Muerte en el hielo

Como es bien conocido, la invasión de Napoleón a Rusia en 1812 resultó en una catástrofe, pues del más de medio millón de soldados franceses y aliados que cruzaron la frontera polaca con Rusia en junio de 1812, menos de un veinte por ciento lograron cruzarla de regreso a Europa en diciembre de ese año. Una infografía publicada en 1869 por el ingeniero francés Charles Menard ilustra la magnitud del desastre. En dicha infografía -disponible en Internet- el avance de las tropas napoleónicas se ilustra por medio de una franja de color, cuya orientación cambiante muestra el camino que siguió el ejército invasor en su camino hacia Moscú. Al mismo tiempo, el ancho de la franja, que disminuye dramáticamente en la medida que el ejército avanza hacia Moscú, indica el número de soldados sobrevivientes hasta ese punto.

Así, según los números de Menard, los más de 400,000 soldados que cruzaron el río Niemen, en la frontera ruso-polaca, se habían reducido a menos de la mitad, aún antes de librar su primera batalla importante en Smolensk. Esto, por las duras condiciones que enfrentaron en el territorio ruso, en donde fueron atacados por enfermedades y sufrieron de falta de suministros. Las tropas de Napoleón lograron llegar a Moscú en septiembre de 1812, después de vencer a las tropas rusas en Borodino, pero para ese entonces contaban solamente con 100,000 efectivos.

Napoleón encontró en Moscú una ciudad abandonada por sus habitantes y sin recursos para que pudieran sobrevivir sus tropas. Así, decidió iniciar una retirada y regresar a Europa ante la inminencia del invierno ruso. La retirada de las tropas de Napoleón está ilustrada en la infografía de Menard por una franja de un color diferente del color con el que ilustró la marcha hacia Moscú. Aparte del contraste en colores, resulta dramático el contraste entre el ancho de las franjas de ida y regreso. Así, según Menard, 96,000 soldados que salieron de Moscú, pero solamente 10,000 cruzaron la frontera polaca de regreso a Europa.

En su camino de regreso, el ejército invasor sufrió ataques rusos, pero sobre todo fue atacado por las enfermedades y las bajas temperaturas invernales. En su infografía, Menard indica las bajas temperaturas a las que estuvieron expuestos los soldados de Napoleón en su retirada: 0 grados centígrados en el momento de su salida de Moscú en octubre, menos 26 grados centígrados a mediados de noviembre, y menos 38 grados centígrados a inicios de diciembre, antes de alcanzar la frontera polaca.

Aparte de los ataques de los rusos y de la hipotermia, las bajas en el ejército napoleónico han sido atribuidas a enfermedades tales como el tifus y la fiebre de las trincheras, que es transmitida por el piojo humano. Para arrojar luz al respecto, un equipo de investigadores, encabezado por Rémi Barbieri, del Instituto Pasteur, llevaron a cabo un estudio de ADN de los dientes de trece soldados del ejército de Napoleón, que murieron en Vilna, Lituania, de enfermedades infecciosas, según récords históricos. Los resultados de dicho estudio fueron publicados el pasado 3 de noviembre en la revista “Current Biology”.

Como resultado de su estudio, Barbieri y colaboradores confirmaron la presencia de los agentes infecciosos causantes de la fiebre paratifoidea y la fiebre recurrente, transmitida por los piojos, y concluyen que dichos patógenos: “… previamente desconocidos en los soldados invasores, revela que podrían haber contribuido a la devastación de la Grande Armée de Napoleón durante su desastrosa retirada en 1812”.

En cambio, los investigadores no encontraron rastros de los agentes infecciosos causantes del tifus y de la fiebre de las trincheras, históricamente asociadas a la muerte de los soldados napoleónicos en su campaña en Rusia. Esto no descartaría que dichos patógenos hubieran contribuido a la debacle del ejército napoleónico y solo podría significar que no jugaron ningún papel en los casos estudiados.

Como resultado de su trabajo, Barbieri y colaboradores concluyen: “A la luz de nuestros resultados, un escenario razonable para la muerte de estos soldados sería una combinación de fatiga, frío y varias enfermedades, incluyendo fiebre paratifoidea y fiebre recurrente, transmitida por piojos. Aunque no necesariamente fatal, la fiebre recurrente transmitida podría debilitar significativamente a un individuo ya exhausto. Nuestro estudio confirma la presencia de dos patógenos previamente no documentados, pero será necesario analizar un mayor número de muestras para comprender completamente el espectro de enfermedades epidémicas que afectaron al ejército napoleónico durante la retirada rusa”.

Por nuestra parte, nos sorprende la capacidad de las técnicas analíticas modernas para determinar las enfermedades que padeció una persona doscientos años después de su muerte. Y, al mismo tiempo, dado que los soldados invasores igual murieron -por cientos de miles y de manera predecible- por una herida de bala, congelados por el frío, o víctimas de tal o cual bacteria, podríamos concluir que Napoleón actuó, sin duda alguna, de manera irresponsable.

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