De aquí a veinticinco años

El 25 de marzo de 2016 cerró para siempre la estación de tren Kyu-Shirataki, localizada en una remota área rural de la isla japonesa de Hokkaido. Tres años antes, la compañía que operaba la línea ferroviaria había decidido cerrar dicha estación por el bajo número de pasajeros que la usaba. El cierre no hubiera tenido mayor repercusión, de no haber coincidido con la terminación de estudios de Hana Harada, quien era estudiante en la escuela secundaria de la localidad y usaba la estación de Kyu-Shirataki en su camino hacia y desde la escuela. Dada esta coincidencia, la prensa difundió una versión en el sentido que la compañía ferroviaria había decidido prolongar el uso de estación con el objeto de no perjudicar a la estudiante, y que esperó a que ésta terminara sus estudios para cerrarla de manera definitiva.

Al margen del grado de veracidad de dicha versión -sin duda muy atractiva, pues presenta a una compañía que habría privilegiado el interés de una estudiante por sobre sus intereses comerciales- el cierre de una estación rural de tren en una región rural de Japón es un reflejo de la migración de su población rural hacia áreas urbanas que se ha dado en el último medio siglo. Migración que no es exclusiva de Japón, sino que se está dando a lo largo de todo el mundo.

Con relación a esto último, la Organización de las Naciones Unidas dio a conocer el pasado 18 de noviembre su reporte: “Perspectivas de Urbanización Mundial 2025: Resumen de Resultados”, en el que analiza la redistribución de la población mundial entre áreas rurales y urbanas de 1950 a la fecha, y nos ofrece predicciones hasta el año 2050.

Dado que los criterios para definir lo que es un área rural y una urbana no son uniformes en los diferentes países del mundo, el reporte de la ONU define primeramente el significado de ambos términos. Así, establece un “Grado de Urbanización” que comprende tres categorías: 1) “Ciudades”, con una densidad de población de cuando menos 1,500 habitantes por kilómetro cuadrado, y una población de cuando menos 50,000 habitantes; 2) “Pueblos”, con una densidad de población de cuando menos 300 habitantes por kilómetro cuadrado y una población de cuando menos 5,000 habitantes; y 3) “Áreas rurales”, con una densidad de población inferior a 300 habitantes por kilómetro cuadrado.

Con estas definiciones, el reporte de la ONU encuentra que, a nivel global, en 1950, con una población mundial de 2,500 millones de personas, el 20 por ciento vivía en ciudades, mientras que el 40 por ciento lo hacía en pueblos y el 40 por ciento en áreas rurales. En contraste, en 2025, setenta y cinco años después y con una población mundial de 8,200 millones de personas, las ciudades alojan al 45 por ciento del total de población, los pueblos el 36 por ciento, y las áreas rurales el 19 por ciento.

Así, con los números anteriores, mientras que el porcentaje de la población mundial que vive en pueblos se ha mantenido aproximadamente constante en los últimos 75 años, el correspondiente porcentaje de la población que vive en ciudades se ha más que duplicado y el de la población que vive en áreas rurales se ha reducido a la mitad. Por supuesto, dado que la población del mundo se ha más que triplicado en los últimos 75 años, tanto la población urbana como la rural han crecido en términos absolutos. Esta última en un grado considerablemente menor que la primera y, de hecho, el estudio de la ONU proyecta que, en números absolutos, la población rural del mundo alcanzará su máximo alrededor del año 2040 y a partir de ahí empezará a descender.

En estas condiciones, el crecimiento poblacional en el futuro ocurrirá en áreas urbanas, fundamentalmente en ciudades y en menor medida en pueblos, tal como han sido estas definidas categorías el estudio de la ONU. Así mismo, el estudio proyecta el crecimiento de megaciudades, definidas éstas como concentraciones urbanas de más de 10 millones de habitantes, de las 33 actuales a 37 en 2050. El documento señala una paradoja en cuanto al crecimiento actual de algunas de estas megaciudades, que pueden crecer o disminuir en población, independientemente del crecimiento de la población del país en el que se encuentran. Así, la ciudad de Tokio incrementó su población en 300,000 personas entre 2015 y 2025, al mismo tiempo que la población total del Japón disminuyó en unos cuatro millones en ese mismo periodo. En contraste, la población de la Ciudad de México disminuyó por más de un millón de personas entre 2015 y 2025, a pesar de que se incrementó la población del país a un ritmo moderado.

De este modo, según las proyecciones de la ONU, y si bien con variaciones según las diferentes regiones del mundo, la población se asentará cada vez en mayores proporciones en áreas urbanas a medida en que avance el siglo XXI. Y con esto, las áreas rurales perderán paulatinamente a sus pobladores, como sucedió en Kyu-Shirataki, y a sus estaciones de trenes.

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