Economía circular

El 13 de mayo de 2010 finalizó de manera oficial la demolición del “Yankee Stadium”, el estadio en donde, desde 1923, jugó el equipo Yanquis de Nueva York. Para reemplazarlo, se construyó en las proximidades del antiguo estadio, y a un costo exorbitante, un nuevo “Yankee Stadium”, puesto en operación en 2009. El antiguo “Yankee Stadium” estaba íntimamente relacionado con Babe Ruth, el campeón jonronero que, de acuerdo con los conocedores, cambió la manera de batear la pelota lanzada por los pitchers e hizo más atractivo al beisbol. De hecho, al “Yankee Stadium” se le conoce como “La casa que Ruth construyó”, por el entusiasmo que sus jonrones produjeron entre los aficionados al beisbol.

Si bien el “Yankee Stadium” era icónico, tanto de la ciudad de Nueva York como del beisbol, su imagen no evitó que lo demolieran y lo sustituyeran por una réplica y por el “Heritage Field”, un parque en el que está marcado el sitio en el que se encontraba el diamante del antiguo estadio y una fracción del friso de cobre que coronaba sus tribunas y le daba personalidad.

Podríamos quizá clasificar al “Yankee Stadium” en una categoría de “úsese y deséchese”, o de la economía lineal -un modelo de producción basado en tomar, hacer y desechar-, en contraste con una economía circular, que se preocupa por reusar, reciclar y regenerar.

La economía circular ha adquirido una gran relevancia en el contexto actual de agotamiento de los recursos naturales y de contaminación ambiental y cambio climático. En palabras de ChatGPT: “En un contexto en donde los recursos naturales se agotan y la contaminación se ha convertido en una crisis planetaria, adoptar una economía circular no es solo una opción, sino una estrategia fundamental para construir un futuro más sostenible, justo y resiliente”.

Si bien los conceptos de economía circular se han ya aplicado en mayor o menor medida en diversas áreas económicas, la introducción de dichos conceptos en la economía espacial -que está experimentando un crecimiento acelerado y que funciona en un esquema fundamentalmente de economía lineal- es particularmente importante. Un artículo aparecido esta semana en la revista “Chem Circularity” discute la aplicación de esquemas circulares en la economía espacial. El artículo fue publicado por un grupo de investigadores encabezado por Zhilin Yang, de “University of Surrey”, Reino Unido.

Escriben Zhilin y colaboradores: “Se acepta comúnmente que la economía espacial abarca toda la gama de actividades e industrias involucradas en la exploración, utilización y comercialización del espacio, incluidos los servicios satelitales, la ciencia espacial, el desarrollo tecnológico y la gestión de los recursos espaciales. La escala y la importancia de la economía espacial se reflejan en su valor económico, potencial de empleo e impacto social de amplio alcance. A nivel mundial, la economía espacial se valoró en aproximadamente 469 000 millones de dólares en 2021 y se proyecta que supere un millón de millones de dólares en 2040”.

La economía espacial, por otro lado, funciona con un esquema de economía lineal. En este sentido, según Zhilin y colaboradores: “A medida que el sector espacial se acelera -hay más de 8.000 satélites en órbita y se planean miles más-, la demanda de materiales críticos crece rápidamente. Sin embargo, la mayoría de las misiones espaciales son de un solo uso: los cohetes se queman al reingresar, los satélites se convierten en escombros o entran en órbitas cementerio, y se pierden materiales valiosos. En la Tierra, cadenas de suministro complejas y globales prestan servicio a misiones altamente personalizadas y de alto riesgo, a menudo con poca consideración por la recuperación al final de su vida útil. Los principios de la economía circular, es decir, reducir, reutilizar y recuperar, ofrecen una perspectiva prometedora para reinventar el uso de materiales en el espacio y en la Tierra”.

En su artículo, Zhilin y colaboradores discuten los principios de la economía circular en el sector espacial. Consideran primeramente el “Principio de reducción”, que “Se centra en minimizar el uso de materiales y energía, así como la generación de residuos, mejorando la eficiencia en la producción y el consumo”. Consideran también el “Principio de reutilización”, que, “Se centra en prolongar la vida útil de los productos o componentes al reutilizarlos para su función original, lo que requiere menos recursos, energía y mano de obra”. Finalmente, consideran el “Principio de reciclaje”, que “Abarca tanto los sistemas de circuito cerrado dentro de las estaciones espaciales como el reciclaje en órbita, mientras que las iniciativas terrestres se centran en la recuperación y reutilización de materiales de las naves espaciales”.

Concluyen Zhilin y colaboradores: “A largo plazo, lograr una economía circular en el sector espacial requerirá un cambio de paradigma -basado en las experiencias de otras industrias- en la forma en que se obtienen, diseñan, utilizan y recuperan los materiales a nivel de todo el sistema”. Así, la economía circular en el espacio enfrenta desafíos que tendrá que superar.

Mientras tanto, en un plano más terrenal, habríamos de adoptarla. Y así, entre otros beneficios, no tendríamos que lamentar la desaparición de símbolos culturales. Por ejemplo, el “Yankee Stadium”.

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