El primer laboratorio científico de la historia

A 150 años de Carlos Darwin



El próximo 24 de noviembre se cumplirán 150 años de la publicación de “El origen de las especies” por Carlos Darwin, en donde el naturalista británico presentó su teoría de la evolución por selección natural. Las ideas de Darwin en esta materia se originaron en las observaciones realizadas durante su viaje de 5 años alrededor de Mundo a bordo del HMS Beagle. El viaje partió de Plymouth, Inglaterra y después de cruzar el Atlántico tocó varios puntos de Brasil, cruzó el estrecho de Magallanes y prosiguió a lo largo de la costa occidental de América del Sur, para después atravesar el Pacífico, tocar Australia y retornar a Inglaterra vía el Cabo de Buena Esperanza.

Durante este viaje, Darwin recogió un gran número de especimenes vegetales y animales. De capital importancia fueron las muestras colectadas en las Islas Galápagos -así bautizadas por la cantidad de tortugas gigantes que ahí habitan- localizadas aproximadamente a 1000 kilómetros de la costa de Ecuador. Estas islas constituyen un laboratorio natural para el estudio de la evolución, pues debido a su lejanía de la costa las especies evolucionaron ahí de manera aislada.

La teoría de la evolución de las especies de Darwin ha tenido un enorme impacto intelectual y asestó un golpe demoledor a nuestros prejuicios antropocéntricos, según los cuales ocupamos un lugar especial en el Universo. Después de “El origen de la Especies”, es ampliamente -si bien no universalmente- aceptado que los humanos estamos en realidad sujetos a las mismas reglas evolutivas que el resto de las especies y por lo tanto ni somos inmutables ni constituimos una clase cualitativamente diferente entre las mismas.

Las revolucionarias ideas de Darwin tuvieron, por supuesto, tanto detractores como defensores. En este respecto es famoso el debate realizado el 30 de junio de 1860 entre Thomas Henry Huxley –apodado el “bulldog de Darwin”-, defensor de la teoría de la evolución y el Obispo anglicano de Oxford HYPERLINK "http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Samuel_Wilberforce&action=edit&redlink=1" \o "Samuel Wilberforce (aún no redactado)" Samuel Wilberforce -conocido por el mote de “Sam el Jabonoso”-, detractor de la misma. El debate, que de acuerdo a la mayor parte de los presentes fue ampliamente ganado por Huxely, se llevó a cabo durante la reunión anual de Asociación Británica para el Avance de la Ciencia. Es sobre todo recordado por el intercambio entre Huxley y Wilberforce quién habría preguntado al primero si en su caso el parentesco con los monos se daba por parte de su abuelo o de su abuela, a lo que Huxley contestó que si le daban a escoger entre ser pariente de un mono o ser pariente de un hombre brillante que usaba su don de palabra para tratar de oscurecer una discusión científica, sin duda habría escogido lo primero.

El golpe de Darwin a nuestro antropocentrismo en realidad fue el segundo de su tipo. 350 años antes, Nicolás Copérnico había asestado el primero al quitar a la Tierra su lugar preponderante como centro del Universo. En su modelo de sistema solar, Copérnico puso al Sol en el centro y a los planetas, incluyendo a la Tierra, girando a su alrededor. Después de Copérnico, la Tierra, nuestro hábitat, no es sino uno más de un grupo de planetas, todos obedeciendo las mismas leyes físicas. Al igual que Darwin, Copérnico encontró gran oposición a sus ideas. De hecho, su libro “De las Revoluciones de las Esferas Celestes”, en el que describe su modelo de sistema solar, no vio la luz sino hasta el final de sus días por temor a la controversia. Se dice que vio un ejemplar del libro ya publicado sólo hasta el día en que murió.

En la actualidad, algunos autores piensan que está en curso un tercer golpe al antropocentrismo, esta vez definitivo. Este golpe tiene que ver con la ritmo exponencial con está incrementándose la capacidad de las computadoras, la cual se duplica cada dos años. Al respecto, el futurista Raymond Kurzweil -el mismo que fundó la compañía que fabrica instrumentos musicales- considera que antes del año 2050 dicha capacidad habrá sobrepasado la del cerebro humano, de modo las computadoras serán capaces no solamente de pensar de manera racional sino también de tener conciencia de ellas mismas e incluso de experimentar emociones. En este punto, en la visión de Kurzweil, las computadoras con ayuda de la Nanotecnología se habrán convertido en máquinas con capacidad de automejorarse, incrementando aun más sus capacidades. La brecha entre las computadoras y los humanos crecerá entonces de manera continua, sin que tengamos nosotros manera de controlar el proceso.

Si bien los puntos de vista de Kurzweil, así como los de otros autores que expresan ideas similares, son muy controvertidos, su argumentación está, al menos en forma parcial, basada en un hecho real: la gran velocidad con la que se está incrementando la capacidad de las computadoras, tendencia que cualquiera de nosotros puede atestiguar. ¿Lograrán las computadoras ser más inteligentes que los humanos? La respuesta a esta pregunta la tendrán, quizá, aquellos que nacidos en el Siglo XXI. Si se da el caso, la evolución seguirá un nuevo camino y nuestro antropocentrismo crónico estará definitivamente muerto y sepultado.

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