logre penetrar y regresar a través de las ramas de los árboles, para que LiDAR nos proporcione la información buscada. Un artículo publicado esta semana en la revista “Antiquity”, nos proporciona una espectacular demostración de las capacidades de la técnica. Dicho artículo fue publicado por un grupo de investigadores encabezado por Luke Alud-Thomas de Tulane University en Nueva Orelans, con la participación de una investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
En su artículo, Alud-Thomas reportan, empleando LiDAR, el descubrimiento de unas 6,500 estructuras, incluyendo una ciudad desconocida hasta ahora, enterradas bajo la selva de Campeche, no lejos de Calakmul. La nueva ciudad fue bautizada como Valeriana. Además de las estructuras monumentales propias de un centro urbano, Alud-Thomas y colaboradores encontraron áreas con construcciones más modestas, que les proporcionan un panorama en el que se articulan e interactúan poblaciones rurales con centros urbanos densamente poblados. Este panorama sería una característica general del mundo maya.
Mostrando nuestra sorpresa por las posibilidades de la técnica LiDAR, terminaríamos con una opinión expresada por Alud-Thomas: “No sólo encontramos zonas rurales y asentamientos más pequeños. También encontramos una gran ciudad con pirámides justo al lado de la única carretera de la zona, cerca de un pueblo donde la gente ha estado cultivando activamente entre las ruinas durante años. El gobierno nunca se enteró; la comunidad científica nunca se enteró. Eso realmente pone un signo de exclamación detrás de la afirmación de que no, no hemos encontrado todo, y sí, hay mucho más por descubrir".
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