Hogar, dulce hogar

La Ciencia y los científicos



A lo largo del siglo XX la ciencia jugó un papel fundamental en el desarrollo económico de los países industrializados. El conocimiento científico acumulado por estos países en el último siglo, fue la base para la creación de tecnologías de gran sofisticación que originaron nuevas industrias y que dieron ventajas estratégicas y competitivas a los países que las desarrollaron.

En la medida en que las tecnologías de base científica adquirieron relevancia para el desarrollo económico, la carrera de investigador científico se hizo más popular. En los Estados Unidos, por ejemplo, el número de personas que realizaban profesionalmente actividades clasificadas en la categoría de ciencia e ingeniería se incremento por un factor de 25 entre los años 1950 y 2000, hasta alcanzar cinco millones en la actualidad.

La investigación científica tiene características propias que la hacen única. El objetivo de la ciencia es descubrir las leyes de la naturaleza, de modo que la validación de un descubrimiento científico debe provenir de un experimento u observación sistemática del fenómeno bajo estudio. La ciencia, además, requiere de la difusión de los resultados alcanzados por los investigadores, así como de una abierta discusión de los mismos.

El conocimiento científico en un determinado campo está en continua evolución y bajo el escrutinio severo de los especialistas. Como parte de la dinámica de desarrollo de la ciencia, el sistema internacional de revistas en el que los científicos comunican los resultados de sus investigaciones es fundamental. La publicación de un artículo está comúnmente precedida por una revisión crítica del mismo por uno o varios árbitros, los cuales pueden aceptarlo o rechazarlo. El sistema de revistas arbitradas es uno de los foros en los que se validan o refutan los resultados de la investigación científica. Los científicos están obligados a publicar sus resultados pues de otro modo pasarían sin ser notados.

Un investigador está entonces bajo fuerte presión por publicar el mayor número de artículos, ya que de esto también depende el que consiga fondos para investigación. Como en toda actividad humana y debido a esta presión, sin embargo, se dan de cuando en vez casos de publicaciones fraudulentas que pueden tomar diversas formas. Por ejemplo, un artículo puede incluir datos falsos de un experimento o incluso reportar resultados de un experimento no realizado. Existe también el plagio de trabajos de otros autores.

A lo largo del último siglo hay ejemplos notables de fraudes científicos. Uno de los más famosos es el llamado “Hombre de Piltdown”. En 1912, el arqueólogo amateur británico Charles Dawson anunció el descubrimiento de restos fósiles -una mandíbula y un cráneo- en el poblado de Piltdown en East Sussex, Inglaterra, los cuales fueron tomados por algunos como el “eslabón perdido” en la evolución entre los simios y el hombre moderno. Aunque los fósiles de Piltdown fueron muy controvertidos desde un inicio, no fue sino hasta 1953 que se demostró que eran en realidad falsos: la mandíbula pertenecía a un orangután y el cráneo a un hombre moderno. Dawson, que murió en 1938, disfrutó sin embargo y hasta su muerte de la celebridad que le dieron sus fósiles.

Se podría pensar que un caso como el de Dawson no tendría posibilidad de repetirse en la actualidad dado el gran desarrollo de la ciencia en el último siglo. No hay, sin embargo, nada más alejado de la realidad. A manera de ejemplo, en mayo de 2002 los directivos de los Bell Laboratories en Nueva Jersey, uno de los centros de investigación industrial de mayor prestigio en el mundo, formaron un comité de científicos para investigar el trabajo de uno de sus investigadores, Jan Hendrik Schön, acusado por algunos de sus colegas de conducta científica fraudulenta. Schön era en esos momentos un brillante científico de 32 años que había publicado una cantidad asombrosa de artículos científicos en el campo de la nanotecnología, reportando resultados de alta relevancia que anticipaban una revolución tecnológica. No pocos veían a Schön como un seguro ganador del Premio Nobel de física.

El reporte del comité fue, sin embargo, catastrófico para este investigador, pues fue encontrado culpable de falsificar datos experimentales y de reportar resultados de experimentos que no pudieron ser reproducidos, y que por lo tanto carecían de valor científico. Como resultado, y a diferencia de Dawson quién murió sin que su fraude fuera demostrado de manera plena, Schön fue despedido de su trabajo en Bell Laboratories el mismo día que se recibió el reporte del comité y cayó en el mayor descrédito.

El fraude científico cometido por Jan Hendrik Schön ha sido considerado como el más grande jamás ocurrido y puso bajo crítica el sistema de arbitraje de las revistas científicas que dejaron pasar uno tras otro los artículos fraudulentos. A pesar de todo, sin embargo, tanto los fraudes de Dawson como los de Schön fueron finalmente descubiertos gracias al carácter abierto de la discusión científica. Siendo humanos, los científicos no están ciertamente exentos de buscar el mayor provecho con el mínimo esfuerzo. Al final, sin embargo, la ciencia se corrige por si misma y deja poco espacio para las debilidades humanas.

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