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Después de terminada la Edad del Hielo, hace unos doce mil años, el norte de África experimentó un periodo húmedo a lo largo de siete mil años debido a cambios en el llamado monzón africano, que transporta humedad desde la región ecuatorial del planeta hacia el norte del continente. Así, hace diez mil años el actual desierto del Sahara disfrutaba de un clima húmedo, muy diferente al clima desértico de la actualidad. Un fenómeno similar ocurrió en la península arábiga, que pasó de un periodo de humedad después de fin de la última glaciación a uno de gran aridez.
De esta manera, si con una máquina del tiempo nos trasladásemos al sur de la península arábiga cinco mil años atrás, nos encontraríamos con grupos de pastores nómadas enfrentando un proceso de cambio climático que hacía su hábitat cada vez más árido. ¿Cómo enfrentaron dichos grupos de pastores el desafío climático? Un artículo aparecido el pasado 28 de mayo en la revista “Plos One” intenta contestar a esta pregunta. Dicho artículo fue publicado por un grupo internacional de investigadores encabezado por Joy McCorriston, de la Universidad Estatal de Ohio.
McCorriston y colaboradores asumen para su estudio que a partir de los monumentos construidos por los pastores del sur de Arabia es posible obtener información acerca de los esfuerzos que realizaron para adaptarse al cambio climático, sin renunciar a su ocupación de pastores. En este sentido escriben: “Los monumentos tenían significados culturalmente específicos. Considerar todas estas características como monumentos se centra en su potencial común como indicadores de patrones de comportamiento humano. Al enfatizar y cuantificar las características comunes, llegamos a una comprensión del uso de la tecnología de monumentos para la resiliencia social y comunitaria al cambio climático.”
Siguiendo esta idea, McCorriston y colaboradores llevaron a cabo un levantamiento y clasificación de 371 monumentos arqueológicos en la región árida de Dohar, perteneciente al sultanato de Omán, localizado en el sur de la península arábiga. Los monumentos estudiados fueron construidos a lo largo de un periodo de siete mil años desde el fin de la última glaciación.
Los autores encontraron que los monumentos construidos en el periodo húmedo eran de mayor tamaño que aquellos construido en el periodo en el que los efectos de la creciente aridez se habían ya hecho sentir. Los monumentos más grandes implican el uso de piedras de grandes dimensiones que requirieron para su manipulación de la participación de grupos numerosos de personas. En contraste, a medida que avanzó la aridez del medio ambiente, el tamaño de los monumentos disminuyó, lo cual es consistente con la dispersión de los pobladores en grupos más pequeños en la medida en que disminuyeron los recursos de que disponían. Adicionalmente, con el avance de la desertificación, los monumentos fueron eventualmente edificados en visitas repetidas.
Consideran McCorriston y colaboradores que los monumentos eran ”…activos que facilitaban la pertenencia social y eran técnicamente adaptables para mantener la cohesión social de los pastores del desierto que no abandonaron el pastoreo con los cambios ambientales, que incluyeron la reducción del pastoreo, el secado de los manantiales, cambios en la frecuencia y distribución de las filtraciones y, en algunas épocas, la mejora de los pastizales”. Igualmente, atribuyen que la distribución de monumentos tiene la función de: “…comunicar mensajes socioculturales a personas a menudo ausentes”. Y en ese sentido: ”La ubicación de los monumentos podría comunicar información ambiental, como el pastoreo o las rutas, o podría ser reactiva y construirse junto a una ruta establecida. La ubicación de los monumentos cerca de cuerpos de agua y cauces, donde la vegetación es más abundante, refleja que estos son los lugares que frecuentan los habitantes del desierto. Estas zonas bajas ofrecen pasto y ramoneo, sombra bajo los árboles, refugios rocosos y rutas de viaje de bajo esfuerzo”.
Para McCorriston y colaboradores, los monumentos prehistóricos del desierto de Dohar son testigos -mudos, pero no tanto- de las acciones tomadas por los pastores nómadas para defenderse de un cambio que transformó el clima de la península arábiga hasta hacerlo irreconocible. Y así, la discusión resulta relevante a la luz del cambio climático que está sufriendo el planeta, esta vez por causas no naturales, pero a una velocidad medida, no en miles, sino en cientos de años.
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